martes, 8 de marzo de 2011

LANZADOS EN UNA PISCINA ¿SIN AGUA?


Vista de mantenimiento de piscina en el día final de carnaval
LB


La atractiva oferta inmobiliaria de veinte años atrás, en la Caracas dineraria del festejo petrolero, incluyendo el subsidio del Estado hoy olvidado, contaba con dos elementos que concedían status: las antenas parabólicas y las piscinas. Sobre unas, quedan los edificios con la grandes piezas que la interperie despelleja lentamente, hospedando a los zamuros u otras aves de incierta base de operaciones; y de las otras, parecen un testimonio de pesar.

El costo elevado de las piscinas residenciales, obliga a vaciarlas precisamente de agua (¿recordamos aquella cuña que versaba sobre las tarjetas de crédito?: no tenerlas, era como lanzarse a una piscina sin agua). Mantenimiento costosísimo, además de las instalaciones anexas que saben del óxido y del abandono. Empero, ahorrando gastos, la junta de condominio intenta vaciar las inevitables cantidades de agua de lluvia que albergan, ideales cuarteles generales de zancudos y otros artefactos voladores (aunque más de las veces, parece importar poco).

De modo que el conserje tiene otro deber adicional y supremamente artesanal: tomar un tobo o cuño, amarrarlo fuertemente, y restar con paciencia el agua putrefacta que se acumula. Sin botas, desesperado por terminar pronto la tarea, puede descender y - debajo del trampolín que también se pudre - buscar la sombra para minimizar el gasto en un edificio que, por más prestancia que tomó de la región mesocrática del oeste caraqueño, alcance un deterioro impresionante, añadido el ruido de todas las horas de la noche que dicen fiesta en franco desafío al sueño de los vecinos.

Las huellas de las viejas bonanzas, impresas en la diaria aventura de la supervivencia. Bastará una cita con los cacerolazos de protesta para descubrir también a los silenciosos o "consignadores" del "!Viva Chávez!", a sectores que pudieron colgarse de las prebendas del Estado, agregados a los que dicen haber ascendido social y recientemente, en esta vasta feria de la precariedad que no tiene límites (Alejandro Maita dixit).

Foto: LB, 08/03/11

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