Día particular el del 29/06/2018. Asistimos a la rueda de prensa de María Corina Machado, ya habituados a su claridad y contundencia y, luego, nos marchamos. Al caminar por el sector, nos enteramos la diputada Dignora Hernández y el suscrito de una protesta a favor de los rehenes políticos, civiles y militares. Nos incorporamos. Nos impusimos de la entrega de un documento al PNUD y avistamos, a un extremo, a Lilian Tintori, y, al otro, al hijo de Raúl Baduel. Se decidió cerrar el tránsito por unos instantes y los acompañamos. E, incluso, una persona se bajó de su vehículo para reclamarse a un agente de la PNB sobre el "abusivo" cierre de unos minutos y él sólo le dijo: "señora, vuelva a su carro por favor".
Reincorporados a la acera del edificio en el que se encuentra la sede del PNUD, por una inmensa casualidad, pasó una periodista de Vente Venezuela que bajó a hacer una compra puntual. Y nos tomó, a Dignora y a mi, un video. Continuamos otro rato en el lugar, sin ánimos de buscar a los periodistas que cubrían la escena, como casi nunca hacemos y, más aún, tratándose de un acto "ajeno".
Fueron leyendo cada nombre de las víctimas en un largo pergamino, hubo
cierre de la avenida que no duró mucho y volvimos a la acera. Mayor
civismo, imposible. Después, Dignora y el suscrito seguimos a la reunión que teníamos pendiente. A las tres de la tarde, acudí a la sede de El Bejucal de VV para realizar la entrevista de unos trece minutos que ya tenía postergada por dos semanas.
(LB).
Vid.
#EntrevistaVente con Luis Barragán:
https://www.youtube.com/watch?v=RpQXa-D1_J4
Mostrando entradas con la etiqueta Protesta. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Protesta. Mostrar todas las entradas
lunes, 2 de julio de 2018
domingo, 27 de mayo de 2018
CREE QUE NADIE SE DÁ CUENTA
De una mentira a otra
Luis Barragán
Dos semanas atrás, los diputados de la Asamblea Nacional fuimos objeto de una nueva agresión de la Guardia Nacional Bolivariana, en nuestra propia y natural sede de trabajo. Decidida la entrada de la prensa que la unidad militar enquistada en el Capitolio Federal trató de impedir, sencillamente nos aprestamos a buscar a los reporteros y camarógrafos, suscitándose el insólito acto de violencia.
Una de las escenas de la agresión, la protagonizó el diputado Juan Requesens, quien, corajudamente, enfrentó a los hombres de la GNB que, no por casualidad, algo recurrente, suelen escudarse tras las mujeres. Estuvimos presentes en el lugar y, suficientemente videograbado y fotografiado desde los más distintos ángulos, está harto comprobado que uno de los efectivos de oliva le dio el fuerte codazo a la compañera que lo auxiliaba, pretendiendo inculpar al joven parlamentario.
La campaña oficial no tardó en focalizar su atención sobre Requesens y, mintiendo, hacerlo victimario de la dama de oliva. El ministro de la Defensa y la constelación burocrática del partido formal de gobierno, no ahorraron Tweed alguno para inculparlo y hacer de la histriónica visita al hospital, una oportunidad más para mentir, aunque sobran las evidencias de la verdad.
De una mentira a otra, al transcurrir los días, después del fraude masivo del 20 de los corrientes, Maduro Moros se presentó ante la tal constituyente para vociferar en torno a seis líneas de trabajo que, por cierto, urgen que él mismo alguna vez labore. Ha llamado al diálogo y a la reconciliación, con las cárceles repletas de presos políticos, agravando la persecución y represión de opositores y disidentes; tras veinte años del fracaso, insiste en una guerra económica, llamando a un acuerdo productivo por siempre traicionado que pasa por su desalojo del poder para así recuperar la propia condición de país petrolero que hemos perdido; haciéndose de palabras por él desconocidas (ética, minimalismo), estorbándoles a las mafias el burocratismo y la competencia corruptiva, no se hace responsable del masivo y furibundo latrocinio y saqueo del erario público; prosiguiendo con la estafa del llamado poder popular, tiene el descaro de versar sobre seguridad y protección social, salud, educación, vivienda, estabilidad laboral; entrega del Esequibo por delante, tiene por pretexto la lucha anti-imperialista a la vez que sigue los intereses y dictados cubanos; adjetivando el socialismo de las demoliciones, apunta a una novedad que ni por la jerga empleada aparece.
El régimen tiene por empeño la criminalización de sus opositores y adversarios, por siempre enfermiza. Al régimen no le apena ofrecerse a sí mismo como una alternativa, agotada toda imaginación, fundado en la brutal fuerza.
28/05/2018:
http://www.diariocontraste.com/2018/05/de-una-mentira-a-otra-por-luis-barragan-luisbarraganj/
28/05/2018:
http://www.diariocontraste.com/2018/05/de-una-mentira-a-otra-por-luis-barragan-luisbarraganj/
jueves, 27 de julio de 2017
DEL VAPULEADOR, VAPULEADO

Del estado de destrozo al destrozo del Estado
Luis Barragán
Algo más parecido a un reportaje que
a un texto de opinión, quizá con asomo de un futuro ensayo, versamos sobre el
reciente incendio de un vehículo automotor en la ciudad capital. Nada excepcional
el video y las fotografías que nos remitieron, en el marco de una cruda
represión, nos tienta a una breve reflexión sobre el actual Estado en
Venezuela, deduciendo algunas de sus características. Y, por ello, reseñaremos
los hechos, formularemos unas interrogantes, esbozaremos una cierta conceptualización,
hasta arribar a tres conclusiones que quedarán pendientes en el tintero de
bytes.
Un día y dos complementarios
El primer día, anunciándose apenas la tarde, en la avenida y calles
adyacentes de un sector de Caracas de clases media descendiente y popular que
alguna vez se dijo en ascenso, arrancó la protesta pública de los jóvenes que
fueron enfrentados por la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). Espesor de gases
tóxicos que tiñeron los edificios cercanos, barricadas frágiles y fogatas
pretendiendo detener el disparo de proyectiles de los que nunca se sabe,
hicieron rápida la noche con los escuderos más atrevidos ante la tanqueta y la
ballena que, por momentos, urgidas en
otros sectores vecinos, procuraban aliviar al numeroso contingente de
uniformados hastiados del ilimitado y nada marcial ejercicio de confrontación.
Teñidos ahora de obscuridad, pues, en una de las calles de edificios con
balcones tapiados por láminas de cartón ya nada improvisadas, los particulares
apagan todo bombillo que los ofrezca como el polígono ideal, quedando para la adivinanza
el movimiento de los muchachos. Apenas, con la precaria estela de una molotov o
por el impacto de una piedra de invisible trayecto, la GNB responde furibunda
con sus artefactos hasta que se retira, cansada, apremiada para la misma faena
en otros puntos del vecindario. Y, una o dos horas más tarde, deja la avenida a la merced de los
encapuchados.
Controlada parcialmente la avenida
hasta que regresen los uniformados que truenan sus alejadas motocicletas al escoltar
el lento paso de los blindados, apenas iluminada por el esfuerzo de los
residentes que perdieron hace mucho tiempo la esperanza por el alumbrado
público, se confunden los héroes y villanos, con capuchas y láminas de endeble
cartón o metal. Establecida la alcabala, peatones y conductores quedan
expuestos a un robo sobre el alfombrado de los cartuchos percutados, vidrios y
piedras, en un sorteo del que no se sabe de justos y pecadores.
La intermitente circulación de vehículos, dijo autorizar a un modesto
conductor que zigzagueó hasta tropezar con una suerte de peaje y, nos
refirieron, apenas avisado, mayor autorización tuvo de su juventud para bajarse
y correr desesperado gritando y advirtiendo del asalto. En represalia, los
encapuchados quemaron el carro atravesado que pronto levantó grandes hongos de
humo más negro que la noche parpadeada por las llamas.
Transcurrieron aproximadamente 40 minutos antes de llegar varios
motorizados de la GNB y coordinar a la ballena que, majestuosa herida en el
pavimento, ensayó pacientemente dos o tres ángulos para disparar sus potentes
chorros de agua que agigantaron los hongos hasta ahogar la candela. Apenas se
movería el vehículos unos centímetros, debido al continuo impacto de los
proyectiles líquidos que zarandeaban su intimidad, abollado en los costados,
ensombrecido por algo más que los árboles que rebotaban las luces rojas y
amarillas del blindado vapuleador.

Comenzando el día siguiente, cual mal tratado caso de acné, lució en medio
de la avenida el vehículo de cuyo color nunca se supo, rodeado por uno que otro
curioso, aunque – simultánea y tempranamente
- prendió la protesta en las adyacencias. Una larga jornada de varias
horas, completó la escena del supuesto dueño del carro, por la dedicación que
tuvo al detallarlo y extraer varias piezas, luego de varias cavilaciones
indiferentes al ruido de los disparos, en medio de una refriega que culminó con el
literal intercambio de piedras entre los escuderos y la GNB que se quedó sin
las acostumbradas municiones.
Tardío auxilio de tanquetas y ballena, añadido el derribamiento de un poste
de alumbrado público, tan ornamental que el condominio más cercano es el que
ilumina un poco la calle, la jornada fue
avivada por consignas contra la dictadura. A un costado, la guerra medioeval de
los jóvenes que no dejaron de asediar a los efectivos uniformados que imitaron
y probaron una jerga obscena de desafío,
y, al otro, en la acera, el conductor en cuestión diligenciaba su caricatura de
metal aplomado hasta desaparecer, dejando abandonado el murmullo de lo que fue
un carro, faltándole una lápida, pues, al momento de suscribir esta nota,
todavía no lo han retirado.
Veinticuatro horas más tarde, el lugar repitió la ya acostumbrada escena de
desastre. Llegó el personal de retaguardia de un camión del aseo urbano, sin
máscaras, uniformes y a mano limpia, para tender una maltratada sábana de
plástico y recoger varios escombros y porciones regadas de basura, quedando el
resto, sumado el poste pesado que hizo un trazo en el pavimento, para los
vecinos voluntarios que limpiaron lo más que pudieron el espacio frontal de dos
o tres edificios, temiendo por el vidrio para los niños y las mascotas, en un
tercer día susceptible de repeticiones.
Ciertas preguntas
Un evento tan (a) anormal de las extensas horas que hacen un siglo XXI que
nos llena de perplejidad, nos interroga continuamente. Y, como la punta de un
hilo, promete otros horizontes para el análisis – a nuestro juicio –
insuficientemente trillado de procurar el cambio necesario en Venezuela.
Hablamos de un sector de clase media en descenso, concursado por otro
popular que aventuró tiempos atrás su ascenso, irremediablemente aliados en
esta prolongada coyuntura impuesta por una dictadura que ha dado alcance a todos. A simple vista, el
grupo de los jóvenes escuderos procede mayoritariamente de una cercana barriada
popular y, por su lenguaje y destrezas físicas, parecen mejor sintonizados para
una confrontación violenta, contrastando con los residentes de la urbanización.
Ahora bien ¿la escudería no constituye un fenómeno de integración social, más
allá del aula de estudios? ¿No se ofrece como un muro de contención frente al
populacho, fuente implacable de toda experiencia fascista? ¿Es reacia a toda
infiltración gubernamental, propiciando su descomposición? ¿No ofrece también
una determinada pedagogía de civismo, alentando la lucha por medios no
violentos? ¿Podrá evolucionar organizacionalmente hacia un claro y estable
compromiso político?
La mejor demostración de los medios pacíficos empleados que no, la absurda
pretensión de dejarse golpear salvajemente,
está expuesta por una confrontación harto desigual, aunque – en el caso
citado – por alguna razón no llegaron los grupos paramilitares a auxiliar a lo
que entendemos por autoridades públicas. O ¿no hay más habilidad, ingenio y
arrojo natural en una muchachada desarmada que el concedido por el entrenamiento
militar o cuasi-militar tan deseado por el gobierno para justificar su guerra
civil? ¿En qué medida el despliegue de la resistencia en el referido sector
citadino, no emula el defensivo de las
bandas delincuenciales de los barrios restándoles el uso de las armas de fuego?
¿Expuestos a la luz pública, la GNB no palidece ante la muchachada que ha
conocido y padecido los tristemente célebres operativos de las OLP? ¿Además de
sentirse parte de un espíritu nacional de lucha, por muy ocultos que lleven el
rostro, no hay un baremo de reconocimiento mutuo por el nivel de coraje que el
solo ser escudero comporta? ¿El incidente del carro no es una excepción dado el
inmenso testimonio que los jóvenes han rendido por todos estos meses?

Indicios
Años atrás, intentando atisbar una orientación definitiva del tal
socialismo del siglo XXI, consideramos su sustentación en el
lumpen-proletariado, mediante un texto originalmente publicado en el diario El
Nacional de Caracas (http://lbarragan.blogspot.com/2012/09/invertebracion.html).
Los hechos parecen corroborar aquellos supuestos, por lo que, las sostenidas acciones de
protesta ciudadana, ilustran una fortísima resistencia a la propia
desarticulación social ensayada obstinadamente por lo que, finalmente, ha sido
reconocida como una dictadura. Acotemos, en sus orígenes y desarrollo, la misma
revolución cubana no alentó tamaña sustentación y, aunque la prédica persiste
en el proletariado, en cuyo nombre ejerce, los mecanismos de control social no
tienen por fundamento – digamos – el descontrol o la anarquía.
Socialismo venezolano que, por cierto, no ha aportado ni aportará
documento, estudio o consideración alguna sobre las clases sociales en
Venezuela, siendo, por ejemplo, Roberto Briceño-León, un preocupado
actualizador de la materia. Una economía (y sociedad) rentista como la nuestra,
en el curso de un inevitable y trágico cambio, por lo menos, desafía las
nociones más elementales del marxismo clásico y, en consecuencia, muy poco
puede disertarse sobre el colaboracionismo y la traición de clase, como ocurrió
después de 1958, de acuerdo a la literatura profusa de entonces.

Señalamos, el deterioro más extremo parece garantizar la definitiva
implantación de una dictadura que ha hecho lo propio con el Estado y, a la
vista el caso del vehículo quemado, añadidas sus circunstancias que, por
repetidas, pasan por debajo de la mesa, derivando en tres graves aspectos.
Conclusiones provisionales
En efecto, por una parte, militarizada la sociedad y sus problemas, no
existe Estado en la medida que un burdo incendio depende de un vehículo
blindado de represión, siendo de nuevo prescindibles los bomberos, cuya
estación se encontraba muy cercana al lugar de los hechos. Por lo demás, el
especializado cuerpo bomberil labora en precarias condiciones, desequipado, con
salarios y protección social muy pobres, sin que exista diferencia sustancial
con los recolectores públicos de basura y el resto de los venezolanos.

Finalmente, capturado por un elenco inescrupuloso que lo ha destruido con
ayuda de sus pares cubanos, la reconstrucción y rearticulación misma del Estado en Venezuela,
es otra prioridad urgente. La refundación del Estado Constitucional
naturalmente obliga a la reivindicación de sus elementos existenciales que se
convierten en las cenizas simbolizadas por la fogata de un vehículo.
23/07/2017:
Videos:
miércoles, 26 de julio de 2017
DE LAS INCUMPLIDAS PARTES
EL UNIVERSAL, Caracas, 19 de junio de 2017
Protesta, paro o negociación
José Antonio Gil Yépes
En algunos círculos se maneja la opción de negociación frente a la protesta. Otros la rechazan como traición. Por otro extremo apareció la propuesta de un paro nacional como vía rápida hacia el cambio de gobierno.
La negociación requiere que ambas partes la acepten. Pero ni Chávez ni Maduro han aceptado el término porque implica ceder algo; mientras que la oposición no ha hecho más que perder oportunidades cayendo en diálogos que siempre han sido usados para comprar tiempo cuando el chavismo está en apuros. La negociación requiere de liderazgos fuertes en ambas partes, empoderados para negociar y para hacer cumplir lo acordado. El problema es que ninguna de las dos partes cumple con esas condiciones. Si hablamos de facilitadores, no se visualiza ninguno con credibilidad para ambas partes; todo lo contrario. Lo único que se puede negociar -silenciosamente- es el tránsito de personalidades clave de un lado para el otro para inclinar la balanza de poder y salir de la guerra de atrición.
La opción del paro nacional tampoco luce viable porque la oposición no cuenta con ninguno de los instrumentos típicos para ganarlo: control de los medios de comunicación, de los sindicatos, de la banca ni del transporte público.
Por lo tanto, la opción que le queda a la oposición es la protesta. Aunque ésta es muy costosa por las 68 muertes, los beneficios obtenidos son importantes: se ha mantenido, se ha expandido a todo el país; tiene tres frentes (los pobres- el hambre, los jóvenes y los partidos); el gobierno está cometiendo múltiples errores (no escucha ni cambia sus políticas económicas, reprime, viola hogares, está disparando a lo loco y convocó una Constituyente que va a agravar el hambre y la protesta). Todo lo cual ha conducido a divisiones internas y en ellas hasta podemos salir beneficiados todos si Luisa Ortega Díaz se convierte en la organizadora de un chavismo democrático. En conclusión, mientras la oposición se mantenga pacífica y sea victimizada, la estrategia de la protesta es la que mejores resultados le ofrece. En la próxima entrega habláremos de las mejores opciones del gobierno.
Fuente:
http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/protesta-paro-negociacion_657373
Fotografía:
http://elvenezolanonews.com/magdaleno-sin-agenda-comun-no-puede-haber-dialogo/
Protesta, paro o negociación
José Antonio Gil Yépes
En algunos círculos se maneja la opción de negociación frente a la protesta. Otros la rechazan como traición. Por otro extremo apareció la propuesta de un paro nacional como vía rápida hacia el cambio de gobierno.
La negociación requiere que ambas partes la acepten. Pero ni Chávez ni Maduro han aceptado el término porque implica ceder algo; mientras que la oposición no ha hecho más que perder oportunidades cayendo en diálogos que siempre han sido usados para comprar tiempo cuando el chavismo está en apuros. La negociación requiere de liderazgos fuertes en ambas partes, empoderados para negociar y para hacer cumplir lo acordado. El problema es que ninguna de las dos partes cumple con esas condiciones. Si hablamos de facilitadores, no se visualiza ninguno con credibilidad para ambas partes; todo lo contrario. Lo único que se puede negociar -silenciosamente- es el tránsito de personalidades clave de un lado para el otro para inclinar la balanza de poder y salir de la guerra de atrición.
La opción del paro nacional tampoco luce viable porque la oposición no cuenta con ninguno de los instrumentos típicos para ganarlo: control de los medios de comunicación, de los sindicatos, de la banca ni del transporte público.
Por lo tanto, la opción que le queda a la oposición es la protesta. Aunque ésta es muy costosa por las 68 muertes, los beneficios obtenidos son importantes: se ha mantenido, se ha expandido a todo el país; tiene tres frentes (los pobres- el hambre, los jóvenes y los partidos); el gobierno está cometiendo múltiples errores (no escucha ni cambia sus políticas económicas, reprime, viola hogares, está disparando a lo loco y convocó una Constituyente que va a agravar el hambre y la protesta). Todo lo cual ha conducido a divisiones internas y en ellas hasta podemos salir beneficiados todos si Luisa Ortega Díaz se convierte en la organizadora de un chavismo democrático. En conclusión, mientras la oposición se mantenga pacífica y sea victimizada, la estrategia de la protesta es la que mejores resultados le ofrece. En la próxima entrega habláremos de las mejores opciones del gobierno.
Fuente:
http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/protesta-paro-negociacion_657373
Fotografía:
http://elvenezolanonews.com/magdaleno-sin-agenda-comun-no-puede-haber-dialogo/
Etiquetas:
José Antonio Gil Yépes,
Negociación,
Paro,
Protesta
domingo, 2 de julio de 2017
DE LA AUDACIA DE SER AUDACES

La generación que despunta
Luis Barragán
Una distinta promoción se asoma, empujando el definitivo reemplazo de esta
dictadura. Veinteañeros que no conocieron otra cosa que la crisis crónica,
deliberadamente crónica que devino humanitaria, ofrecen su mejor testimonio de
lucha en estas horas decisivas.
El tema generacional ha sido recurrente en el caso venezolano, pretendiendo
abarcar y explicar todos sus cambios. José Ortega y Gasset, el arquitecto más
conocido de la tesis, estimuló la tinta entusiasta de muchos de nuestros
intelectuales y dirigentes políticos, tras el dominio y exaltación por largo
tiempo de la muchachada de 1928; por cierto, con motivo del aniversario de su
nacimiento, El País publicó una consulta realizada entre varios escritores
españoles sobre Ortega, considerado como un todólogo,
luego de distinguir entre el talento y el genio.
Resulta fácil apelar al expediente generacional para explicar los eventos
actuales y, de sintetizar los supuestos de la aludida tesis, es necesario
invocar tres importantes características que, entre otras, certifican la
existencia de una nueva generación. Por supuesto, cada quien dirá inscribirse
en una u otra, creyéndola predestinada y, por consiguiente, irresistible
ante todo adversario.
Por una parte, ortegueanamente, una generación es portadora de una
cosmovisión contrastante, la que concede un sentido, una idea, una emoción y
una acción harto diferentes, innovadoras y desafiantes, frente a la establecida y bien consolidada por las generaciones precedentes. Por
otra, emerge gracias a los eventos
extraordinarios que compacta a los coetáneos ante la radical incertidumbre de
los contemporáneos, manifestándose una cultura alternativa. Y, luego,
cumpliendo cada una un ciclo aproximado de diez años, se suceden tres
generaciones: la delincuente, propia
de la decadencia que recrean; la preparatoria, la que va rompiendo con los
cánones y preparando el camino a la siguiente; y la histórica que renueva
completamente los contenidos y sus escenarios.
Ya se habla de dos generaciones decisivas en el siglo XXI venezolano, la de
2007 y 2017. Al igual que la resistencia a morir de las más viejas, en una
pugna que las nuevas tendencias historiográficas, sociológicas y politológicas
subestiman.
Por lo pronto, rompiendo el esquema,
la generación de 1928 no fue todo lo unida o compacta que se supone y el país,
además, supo de importantes aportes de generaciones posteriores, como la de
1936 y 1945, alterando los plazos.
Aquélla debió sucederla, treinta años después, la de 1958, con una
acabada experiencia política y una interpretación integral del destino
venezolano que, al retroceder con la
de 1936, fue reemplazada por los militares que abrevaron en el Plan Andrés
Bello, la de mediados de los setenta.
Haciendo caso del ciclo de marras, después de 1988, la tarea histórica
decisiva será la de la generación de 2018, la que ahora ronda por los veinte
años, convertida la de 1998 en delincuente
y la de 2007 en preparadora del camino. Vale decir, por muy protagónicos que
fuesen, los que salieron a la luz pública con el cierre de Radio Caracas TV,
ocupando hoy roles estelares y coincidiendo en el deseo de cobrar políticamente
juntos, no tienen otra misión que la de allanar el camino a la que muy bien
representan los escuderos.
Ya aceptamos la necesidad y conveniencia de otra cosmovisión, desligada del
sempiterno rentismo de nuestros tormentos; sobran los eventos que protocolizan
un liderazgo alternativo, siendo demasiado temprano para calificarlo de tal,
así la publicidad sea tan generosa; y
los plazos de sucesión parecen cumplirse con la puntualidad acostumbrada, pero
se ofrece demasiadamente mecánico y facilón el fenómeno generacional. Por ello,
hablando de promoción, la que despierta en este siglo XXI con vocación
transformadora, no se entenderá sin el concurso de las promociones más antiguas
y, más allá, como ocurre, sin la vasta y extensa alianza de los sectores medios
y populares que, los europeos no logran siempre entender, tienen en el
estudiantado la pieza de articulación indispensable
para derribar toda dictadura.
La fórmula es la de siempre, resultado de una habilidosa combinación de
ideas y experiencias, imaginación y audacia. No los habrá exactamente
liberales, socialcristianos, socialdemócratas, marxistas o tecnotrónicos, por
mucho tiempo, contribuyendo a esa otra perspectiva que el país reclama, fruto
del indispensable consenso político-cultural.
Fotografía: Carlos Garcia Rawlins.
Fotografía: Carlos Garcia Rawlins.
03/07/2017:
http://venezuela.shafaqna.com/ES/VE/907980
Suscribirse a:
Entradas (Atom)