lunes, 11 de octubre de 2010

deudor


EL NACIONAL - Lunes 11 de Octubre de 2010 Escenas/2
Nobel gracias a Flaubert
PALABRAS SOBRE PALABRAS
LETRAS
FRANCISCO JAVIER PÉREZ


Toda pasión termina siendo correspondida. Si bien no toca a Emma satisfacer al joven Mario, Flaubert lo hará con el maestro. De la mano de sus primeras lecturas, ésas que lo acompañarán toda la vida, ha ido edificando la que es hoy una de las obras de creación literaria más notables de la lengua española. Los escritores franceses, que lee desde sus años mozos, lo convertirán en escritor al enseñarle las razones que se deben tener para hacerse tal. Balzac y Víctor Hugo (por el que escribe el hermoso ensayo La tentación de lo imposible), pero mucho más Flaubert, serán astros escriturarios que Vargas Llosa tendrá a la vista, tanto ayer y hoy, para que tutelen su literatura, siempre una denuncia de vida ganada por la satisfacción imaginaria, la promesa de un mundo mejor que irremisiblemente debe llegar.

Flaubertiano apasionado, le dedicará, entre otros muchos momentos de su escritura, uno de los más felices, ése que le lleva a escribir, en 1975, el volumen La orgía perpetua (editado nuevamente por Alfaguara en 2006), una confesión penetrante de amor a la literatura ("un puñado de personajes literarios han marcado mi vida de manera más durable que buena parte de los seres de carne y hueso que he conocido") y una profesión de fe incuestionable hacia el padre de la escritura moderna, el autor más solitario de su tiempo y, también, el más comprometido, el de sufrimiento más reservado, el de ideas más escépticas, el de palabras más destructivas, el crítico más feroz de la pequeñez de los hombres y de la imbecilidad de las sociedades, el guía estético y de vida más infalible ("ha sido en muchos casos el termómetro que me ha servido para medir a otros autores, el factor que decidió mi entusiasmo o mi rechazo").

Practicante del flaubertismo, no será sólo admiración lo que le conecte con el genio, sino la puesta en funcionamiento de las claves de su escritura, llaves robustas de universalidad que sólo los grandes autores están dispuestos a ejercitar.

Vargas Llosa ha hecho del rigor flaubertiano una de las banderas más constantes de su gestión de escribir.

Como Flaubert, piensa que la providencia da lo que da, pero que la paciencia y la disciplina son en realidad los haberes más poderosos con los que cuenta el escritor para hacer prosperar su arte. Descreyendo de la inspiración y de la buena fortuna, creerá que son el ejercicio y la voluntad las únicas herramientas para que el escritor alcance lo que se proponga. Dirá que el genio de Flaubert estará hecho de paciencia y su talento del trabajo más agónico.

La orgía perpetua es un libro fundamental para el estudio de la literatura al inspeccionar uno de los fenómenos más portentosos por ella producido: el de un escritor que amando la vida la posterga por su escritura, el de un hombre que amando el amor lo declina por su arte, el de un artista que fascinado por la belleza la pospone frente a la rudeza de la vida, el de un amante de las pasiones que prefiere no corresponder a ninguna de ellas y existir sumido en los goces de la ficción; los únicos momentos en los que vislumbra la felicidad.

Vargas Llosa descubre esta filosofía de la literatura en la obra del más grande filósofo literario. Flaubert le había dibujado el premiado itinerario.

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