miércoles, 4 de julio de 2012

DE LAS OTRAS SOBERANÍAS


EL NACIONAL - Miércoles 04 de Julio de 2012     Opinión/9
Hora Mundial
Honduras y Paraguay, ¿golpes?
DEMETRIO BOERSNER

En 2009, en Honduras, el entonces presidente Manuel Zelaya conspiró, en colusión con el aparato internacional del Alba dirigido por los presidentes de Venezuela y de Cuba, para hacerse reelegir en violación de lo dispuesto en la Constitución, e implantar en su país el modelo político e ideológico sustentado por los gobiernos de Caracas y de La Habana.
Ante ello, los poderes Legislativo y Judicial, por indudable mayoría y en forma estrictamente constitucional, condenaron la actuación del Presidente y ordenaron su destitución y enjuiciamiento.
Hasta allí todo estaba en perfecta regla, pero ocurrió algo lamentable: en lugar de una actuación legalista de las autoridades civiles para hacer cumplir las decisiones del Parlamento y de la Corte, el mandatario fue sacado de su cama y del país por una acción impulsiva y brutal de las fuerzas armadas. Así una legítima decisión en defensa del orden constitucional hondureño se convirtió, ante la opinión internacional, en un "golpe" que suscitó reacciones de indignación masiva.
La destitución, hace pocos días, del presidente paraguayo Fernando Lugo constituye un hecho de significación diametralmente opuesta al caso de Honduras.
A diferencia de Zelaya, el presidente Lugo es un hombre diáfano, de hondas e invariables convicciones democráticas. Jamás se vinculó al aparato internacional chavista-castrista, y su modelo de acción social ha sido más bien la vía socialdemócrata y laborista brasileña, iniciada por Cardoso y continuada por Lula y Dilma. Sus puntos débiles son su falta de experticia política y cierta ingenuidad. El ascenso de Lugo al poder en 2008, con el apoyo de los liberales-radicales centristas (¿y oportunistas?) de Federico Franco, constituyó un rayo de esperanza para el pueblo paraguayo: significó el fin de alrededor de sesenta años de hegemonía del Partido Colorado. Ahora la derecha terrateniente retoma al poder gracias a la traición de Franco a su antiguo aliado. El hecho de que el enjuiciamiento político del Presidente (a menos de un año del fin de su mandato) fue decidido a espaldas del pueblo y con frenética rapidez, indica que, a diferencia del caso hondureño, allí no hubo un acto legítimo con engañosa apariencia golpista sino, por el contrario, un golpe disfrazado de acto legítimo. Además de sus negativos efectos internos, el hecho ha permitido al autócrata venezolano y sus vasallos externos, insertarse en el juego y asumir la gritona defensa de la democracia paraguaya, únicamente para beneficio político propio.


Brevísima nota LB: No hay soberanía ciudadana alguna en las calles, excepto la ejercida por la violencia. Corazón de Venezuela.




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