miércoles, 30 de marzo de 2011

8.8


EL NACIONAL - Sábado 26 de Marzo de 2011 Papel Literario/3
Santiago: 8.8 en la escala de Richter
Hablar de la Tierra que se abre
"En su duplicidad, la cifra 8.8 adquiere carga simbólica: los gemelos del miedo, el diablo ante el espejo o, sencillamente, lo que somos y lo que podemos dejar de ser".
Juan Villoro
DIAJANIDA HERNÁNDEZ G.

Cómo reacciona el ser humano ante sit uaciones extremas? ¿Cómo se comporta cuando su vida corre peligro? ¿Qué sucede cuando tememos por nuestra vida, cuando vemos la muerte cerca, como una posibilidad? ¿Cómo relatar un desastre natural? ¿Cómo contar un suceso que a fecta a muchas personas de distintas formas? Juan Villoro decidió hacer una suerte de pachtwork; tomar varios personajes; contar situaciones distintas; reacciones disímiles; juntar crónica, ensayo, relato y testimonio para acercarse a las respuestas de estas preguntas.

En 8.8: El miedo en el espejo el escritor mexicano nos ofrece retazos de lo vivido durante el terremoto que afectó a Chile en febrero de 2010. Una maravillosa crónica que es muchas cosas a la vez: relato de varios, memoria personal, noticia para los anales, indagación sobre la dimensión literaria de la realidad, retrato del absurdo y el humor, reflexión sobre el desastre y el ser humano.

Villoro, que también vivió el terrible terremoto que sufrió la ciudad de México en 1985, compara efectos, afectos y percepciones de ambos sismos. Sí, al cronista mexicano también le tocó padecer el movimiento telúrico de Chile en 2010; por tanto su relato no sólo está construido desde el testimonio de un tercero o de un cuento oído, sino que está cimentado en la experiencia propia, tamizada por su reflexión.

En una entrevista Villoro habló de su crónica y dijo: "El sismo distante de Chile me llevó al terremoto que había ocurrido 25 años antes en mi ciudad y el libro 8.8: El miedo en el espejo es la combinación de esos dos sismos y de lo que se puede sentir ante la inminencia y todo lo que ocurre en esa delgada línea que separa el destino".

El hecho concreto, lo sucedido es plasmado por Villoro con precisión: "A las 3:34 de la mañana del 27 de febrero de 2010 Chile sufrió un terremoto de magnitud 8.8 en la escala de Richter. El sismo modificó el eje de rotación de la Tierra y el día se acortó en 1,26 microsegundos. La ciudad de Concepción se desplazó 3.04 metros hacia el oeste, en dirección al mar. Santiago se desplazó 27.7 centímetros (...) El terremoto duró siete minutos en su epicentro (...) Esto lo convierte en uno de los más largos de la historia".

Y en el motor de la distintas historias de 8.8: El miedo ante el espejo.

La inminencia, el extremo, la conciencia del posible destino destapa la olla y aflora de todo: absurdo, humor, indiferencia, miedo, valor, "calma triunfal", tozudez, solidaridad. Ese 8.8 puso a sus sobrevivientes a verse ante sus temores y la levedad de la vida.

Tratar de reconstruir por pedacitos "un microcosmos" de unas personas que estuvieron a punto de no contarlo; acercarse lo más posible a lo no dicho, indagar en los efectos del miedo, tales son las tareas que se impone 8.8: El miedo ante el espejo, sin dejar de lado las repercusiones e implicaciones sociales y políticas del hecho.

Los personajes del libro son los compañeros de un Congreso de Literatura Infantil al que asistió Villoro. Por momentos todos ellos parecen salidos de una fábula infantil, dignos asistentes del encuentro y fieles representantes del género.

Una prenda de vestir o, mejor, de dormir, la pijama, es el hilo con el que Villoro teje los relatos y sus reflexiones. Pieza infantil, de sueños y ensoñaciones. Es punto de partida y de llegada. Pretexto que sirve para hablar de sí y de los demás. Terremoto y pijama le revelan a Villoro (y a nosotros) una noticia: su "sostenido interés por los temblores y su relación con los misterios de nocturnidad".

Un poco más allá de esos enigmas de la noche, ese "lo que somos y lo que podemos dejar de ser" que lanza Villoro no sólo habla de la muerte, de su posibilidad o cercanía, sino de lo que los cataclismos nos dicen de nosotros como especie; ese llamado que se hace para volver sobre los pasos y mirar nuestra relación con la Tierra, con la naturaleza, con la vida, en nuestro día a día. Dice Villoro: "Los cataclismos ya no son como antes. Las desgracias afectan de nueva manera el entorno en el que vivimos. Sin embargo, hemos ref lexionado poco al respecto". Estamos sin pensar en ello. Sin escuchar.

Sin atender. Una situación límite nos pone de golpe y de frente esa realidad. Villoro afirma que aunque estos acontecimientos se convierten en asuntos globales, la reacción no ha sido "revisar la evolución histórica de los accidentes ni su impacto en las costumbres contemporáneas". Para Villoro la lección es clara: "el vértigo ha dejado de estar en las profundidades. Hay que tomar lecciones de abismo para habitar la superficie de la tierra".

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