martes, 8 de marzo de 2011

HABITACION MOVIBLE


EL NACIONAL - Lunes 07 de Marzo de 2011 Escenas/2
Nota sobre la crítica
PALABRAS SOBRE PALABRAS
LETRAS
FRANCISCO JAVIER PÉREZ

En una de las últimas páginas de Un cuarto propio (Alianza Editorial, 2003), Virginia Woolf termina por invitar, en su larga discusión de 1929 sobre la literatura, al asunto espinoso de la crítica. Rechazando la censura, con la misma intención con la que unas décadas atrás Wilde había fustigado la tonalidad correccional de la crítica que no alcanza a entenderse como creación artística, va a censurar a la crítica toda en favor de la escritura misma y sin llegar a acercarse a las delicias de la actividad reflexiva, en una lectura, ya para ese tiempo, abiertamente superada. Como si la oyéramos hablar, nos explica que ante la "dificultad de juzgar" el escritor solamente debe hacer su oficio: "Escribir lo que uno quiere escribir, es lo único que importa, y que eso importe por siglos o por horas, es lo de menos".

Alfonso Reyes, dios sin flaquezas del deslinde, distanciado en el tiempo apenas unos pocos años de la novelista de Bloomsbury, se alejará rotundamente de la autora de Las olas en la materia teórica sobre la crítica literaria. Vista como privilegio y sortilegio, la crítica para Reyes no será sino la edificación de una escala, que nacida impresionista y desarrollada como exégesis, culminará coronada por el juicio: una condición exclusiva que trasciende el gusto y que no puede aprenderse; reino superior de una anatomía inventada por Aristarco en la que no tienen cabida los que no nacieron para habitarlo (aquí será emblema el primer verso de la Églo- ga Primera de Garcilaso de la Vega: "El dulce lamentar de dos pastores"). Woolf y Reyes y con ellos todos los gestores críticos van a concentrar en el juicio las cargas más determinantes de lo que la crítica va a significar. Materia impalpable y aérea, el juicio será fuerza originaria y nunca pormenor de estudio erudito (sin desmedro, claro, de lo que la erudición y el estudio vienen a aportar para la coronación de la crítica).

La crítica entraña otras relaciones y propicia otras situaciones. No son sino las que la asocian a procesos del conocimiento o las que la entienden como forma de conocimiento constituida por el lenguaje y el pensamiento. Como lenguaje se demorará en los recursos del método y se desgastará en la efectividad de los sistemas. Como pensamiento, descenderá hasta los recónditos lugares de lo humano personal y de lo humano social. Gestión de historia y cultura, la crítica va a exhibir su cara más grata y más cruenta. Cruenta y grata va a seguir siendo, como siempre y hasta siempre, la actividad de juzgar, más allá de todas las dificultades que la anegan y por encima de todos los aciertos que no siempre evitan el naufragio. Así, la crítica de la crítica se convertirá en la más determinante de sus voluntades (como tantas veces lo ha dicho Todorov).

La voluntad de criticar crecerá hasta hacerse saldo disciplinario (un saldo para cualquier disciplina) en la medida en que únicamente haya sido movida y propiciada por una pasión. La crítica, así, entraña el amor y es, al mismo tiempo, su resultado más sublime. Critica el que ama y no el que desprecia. Se hace crítica porque se ama lo que se critica. Toda pasión de juzgar será siempre una pasión de amor conducida por una o muchas de esas razones.

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