jueves, 17 de marzo de 2011

ANUDADOS


La juventud manipulada
Luis Barragán


Irrumpiendo la protesta juvenil de oposición, más articulada e identificada en las calles, el inquilino de Miraflores decidió utilizar la tribuna parlamentaria – recordemos – toda suya desde 2005 al retirarse las candidaturas alternativas, para escenificar otro espectáculo que llamó “debate”. Acudieron los dirigentes estudiantiles de convincente representación, frente a los oficialistas de un decidido exhibicionismo emocional.

Oficialistas que tuvieron cabida en una sectarísima Comisión Presidencial para la Juventud, anunciada y convocada en cadena nacional de radio y televisión, cuya gestión sigue el camino de la clandestinidad inherente a toda conquista burocrática sobrevenida. Para el Día de la Independencia, la Asamblea Nacional escuchó a la joven oradora que ocupó el sitial en nombre de la caprichosa democracia participativa y protagónica, carente de toda legítima representatividad; otros se hicieron ministros, e, incluso, diputados no desde el liderazgo estudiantil exitosamente probado en los comicios universitarios, sino por la significativa y bulliciosa animación de los programas de una planta estatal.

De nuevo, cuando se evidencia el coraje inmenso que las circunstancias reclaman, mediante un recurso tan extremo como el de la huelga de hambre, ante la cual el gobierno nacional autoriza una parrillada (SIC) de sus más inmorales seguidores, al celebérrimo y nunca bien ponderado Comandante-Presidente se le ocurre otro encadenamiento con los suyos para llamar a un debate con la muchachada de oposición que no pudo traspasar siquiera las puertas de la Universidad Bolivariana – lugar de la transmisión - para aceptarlo. Y, manipulando hasta el hartazgo a una juventud que lo festeja, aceptado un artefacto totalitario como el de los consejos estudiantiles para imponerse donde habitualmente pierden las elecciones, olvidando que el grueso de la población que muere en las calles día a día apunta a los sectores más jóvenes y empobrecidos, anuncia como una novedad otro ministerio insustentable: algo así como el minpopo de la Juventud y Estudiantes.

Hay una juventud embaucada y anti-histórica, a juzgar por los que pisan y se dejan pisar en Miraflores. De espaldas al país, estrechando la mano de Tiburón 1, les urge una lectura profunda y sosegada de Pío Gíl.

Ha sido tan gigantescamente arrolladora y eficaz la maquinaria publicitaria y propagandística del régimen, que tiene por soporte a aquellos naturalmente llamados a denunciarlo por la duplicidad moral que lo caracteriza, la insondable corrupción que lo embarga, la sórdida incompetencia que victimiza a los más inocentes. Nunca antes, la llamada antipolítica había conocido tan lejanos horizontes, banalizando el mal a los extremos de una búsqueda incansable de las oportunidades que el poder establecido literalmente sortea, teniendo por principales a aquellos que prestan sus problemas, desgracias y desencantos, desbrujulados ética y políticamente ante una pedagogía incontrolada del cinismo militante.

De no convenir tampoco con las manifestaciones más visibles de la actual oposición, rechazado el chavezato, cabría seguir las huellas de una importante expresión de la denominada generación de 1928 que, al romper con el caudillismo antigomecista de tradición, construyó pacientemente su propia senda, pues resulta inaceptable que los oropeles y las prebendas se hagan causa existencial, aunque esa minoría deba empuñar las armas con el impune ventajismo - alevoso y premeditado - del que goza en las universidades públicas para ganarse el reconocimiento, la complacencia y regocijo del palaciego disparador de consignas para incautos, hueras y anacrónicas.

Difícilmente podemos negarnos a las transformaciones históricas y sociales que todo el país - de un modo u otro - demanda y, por ello, no tememos al término “revolución”, hoy devaluado y adulterado. Y, aunque somos firmes partidarios de otro orden social, tomamos en cuenta la oportuna sentencia de Bertrand de Jouvenel: "Las revoluciones abundan en gritos contra los tiranos; pero nunca los encuentran en los orígenes, y los suscitan, en cambio, al final" ("El poder", Editora Nacional, Madrid, 1974: 275).

Fuente: http://www.medios24.com/p26919.html

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