miércoles, 11 de julio de 2012

EXHORTACIÓN

EL NACIONAL - Lunes 09 de Julio de 2012     Opinión/9
Libros: David Rieff
NELSON RIVERA

Un exhorto: si el tema del libro guarda interés para el lector, haga un esfuerzo y atraviese la espesura, el azoro del primer capítulo: de ahí en adelante el ramaje de citas, temas y referencias comienza a despejarse (como se despeja un cielo de nubes oscuras y apretadas) y el propósito de Rieff comienza a levantarse con luz propia en el horizonte de Contra la memoria (Random House Mondadori, Colombia, 2012).
El punto de partida, si cabe señalarlo, es el carácter efímero que tiene la memoria de los hombres. Incluso los grandes hechos o las creaciones monumentales, se desplazan al olvido. Nuestra mente es solidaria con el presente. Somos sujetos efímeros, con una mejor capacidad de recordar los contenidos de nuestra propia vida y nuestra propia época. Quizás porque hemos reconocido nuestra dificultad individual para proyectarnos hacia el pasado, es que las sociedades se obligan a reconstruirlo y convierten la memoria colectiva en una obligación moral (llegado a este punto es obligado recordar el nombre de Maurice Halbwachs que entendió que reconstruir el pasado era deformarlo).
David Rieff atraviesa a grandes zancadas por la cuestión de las comunidades imaginarias (como la nación, definida por Benedict Anderson, o el nacionalismo, del que hablaba Ernest Renan), que son formas de memoria colectiva, siempre selectivas, interesadas, irreprochables y que abonan más al rencor que a la reconciliación.
Este es el nudo de la reflexión: la rememoración como el elemento que impide el establecimiento de un modo de convivencia entre civilizaciones, culturas, religiones y naciones.
No sólo los individuos: también las sociedades olvidan. A eso habrá que añadir el proceso de homogeneización cultural, que socava el vínculo con las particularidades de cada pasado. Ni el mundo, ni los pueblos, ni las naciones (aunque Rieff no elude las peculiaridades del pueblo judío al respecto) tienen recuerdos. "Sin embargo, en esta cultura, en este momento histórico, mucha gente se refiere a la memoria colectiva como si fuese equivalente a la individual, es decir, a la memoria real".
Lo mejor del libro está en la síntesis que Rieff hace del debate sobre la memoria como deber moral ("la falta de rememoración colectiva a menudo se presenta como si fuera una incitación al desastre moral o político.
Su paradigmática manifestación contemporánea es la aseveración de que eludir nuestra obligación moral de recordar la Shóa es en efecto exilarse del mundo civilizado"). La pregunta central del texto de Rieff es si la memoria puede servir a la causa del bien común (la reconciliación) o, siguiendo a Milosz, no nos queda sino aceptar que no hay otra memoria que la memoria de las heridas, la memoria que tarde o temprano será el principio activador de la venganza.

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