"Había comprendido que ese esplendor natural, ese temblor de follaje y de flores, no eran presagio de una primavera. Había comprendido que ese árbol estaba allí sólo para subrayar la inmensidad de arena que lo esperaba, como el último espejismo surgido de la insondable profundidad del desierto"
Jorge Semprún
("La segunda muerte de Ramón Mercader", Nuevo Tiempo, Caracas, 1971: 163)
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