martes, 8 de marzo de 2011

PARTE DE (PRE) GUERRA


De una guerra civil pretextada
Luis Barragán


Acudimos a la celebración del bicentenario de la instalación del primer parlamento venezolano. Sesionó la Asamblea Nacional en la esquina de El Conde, en la sede de la biblioteca “Simón Rodríguez”, en el noble y contrastante edificio que suplantó injustamente a aquella casa del mantuano caraqueño donde quedó sembrada la constitucionalidad independentista.

El orador del encuentro solemne, poeta al que también hemos leído con frecuencia, aunque un amigo chavista lo cree vetado por su distinta “plataforma ideológica” (hay incomprensibles prohibiciones sobrevenidas que pretenden imponer), disertó con la espontaneidad aparente de no ceñirse a un texto escrito. Gustavo Pereira, equiparando el genocidio de los pueblos indígenas con el de Vietnam o Palestina, el anti-imperialismo y la lucha de clases, concedió una versión supeditada en extremo a la perspectiva ideológica que lo inspira sobre la Independencia.

Perspectiva a la que tiene derecho, por cierto, aunque no podamos aceptarla como el dogma de lo que es una tendencia historiográfica nada original, quedando regadas las interrogantes difíciles de digerir por la bancada oficialista. Medias verdades, medias mentiras, que conforman el imaginario actual de amplio uso para los afectos, arma morbosa que se ha hecho hábito contra los desafectos, como si todos fuésemos partidarios de las injusticias.

Valga la digresión, puede concluirse que el resultado de esa lucha de clases invocada tan mecánicamente, ausente una argumentación que dé cuenta de la sociedad rentista que somos, estuvo también presente con el alto gobierno, una fiel representación de la “clase” beneficiaria de los miles de millones de petrodólares que la década ha reportado. No obstante, llama la atención la referencia hecha a la tristemente célebre guerra civil española del siglo pasado.

Apareció el espectro de Francisco Franco, como en la novela de Carlos Fuentes, “Terra nostra”, dizque intimidándonos. A propósito del viaje que orador hizo por Andalucía, ofreció unas reflexiones que partieron del asesinato de Federico García Lorca hasta concluir en la detestación de toda guerra, aceptando que las hay justas. Sin embargo, la referencia a la guerra civil española, lució como un pretexto para combatir “ideológicamente” a la oposición, sin meditar sobre las condiciones que la hicieron posible, el proceso de conformación y confrontación demencial de los sectarismos o fundamentalismos, el significativo secuestro y ejecución de Andreu Nin, marxista convencido, por ejemplo.

Hay un empleo político morboso de todo acontecimiento capaz de intimidar o intentar intimidar, asediar o intentar asediar, a los sectores de la oposición. Ese propósito ilustrado de intimidación o asedio moral, es el que hace las guerras y – precisamente – las civiles, prefabricándolas donde hay oportunidades para la paz constructiva, fructífera y posible.

Importa recordar el inmenso e inigualado testimonio de Manuel Azaña, premier y presidente de la República de España. Incluyendo aquellos cuadernos robados por el franquismo, dejó un diario político y de guerra necesario de sacar del fondo de nuestros olvidos colectivos para evitar el artificio de las guerras que, aún en nombre de la ignorada lucha de clases, el chavezato puede acometer: civil o internacional.

Fuente: http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/7499-de-una-guerra-civil-pretextada
Fotografía: LB (12/2010)

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