sábado, 26 de marzo de 2011

SOBRE BARRILES DE PÓLVORA


EL NACIONAL - Sábado 26 de Marzo de 2011 Opinión/7
La implosión de un modelo
FREDDY CARQUEZ

Es una de una profunda torpeza ignorar que desde hace más de 30 años nuestro crecimiento económico se detuvo, lo que nos encontró sometidos a un sostenido y franco deterioro de nuestra infraestructura productiva, con los conocidos efectos de pobreza creciente y autoritarismo, presionados por una mayor dependencia de la explotación petrolera con sus perversos efectos sobre el conjunto de la estructura material y cultural de nuestra sociedad.

El trágico signo de la economía de puertos, rasgo dominante de nuestra vida comercial desde los inicios de la república, ha adquirido con el presente Gobierno expresiones dramáticas dada la transformación urbana desarrollada entre nosotros durante el siglo XX, tendencia que se ha multiplicado casi exponencialmente, debido a la transformación del Poder Ejecutivo en un superagente comercial importador, como nunca había sucedido en épocas pasadas.

Mienten descaradamente quienes hablan una y otra vez de autonomía y soberanía nacional.

Nos encontramos a kilómetros de distancia de tales consignas porque, en los hechos, las realizaciones económicas del chavismo reproducen las orientaciones que la globalización les ha impuesto a partir del Consenso de Washington a todos y cada uno de los países periféricos del sistema mundo capitalista.

Muy particularmente y con solícita atención para los petroestados, los centros financieros del primer mundo han facilitado cualquier tipo de compras y negocios, desde los más importantes, como Arabia Saudita, Irak o Irán, hasta los más pequeños como Ecuador, pasando por Argelia, Libia o Venezuela. Incluso mediante el endeudamiento a futuro, sobra petróleo con qué pagar las chucherías que se adquieren.

El derrumbe del norte de África en buena medida responde a la dinámica señalada, por la sencilla y muy básica razón de que en el interior de las poblaciones que se encuentran al norte del Sahara el proceso de control y dominación armado por Estados Unidos y la antigua Unión Soviética a partir de la descolonización posterior a la segunda Guerra Mundial ha llegado al final.

En medio siglo y bajo el efecto del incremento productivo, el crecimiento de nuevos sectores sociales y la influencia cultural del capitalismo desarrollado, han surgido nuevas generaciones que a todos los niveles demandan un trato más justo para sus aspiraciones. Y en la conciencia de ellas se ha fortalecido la comprensión de que existe la posibilidad de conquistar mejores condiciones de vida, pero que esto sólo se logra combatiendo en forma organizada.

Es demasiado evidente que las antiguas versiones burocráticas y autoritarias del estatismo y del nacionalismo utilizadas en el mundo árabe se encuentran en profunda crisis, se derrumban y demandan importantes reajustes en el interior del establecimiento, fenómeno en el cual quizás lo novedoso estará dado por el surgimiento de nuevas élites y una conciencia colectiva más independiente de los poderes tradicionales, tanto del militarismo como de la teocracia, en un panorama universal de un mayor equilibrio entre los superpoderes.

Tampoco debemos subestimar la influencia de los sucesos que hoy conmueven las autocracias árabes en el escenario suramericano, especialmente en los petroestados (Venezuela y Ecuador) y su periferia parasitaria (Cuba, Nicaragua y Bolivia). A estas alturas del camino recorrido resulta imposible devolverse de las realizaciones políticas compartidas, como tampoco pueden desaparecerse las imágenes de complicidad y compadrazgo en los negocios construidos.

Con un incomprensible y descomunal atraso, el eje La Habana-Caracas ha organizado e intentado desarrollar un modelo político-administrativo similar para nuestra sociedad, en el cual se dan la mano las deformaciones y perversiones que han consumido el anacrónico proyecto del estatismo burocrático y del panarabismo, coincidencias que explican la intimidad del presidente Chávez con los personajes más relevantes de esas experiencias, como son Fidel Castro y Muamar Gadafi.

Fotografía: tomada de la red, Rolando Peña.

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