SOL DE MARGARITA, Porlamar, 14 de Julio de 2012
Otros del reverso
El supuesto origen religioso del apoyo a Chávez
Hace dos años los candidatos de Chávez sacaron menos votos que los de la oposición en las elecciones legislativas, obtuvieron un número mayor de asambleistas por unas reglas tramposas, por el cambio de los circuitos electorales. Ahora, Jorge Giordani sin preocuparse por el futuro inundó el país de dinero y el Gobierno regala desde neveras hasta casas.
Fausto Masó
Hay una tesis cómica para explicar que Chávez todavía no sea rechazado por todos los venezolanos, atribuirle propiedades místicas, suponer que el venezolano común lo considera un Negro Primero. Algunos encuestadores explican que a pesar de que suframos los apagones, de que nos maten al salir de la casa, no nos alcance el sueldo, todavía el PSUV conserva una votación porque el pueblo mantiene una relación religiosa con Miraflores, Chávez enamoraría a sus seguidores como si fuera un predicador dominical, que le perdonarían todos los excesos y errores. ¡Tonterías!
En más de una elección Chávez ha sido derrotado, y en otras ha ganado porque la oposición cometió la estupidez de no participar en los comicios, su carisma no sobrevivió a la situación económica, en cambio hay una relación clara entre el aumento del circulante, como está ocurriendo ahora, y la popularidad presidencial. Además, esta mejoría artificial de la situación económica coincide siempre con un ventajismo atroz.
Hace dos años, los candidatos de Chávez sacaron menos votos que los de la oposición en las elecciones legislativas, obtuvieron un número mayor de asambleistas por unas reglas tramposas, por el cambio de los circuitos electorales. Ahora, Jorge Giordani sin preocuparse por el futuro inundó el país de dinero y el Gobierno regala desde neveras hasta casas.
El Gobierno despliega un plan para cohibir y asustar a los electores. Los desanima repitiéndoles que las encuestas anuncian el triunfo apabullante de Chávez, una verdadera mentira, el propio presidente llega a decir que los que no son chavistas no son venezolanos, afirma que cuenta con un plan B caso de cualquier maniobra opositora, no cesa de dar discursos amenazantes en los cuarteles, de repetir que la revolución es irreversible, como si no fuera posible derrotar al PSUV. Puro gamelote.
Hay partes de Venezuela donde el gobierno controla prácticamente todas las estaciones de radio y todos los periódicos y donde la inmensa mayoría de la población depende de algún subsidio directo.
Todo esto explica por qué la intención de votos a favor de la candidatura de Chávez no ha caído catastróficamente. El Gobierno sacrifica el futuro del país, el manejo racional de la economía, a cambio de fortalecer la candidatura de Chávez, quien realiza una campaña electoral sin hacer demasiados esfuerzos, porque es consciente de que si se sometiera a una presión semejante a la que vive Capriles, un joven de 40 años con buena salud, el stress aceleraría la evolución del cáncer de Chávez, quien finge estar bien de salud, ocasionalmente se presente en público pero que en realidad no es el mismo candidato de otros tiempos.
Ese es el secreto de la popularidad decreciente de Chávez, quien intentará en los días previos antes de octubre 7 algún esfuerzo mayor y pondrá en riesgo su salud.
Por el país se colocan millares de carteles que muestran a Chávez abrazado a una viejita o un niño, lo misma imagen que nos presentan por televisión. Paradójicamente, los estrategas de Chávez reconocen que la obra de gobierno no es presentable y prefieren intentar establecer un vínculo emocional con el elector, no recordarle el balance de un Gobierno desastroso, hacer olvidar tantas obras públicas a medio hacer y la inseguridad que mata a los ciudadanos. Es una estrategia lógica pero que coloca a un candidato enfermo en un aprieto. Se equivocan los que anuncian el fallecimiento de Chávez en dos meses desde hace un año, pero la enfermedad existe y como sabe cualquier lector a veces el paciente alarga su vida, con tal de que lleve una vida limitada, o de pronto recae y entra en agonía. Chávez quiere vivir muchos años y ganar las elecciones, aspira a sobrevivir realizando una campaña a media máquina, gobernando a distancia por así decirlo.
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