sábado, 5 de marzo de 2011
LIBIA (TRES)
EL UNIVERSAL, 3 de Marzo de 2011
Libia busca un camino hacia la democracia
Julio César Pineda
Diego Arria, Milos Alcalay, Humberto Calderón Berti, Alfredo Coronil, Rafael Medina, Milagros Betancourt, Hermann Escarrá y quien escribe, tuvimos la oportu- nidad de referirnos a la política exterior de Venezuela para un nuevo gobierno en una actividad académica convocada por el Instituto de Dere- cho Constitucional Internacional. El coordinador de asuntos internacionales de la MUD, Ramón José Medina, presentó un mensaje de respaldo en nombre de todas las fuerzas de oposición, de respaldo y solidaridad con esta iniciativa y con señalamientos sobre la presente y futura diplomacia venezolana. En mi ponencia, como ex embajador de Venezuela en Libia, durante tres años, me referí ampliamente al excéntrico personaje coronel Muamar Gadafi, guía de la revolución desde el 1 de septiembre de 1969, al país, “La Jamahiriya Árabe Libia Popular y Socialista” y al socialismo que ha implementado y ha querido extender al mundo árabe y africano sin éxito, donde mezcla el marxismo en su doble versión soviética y china con el Islam, en su llamada tercera teoría universal, recogida en “El Libro Verde”, producto de la revolución cultural de 1977, inspirada en el Libro Rojo de Mao de obligatoria lectura y paradigma para la sociedad libia.
Por supuesto que al referirme a Libia lo hice en la dimensión de la primavera democrática que se originó en Túnez con el derrocamiento del militar presidente Ben Alí y de su extensión a Egipto con la separación del poder de otro militar, el presidente Hosni Mubarak. Todo dentro del marco de las variables del petróleo y la religión, fundamentales para comprender el Medio Oriente desde Pakistán hasta Mauritania, con la observación de que esta importante región del mundo nunca ha conocido la democracia, ni tiene historia constitucional ni gobiernos alternativos. Quinientos años de ocupación otomana, terminada la Primera Guerra Mundial, reparto entre las dos grandes potencias Inglaterra y Francia, bajo el supuesto del petróleo y posteriormente la presencia estadounidense. Regímenes autoritarios y dictaduras, tanto monarquías conservadoras como con gobiernos militares, de carácter mesiánico. Así fue Libia, hasta la llegada de Gadafi y su golpe militar en 1969 contra el corrupto rey Idris el Samusia. A diferencia de Túnez y Egipto, donde las demandas populares, especialmente de jóvenes y mujeres, fueron oídas por los militares que actuaron como institución para facilitar el tránsito hacia la democracia, en el caso de Libia, Gadafi, sustituyó a las fuerzas armadas por milicias pagadas, fanatizadas, con total sumisión al líder único. Es el drama que vive ese extenso territorio con una de las más grandes riquezas petroleras del planeta. La comunidad internacional ha actuado rápidamente, tanto en el seno de la ONU como en la Unión Africana y con gran acierto en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Se espera la decisión para llevar al líder libio al Tribunal Penal Internacional de La Haya, lo cual dificulta el intento de asilo o refugio en cualquier país democrático. Igualmente, la declaratoria de una zona protegida por fuerzas internacionales para evitar el exterminio de la población libia en las zonas declaradas libres, especialmente en la región de Bengazi, cerca de Egipto, y en la frontera con Túnez; no se descarta una intervención militar como la ejecutada contra Milosevich, en su agresión contra el pueblo de Kosovo. El rechazo ha sido total de la comunidad internacional a la actitud genocida de Gadafi, incluyendo los duros términos del líder iraní Ahmadineyad. Lo extraño para los observadores internacionales ha sido la actitud de Venezuela, de respaldo al Gobierno de ese país que se manifestó tímidamente en el inicio a través del canal Telesur, informando la injerencia extranjera y la inmediata invasión a Libia por sus riquezas petroleras, afirmando la tranquilidad del país y comprometiendo al propio embajador venezolano en esa actitud. El canciller Maduro fue más directo en ese respaldo, y el presidente Chávez, utilizando el Twitter, llegó a publicar “Viva Libia y su independencia, Gadafi enfrenta una guerra civil”.
Este brevísimo recorrido por la historia reciente nos demuestra, entre otras cosas, que la situación al norte de África no es producto de la casualidad y su repercusión a nivel mundial es inobjetable, por tal razón presentaremos una serie de artículos que nos permitan dibujar en profundidad, el origen y consecuencias de esta ruptura de paradigmas en el mundo árabe.
EL NACIONAL - Martes 01 de Marzo de 2011 Opinión/8
Final fatal
El otrora poderoso Gadafi, como todo dictador, tiene los días contados
VÍCTOR RODRÍGUEZ CEDEÑO
La tormenta en el norte de África se acentúa entre manifestaciones, masacres e indecisiones de la comunidad internacional que, por diversas razones, mantuvo una complicidad silenciosa e interesada con los regímenes totalitarios de la región. Hasta hace poco, muchos jefes de Estado de Occidente se fotografiaban con el dictador Gadafi para mantener alianzas y negocios, sin que les importara el sufrimiento de los pueblos. El primer ministro francés disfrutó sus vacaciones de fin de año en Egipto, por invitación del gobierno de Mubarak; el presidente del Consejo Italiano, Silvio Berlusconi, recibió meses atrás a Gadafi para celebrar entre tiendas y chicas el nivel de las relaciones, confirmar los negocios de gas y petróleo y lograr recursos para una asfixiada economía italiana, y a ninguno de los dos les importó el dolor de los pueblos.
Los organismos internacionales tampoco se habían manifestado. Es apenas ahora cuando el Consejo de Derechos Humanos de la ONU presidido hace sólo cinco años por Libia adopta una decisión para condenar la violación de los derechos humanos en ese país. El Consejo de Seguridad de la ONU, después de largos debates, aprobó por consenso algunas medidas en contra de Libia, entre las cuales figuran prohibición de salir del país a Gadafi y sus familiares y allegados, así como el congelamiento de sus cuentas en el exterior y, lo más importante, al igual que hace un tiempo en el caso de Bashir de Sudán, el envío de la situación que ocurre en Libia a la Corte Penal Internacional (CPI) para que investigue acerca de los horrendos crímenes que se cometen en ese país y se establezcan las responsabilidades del caso.
La respuesta de Gadafi a las legítimas protestas de los libios fue "acabar" con los manifestantes, recurriendo al uso de las armas, incluso a bombardeos a la población civil, lo que ha dejado centenares de muertos que, según la "independiente" Telesur, eran "exageraciones de los medios imperialistas".
Estamos ante crímenes graves de trascendencia internacional que pueden ser conocidos por la CPI, aunque Libia no es parte del Estatuto de Roma. Bombardeos, llamados a la masacre de civiles. La resolución del Consejo de Seguridad activa la jurisdicción de la corte (artículo 12 del Estatuto), lo que permitirá la actuación inmediata del fiscal (artículo 13-b) para investigar los hechos y determinar las responsabilidades. Gadafi tiene serias responsabilidades. También los militares y civiles armados, mercenarios muchos, quienes ejecutan por órdenes y llamados del dictador estos crímenes contra la humanidad. No hay excusas para eximir la responsabilidad de los presuntos criminales.
Ante la gravedad de la situación, aunque tardíamente, la mayoría de los gobiernos del mundo ha condenado las masacres y pedido al régimen de Gadafi que detenga las atrocidades. Solamente Cuba, Nicaragua, Bielorrusia y Venezuela han manifestado irresponsable y lamentablemente su apoyo al criminal Gadafi, lo que preocupa enormemente dentro y fuera.
El apoyo a Gadafi significa así de simple la aprobación de los métodos para disolver las manifestaciones pacíficas de civiles desarmados, ejecutadas por militares y civiles armados e instruidos para ello, lo que lamentablemente vimos una vez en Venezuela y que esperamos no ver más, pese a los anuncios desesperados lanzados por algunos de que "los oligarcas" no volverán y que "no entregaremos el Gobierno a ninguno que no sea Hugo Chávez, pese a los resultados electorales", incitación que por sí misma constituye un crimen contra la humanidad.
El otrora poderoso Gadafi, como todo dictador, tiene los días contados y si es recibido en otro Estado y esto es muy importante en el caso de Venezuela las autoridades de ese Estado tendrán que entregarlo a la justicia internacional, de acuerdo con los compromisos que han asumido al suscribir el Estatuto de Roma. La cooperación con la corte es una de las obligaciones más importantes que asumen los Estados partes en el Estatuto.
Los regímenes como el de Gadafi y todos los que violan de manera sistemática y generalizada los derechos humanos, los que cometen crímenes contra la humanidad, terminan tarde o temprano de la misma forma. El final es siempre fatal.
Ilustración: Pedro León Zapata (El Nacional, Caracas, 01/03/11)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario