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Miradas múltiples para el diálogo
La izquierda venezolana
BENJAMÍN E. MARTÍNEZ
"Florecemos en un abismo".
Rafael Cadenas, Homenaje
Como sujeto interesado en la cultura del venezolano, muchas de las interpretaciones que realizan desde hace algunos años investigadores interesados en comprender la política desde nuestra realidad me han dejado un sabor agrio en el corazón, pues, desde mi punto de vista, no posibilitan un genuino encuentro con el nosotros plural que somos, importando percepciones ibéricas unas, sajonas otras, se diluyen en una acomodación prístina en modelos inoperantes, sin hablar de aquellos que pretenden justificar una entelequia en función del análisis semiótico como panacea de la actual crisis planetaria, quizás después de todo, no sea precisamente la transformación en función del prójimo lo que desean.
Símbolos y signos pensados, reconfigurados bajo la vigencia de una posible orientación crítica de lo vivido, nos invitan a una sacudida de lo que pretendemos ser, que puede o no condicionarnos como sujetos ajenos a cualquier pretendida vinculación a estadios culturales importados, catalogándonos distantes de un pretendido modelo de civilización.
El proceso histórico venezolano nos invita a vivir la pluralidad evocada y sentida desde nuestra cotidianidad ante aquellos principios de vida que, al ser ajenos a lo nuestro, se pretenden legitimar desde la academia, incluso, desde esa academia que dice surgir desde las necesidades del pueblo, cuyos fundamentos no sólo aparecen obsoletos y poco funcionales, sino que lamentablemente reproducen modos de vida alienantes.
La estructuración burocrática de nuestra propia cultura en los diversos espacios en que la producimos y reproducimos, ajena, incluso, a cualquier praxis nacida desde una reflexividad crítica, debe ser cuestionada en función de una posibilidad de combate, desde otras lógicas necesariamente anticapitalistas, pues nuestro ethos en la mayoría de los casos se presenta imprescindiblemente materialista.
Nuestro proceso cultural, por cierto, muy rico, se encuentra forzadamente oculto en diversos escenarios, con lo cual la política desaprovecha intencionalmente las figuraciones de una genuina realización. La potencialidad de la compleja izquierda venezolana como principio interpretativo de una praxis necesaria, actualmente fluctúa entre una tradición de resistencia y un moldeamiento a los intereses personales que, si bien siempre han existido, hoy se enfrentan a la imposibilidad de su continuidad.
La izquierda venezolana se encuentra culturalmente en una encrucijada: o reafirma su lealtad a lo diverso de su composición o sigue manteniendo el striptease ante el imperialismo. El actual sujeto cultural venezolano posee su propia potencialidad para hacerse a sí mismo, más allá de lo que nuestros hábitos parecen suponer, aprovechemos la circunstancia.
Sirvan estas líneas para, junto con muchos otros compañeros de lucha, reafirmar la voluntad de transitar nuestra humanidad con la convicción de quien reafirma lo que es en un momento inevitable como hoy.
"Y viene la lluvia iluminada por fogones celestes, y el arcoíris convierte la tarde en la puerta de los siglos".
Vicente Gerbasi, Tiempo de cosecha Amigo: Siempre con especial atención a las bien intencionadas invocaciones de lo "nuestro" y ese recurrente rechazo de lo "ajeno". Sospecho que allí se agazapa más de un problema.
¿Quiénes somos "nosotros"? Me resulta siempre dudoso este tipo de posicionamiento: al final, los contenidos (de los enfoque, de las miradas) quedan sumergidas en la etiqueta de que no es "nuestro". Yo sugiero remitirse a los contenidos (poco importa si son "nuestros" o "ajenos"). Hay contenidos sustantivos inapelables en distintas esferas; especialmente en el terreno del pensamiento político, donde lo "nuestro" es francamente precario. Una nueva izquierda tiene como tarea primera comprender el tiempo que vivimos, adentrarse en nuestro riquísimo neobarroco posmoderno y aportar lo que brota de nuestra experiencia histórica singular.
R. Lanz
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