EL NACIONAL, Caracas, 30 de Junio de 1997
Pizarrón
La gente de las palabras
ARTURO USLAR PIETRI
Se ha reunido en Caracas el Congreso Internacional de Literatura Iberoamericana, patrocinado por la Universidad de Pittsburgh y por el Consejo Nacional de la Cultura, de Venezuela. Están allí profesores, críticos, especialistas en todos los aspectos de la literatura en español y portugués, procedentes de veintiséis países y que representan, sin duda, de manera cabal, el panorama de lo que hoy se hace, se piensa y se enseña en materia de letras iberoamericanas. El tema es vasto, se descompone en numerosos aspectos y dará ocasión para cruzar ideas y plantear cuestiones fundamentales con respecto a la expresión literaria latinoamericana.
Por su propia naturaleza, por la calidad de las personas reunidas y por las implicaciones inmensas del tema es una reunión importante. Más allá del análisis crítico y de la investigación erudita sobre autores, obras y épocas, va a estar en el fondo mismo de todas las consideraciones el hecho fundamental de la lengua, de la creación literaria y de la capacidad de conocimiento y comunicación entre los hombres.
Sin duda, todo lo que pretendemos saber y, en cierto modo, lo que los hombres entendemos de nosotros mismos y del mundo que nos rodea está en las palabras. No podemos ir más allá de ellas. Los lingüistas nos han enseñado que el lenguaje es un sistema de símbolos por medio del cual representamos, de manera aproximada y falible, nuestro propio ser y nuestro entorno. ¨Qué hay en una palabra?, se preguntaba Shakespeare. Sin duda que no más que la representación aproximada de algo que no podemos expresar y definir de otra manera. Todo conocimiento se expresa en palabras y lo que no se expresa en ellas prácticamente no lo podemos conocer sino apenas intuir.
Ya Wittgenstein lo ha dicho, en su manera aforística y penetrante: ``Lo que no podemos pensar no podemos pensarlo. Tampoco, pues, podemos decir lo que no podemos pensar'', lo que resumió de manera deslumbradora cuando dijo: ``Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo''. Está dicho allí lo esencial del lenguaje con relación al pensamiento y la condición humana.
Esto bastaría para darnos cuenta de la importancia fundamental de la lengua y de la expresión literaria en la condición y las posibilidades del hombre frente al mundo.
En una u otra forma aquella reunión numerosa de la gente que se dedica al estudio de esa función fundamental del ser humano: de cifrar el universo en palabras para luego tratar de descifrarlas, bastaría para señalar la suprema importancia de su tarea. Más allá de las designaciones profesionales, profesores, críticos, escritores, habría que llamarlos, con toda propiedad, ``la gente de las palabras''.
En los últimos años han ocurrido inmensas transformaciones en la situación mundial y en el juego de valores que pretende explicar o dirigir la acción humana. Desde la simbólica fecha de la caída del Muro de Berlín se marcó el comienzo de una nueva etapa de la situación mundial. Nunca antes, en tan corto tiempo y con tan inmenso impacto, la humanidad tuvo la sensación plena de un cambio total de los valores, las ideas y las referencias mentales predominantes. Es, sin duda, una crisis ideológica de inmensa magnitud, que va a afectar la situación de todos los hombres en muchas maneras. De un mundo conocido, definido en sus valores y sus antagonismos, explicable, comprensible y hasta cierto punto previsible, hemos pasado a otro muy diferente en el que la mayoría de los valores de referencia, de la manera de comprender el presente y de apreciar el futuro, han sufrido inmensos cambios que desembocan en una situación de perplejidad y confusión.
¨Cómo afecta ese gigantesco cambio a lo que pudiéramos llamar la condición de la gente de las palabras en la América Latina? Tal vez esta situación fundamental no llegue a plantearse en estos términos en la reunión de Caracas, pero es, ciertamente, la más importante para el presente y el futuro de esto que llamamos la América Latina, que hasta ayer tenía una situación en el mapa ideológico del mundo y que hoy no sabemos exactamente cuál es esa situación, ni cuál es ese mundo que está surgiendo en este momento.
Fotografía: Iglesia de Mario Botta 9, Liana Cisneros
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