martes, 8 de marzo de 2011

DE UN REHÉN


Rubén González y los foquistas en el poder
Luis Barragán


La versión que tienen de sí mismos los elencos de poder, tupidos de una nostalgia más de las veces ajena, es la de los elegidos. No hay otros que puedan encarar esta larga cadena de coyunturas que remontan la década, pues se tienen como la vanguardia audaz que, muy lejos de los escenarios que hicieron los sesenta, juegan a la guerra de guerrillas en el escenario seguro que hoy les concede el Estado.

Quizá Régis Debray, el teórico por encargo del foquismo guerrillero, no imaginó jamás que una minoría temeraria pudiera hacerse gobierno electoralmente, prolongándose en nombre de una alianza cívico-militar que es la del dinero y la pólvora con PDVSA y la FANB, que no proletario-campesina. Capaz de simplificar exitosamente los procesos políticos, atendiendo selectiva y arbitrariamente los problemas, el presupuesto público, por siempre subestimado el ingreso petrolero anual, les permite vociferar toda suerte de consignas, remendar todos los capotes y acolchonar los placeres y privilegios del poder.

Poco importa que la clase obrera sea la de mayores sacrificios a realizar, extinguiéndose lentamente, pues – acaso, simulándola – lo único admisible es que haya trabajadores dependientes del Estado, en la etapa galopante de la desinversión y desindustrialización del país. Las nacionalizaciones o estatizaciones no significan otra cosa, porque – además del botín seguro – permite desmantelar toda resistencia y existencia de la clase llamada a ejercer el poder, según el manual.

De modo que el deterioro del salario real, la negación de la contratación colectiva o el sicariato, conforman el soporte clave para el mantenimiento de los elegidos o el foco de poder que se toma como una “clase en sí” y “para sí”. Por ello, nada accidental fue la condena del dirigente sindical de la Ferrominera, Rubén González, gracias a los delitos político y militar que le imputaron, sencillamente por hacer y ejercer su delicado oficio.

Se dijo que “por una orden superior” fue “liberado” y reducido a su domicilio, pero se mantiene en pie que la responsabilidad sindical en Venezuela comporta una restricción del derecho al trabajo de los demás, una obstaculización del tránsito y una violación de las zonas de seguridad. Y, como al fin y al cabo se trata de la política en su más amplia y noble acepción, hay agavillamiento.

Tuvimos la suerte de conversar con González la misma mañana de su encarcelamiento, por mediación de Noel Vargas, presidente del partido socialcristiano guayanés, y, aunque sabía de las angustias que la medida judicial ocasionó, no hubo un milímetro de cobardía y desánimo. El foquismo puede reinterpretar y remendar esta vez el derecho penal a su antojo, pero nunca podrá hablar en nombre de la clase obrera a la que tanto teme, mientras haya un liderazgo firme y convencido que siga enarbolando las banderas de la democracia que son las de la justicia social.

Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2011/03/ruben-gonzalez-y-los-foquistas-en-el-poder/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=746021

Nota LB (o post-data):

Una curiosidad y - acaso - una conclusión: recibimos un par de correos de quienes - harto evidente - no leyeron el texto publicado en Noticiero Digital, el cual celebraron dizque por condenar el "foquismo", sinónimo de las "focas" que se arrastran adulantemente en razón de la bancada oficialista parlamentaria. Y no, no hace, hacemos alusión al sentido político que - además - ya es parte del vocabulario político venezolano más reciente. Nos referimos a esa no menos curiosa concepción del foquismo guerrillero de los sesenta, desdoblado o sublimado con el chavezato. Régis Debray (en la gráfica), althuseriano con doctorado en la Escuela Normal Superior de Francia, teorizó por encargo la teoría foquista, apareciendo hacia 1967 el libro "Revolución en la revolución" del que, valga la digresión, la televisión opinática de Venezuela supo - por ejemplo - gracias a Carlos Rangel, periodísta que - al contrastar hoy con los muy versados que suelen cubrir la fuente política - lo leyó, como habituaba hacerlo con la materia prima de sus consideración: la literatura política. Quizá pueda concluirse que Rubén González fue prisionero de Debray, tergiversado hasta el hartazgo en las consignas que corajuda y temerariamente lo desconocen. REhén del foquismo que se actualiza, pues.

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