martes, 29 de marzo de 2011

DIÁSPORA

EL NACIONAL - Lunes 28 de Marzo de 2011 Cultura/4
El foro del lunes
GUSTAVO GUERRERO Enfatiza la necesidad de difundir las letras nacionales
"Estamos viendo los comienzos de una escritura diaspórica venezolana"
Según el asesor editorial para España y América Latina de Gallimard, el eje de la literatura hispanoamericana está en España, porque allí están los instrumentos que crean valor, como las editoriales y los premios
MICHELLE ROCHE RODRÍGUEZ

Uno de los invitados que más se destacó en las I Jornadas Internacionales de Literatura celebradas la semana pasada en la Universidad Simón Bolívar fue Gustavo Guerrero, consejero para España y América Latina de la editorial Gallimard. Aunque ha vivido los últimos 30 años fuera de Venezuela, desde Europa se ha erigido como uno de los principales promotores no sólo de la literatura latinoamericana sino también de las letras del país donde nació en el año 1957.

En noviembre asistió, en calidad de editor, a la ceremonia de entrega del Premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa y, hasta el lunes pasado, fue uno de los jurados del Premio Alfaguara. Su obsesión de más larga data es hacer que los escritores venezolanos se lean fuera de las fronteras nacionales y, preferiblemente, en otros idiomas.

Ahora, su deseo empieza a concretarse.

­Se ha hablado sobre qué deben hacer el Estado y las editoriales para proyectar la literatura venezolana fuera del país, pero ¿qué deben hacer los autores? ­Escribir, claro. Pero es importante que también sepan que el campo literario en español está migrando a España, México y Argentina, y que si quieren tener impacto global deben pasar por esos lugares.

Por eso, en la década de los años noventa muchos autores emigraron y se dedicaron a escribir desde los centros que concentran la edición. Salvo algunas excepciones, como Juan Carlos Méndez Guédez, Juan Carlos Chirinos, Miguel Gomes o Gustavo Valle, esto no ha sucedido en el caso nacional. Tengo la impresión, sin embargo, de que estamos viendo los comienzos de una escritura diaspórica venezolana que permite que nuestros escritores se difundan no sólo a partir del país sino también desde afuera, moviéndose dentro de los circuitos internacionales en los que se desarrolla el concepto de literatura latinoamericana.

­¿Cómo contribuyen los encuentros literarios internacionales a la difusión de las letras nacionales? ­Las ferias cumplen un papel crucial en América Latina, porque permiten el encuentro de los profesionales del libro, que en otros contextos ocurre de manera más bien dispersa.

Además, tienen una función social, pues acercan la literatura a la gente y demuestran que el libro es accesible y que no se vincula únicamente con una clase letrada excluyente. Las ferias permiten borrar las jerarquías culturales alrededor del libro creadas en los siglos XIX y XX. Lo bonito de este tipo de encuentros en América Latina es que son populares, son una gran fiesta alrededor de la lectura, cosa que no ocurre en Europa. Es importante que, desde aquí, la gente se acerque al libro, porque uno de los problemas de la región con el libro es que no hay muchos puntos de venta de estos. A falta de redes de librerías en el territorio latinoamericano, las ferias cumplen el papel de gigantescas librerías a las que acuden las personas para obtener textos en un ambiente festivo, desvinculado de la solemnidad de la cultura letrada.

­¿Qué piensan los escritores de estos encuentros... editoriales? ­Algunos piensan que banalizan la literatura, pero son importantes en nuestro caso, porque en Latinoamérica no contamos con la red de librerías que existe en Europa.

­En el caso venezolano, están multiplicándose estos encuentros (las ferias de Chacao y Baruta, la Filven y Fundarte, además de la Bienal de Mérida y la Filuc en Valencia, son ejemplos). ¿Cómo beneficia esto a lectores y autores? ­Compensan la ausencia de puntos de venta, pues las ferias están vinculadas con las políticas de desarrollo de la lectura. En América Latina el problema ya no es de analfabetismo, sino de acceso a los libros. La relación con la lectura ha estado marcada históricamente por las fronteras sociales que deben superarse.

Debemos ampliar nuestros márgenes de lectores y mercados internos para hacernos independientes de la creación del valor. Es importante desarrollar públicos en América Latina y en eso el papel de las ferias es fundamental, para ampliar nuestros mercados y tener una producción editorial independiente cada vez más fuerte. Hay que recuperar y recentrar un poco la producción en la región, para poder ofrecerle a otras literaturas, como la española, la posibilidad de proyectarse y encontrar aquí unas formas de valores. Eso, precisamente, es lo que no está ocurriendo ahora.

­¿Los fantasmas del boom aún persiguen la literatura de la región? ­Sí, fíjate que acaban de darle el Premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa.

­30 años después...

­Tarde, pero eso muestra que la valoración de los escritores del boom sigue viva. Surgieron otras voces en estos años, pero lo que todavía no hemos tenido (con la excepción de Roberto Bolaño) son autores que alcancen el mismo nivel de reconocimiento público y difusión que tuvieron aquellos. Quizá eso ocurrió porque no existía nada antes de ellos y ahora hay una normalización de la literatura latinoamericana en los mercados internacionales que moldea un nicho de lectores dedicado a esta tradición.

­¿Esto no tendrá que ver con que hoy hay más medios de comunicación que compiten por la atención del lector que en la época del boom? ­Claro. Además, la oferta de libros se ha triplicado. En la década de los años sesenta América Latina no tenía el porcentaje de producción de libros que tiene hoy, y uno de los grandes cambios que se ha producido en los últimos 20 años es la revolución informática, que ha simplificado la mecánica de producción de un libro al abaratar el proceso y hacerlo más rápido. Ahora podemos imprimir más libros que antes y saturar los mercados, y eso permitió la proliferación de pequeñas editoriales.

"Las ferias están vinculadas con las políticas de desarrollo de la lectura"

"El problema ya no es de analfabetismo, sino de acceso a los libros"

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