martes, 8 de marzo de 2011

SOBREEL ESCEPTICISMO


EL NACIONAL - VIERNES 5 DE MARZO DE 1999
CUENTA DE LIBROS
Carpentier y Lezama Lima
ALEXIS MARQUEZ RODRIGUEZ

Alejo Carpentier (1904-1980) y José Lezama Lima (1910-1976) son las figuras más notables de la literatura cubana del siglo XX. Lo que se conoce poco es la relación que existió entre ellos, muy distintos entre sí, pero con afinidades, más allá de la simple circunstancia de ser ambos escritores de primera línea, y de vivir sus últimos años dentro de la Revolución, bajo un sistema con el cual Carpentier se identificó plenamente, mientras Lezama vivió con él en una especie de mutua tolerancia.

Ha sido la profesora cubana Luisa Campuzano (1943), quien más y mejor ha estudiado esa relación y escrito sobre ella. Relación que no fue sólo personal, sino que abarcó a la revista Orígenes, que Lezama fundó y dirigió durante mucho tiempo, y que fue además órgano de un grupo de intelectuales de notable importancia, identificado con el mismo nombre.

Carpentier no perteneció al Grupo Orígenes, cuyos integrantes eran bastante más jóvenes. Pero sí fue colaborador de la revista, por invitación del propio Lezama y de José Rodríguez Feo.

Sobre esa relación Luisa Campuzano ha escrito un ensayo-reportaje, en el que aporta un precioso cúmulo de datos de gran valor biográfico en relación con ambos personajes. Su texto forma parte de un pequeño volumen, que contiene otros dos trabajos sobre Carpentier, igualmente ilustrativos sobre aspectos muy importantes de la vida y la obra del autor de El siglo de las luces. (Carpentier entonces y ahora. Editorial Letras Cubanas. La Habana, Cuba; 1997. 11,5 X 17,5 cm. 87 pp.).

La autora se limitó a propósito a reunir la mayor información posible sobre la relación entre Lezama y Carpentier. "Trabajo eminentemente arqueológico", lo llama, que servirá para que más tarde, ella misma u otros estudiosos de la vida y la obra de Alejo analicen a fondo lo que para él significó aquel vínculo.

Durante una parte del período en que se relaciona con Orígenes y Lezama, Carpentier vive en Venezuela. Desde aquí le escribe a Lezama y a Rodríguez Feo, manda artículos para la revista y busca otros colaboradores, no sólo venezolanos o residentes en Venezuela, sino incluso de otros países. En 1944 se publica en la revista el cuento "Oficio de tinieblas".

En una de las cartas que desde Caracas Carpentier dirige a Rodríguez Feo se documenta algo que en una ocasión dijimos sobre aquél, basados en una bien fundada conjetura, pero sin la certeza que suelen dar las pruebas fehacientes. El conocimiento, ahora, de esa carta nos afianza en lo que entonces fue un simple parecer. Se trata de la actitud escéptica de Alejo durante su permanencia en Venezuela. El Carpentier que regresa a La Habana en 1939, al comienzo de la guerra en Europa, siente una profunda frustración. El fracaso de la República española y su derrota por el falangismo, el triunfo del fascismo en Italia y del nazismo en Alemania, alimentan en él el escepticismo, tal como se revela en algunos pasajes de El siglo de las luces. En la carta a que nos referimos dice, en efecto, a Rodríguez Feo: "Te confieso que el espectáculo de mi generación (la de 1927), me irrita bastante. Cuando veo a mis compañeros de entonces dados al politiqueo, entregados a la verborrea semanal de las revistas, vencidos por el placer de tener un automovilito, o dados al alcoholismo; cuando veo despreciar las ideas de los jóvenes a individuos que nada supieron dar, cuando veo hombres inteligentes contentándose con éxitos deleznables, pequeños honores de acto público, ello resulta para mí una especie de estímulo. Me digo... `Yo trataré de no sucumbir como ellos. Yo trataré de dar mi propia medida, si es que mi medida ofrece algún interés. Yo no haré política. Yo no perderé más el tiempo, y recuperaré el tiempo perdido por razones ajenas a mi voluntad'... Y me quito el cuello y la corbata, y me siento junto a mi mesa de trabajo".

Hubo, no obstante, algo que lo sacó de ese escepticismo ante la política: el triunfo, en 1959, de la Revolución Cubana, a la cual se sumó con gran entusiasmo.

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