viernes, 1 de octubre de 2010

tinta de gendarme


EL NACIONAL, Caracas, 28 de Febrero de 1997
CUENTA DE LIBROS
Una nueva dimensión de la novela policial
ALEXIS MARQUEZ RODRIGUEZ

Peter Elmore (Lima: 1960) es un joven escritor, periodista y docente peruano, profesor de la Universidad de Colorado, en USA. Hace unos meses apareció su primera novela (``Enigma de los cuerpos''. Peisa. Lima; 1995. 14,5 x 20,5 cm. 318 pp.), después de haber publicado un libro de ensayos, ``Los muros invisibles'', amén de artículos y ensayos en periódicos y revistas de su país, y de haber participado en actividades teatrales.

``Enigma de los cuerpos'' puede catalogarse como una novela policial. Pero dentro de una dimensión novedosa de este género, que tanto vigor ha demostrado desde sus inicios, ya algo lejanos, con Poe y, más acá, Conan Doyle, hasta hoy, con Dashiell Hammet, Simenon, Ian Fleming y otros más recientes.

Desde el punto de vista temático, en esta novela se entrecruzan las indagaciones periodísticas sobre una serie de asesinatos ocurridos en Lima, con las implicaciones políticas que, se descubre al final, tienen dichos crímenes. Como cuestión principal, está el hecho de que las indagaciones no son llevadas a cabo por la policía, que más bien muestra una obstinada tendencia a ocultar los hechos, mediante el socorrido expediente de atribuirles una autoría falsa, con un presunto asesino a quien se sabe inocente y al que también se le mata, para hacer pasar su muerte por suicidio, con lo cual aquellos crímenes quedaban supuestamente esclarecidos, el caso cerrado y los delitos impunes.

Pero la tenacidad de un periodista -¨alguna experiencia autobiográfica?- impide que las cosas salgan así del todo, pues aunque al final se impone la versión oficial, todo el mundo, lectores incluidos, queda convencido de que los hechos no ocurrieron como oficialmente se dice, sino de la manera que el periodista logró descubrir. De paso se destapa una verdadera cloaca de corrupción en la política peruana, especialmente en los modos de combatir la subversión guerrillera. En una carta del autor nos precisa que la acción transcurre en Lima, a mediados de los 80, y en el texto hay indicios que permiten, en efecto, ubicarla cronológicamente. No es difícil inferir, sin embargo, que aquellos hechos, vistos de manera intemporal, lo mismo pudieron haber ocurrido entonces, antes o después, y no sólo en el Perú, sino también en cualquiera de nuestros países. No entraremos más en detalles al respecto, para no restarles a los eventuales lectores de la novela la emoción de su lectura, y el disfrute del suspenso que el autor logra magistralmente en su trama. En compensación, sí nos referiremos a las excelencias formales y estilísticas de este libro excepcional.

De no saberse que ésta es la primera novela de su autor, la lectura de ella nos induciría a pensar que se trata de un veterano, por el dominio de la técnica narrativa que exhibe. La estructura movelesca está perfectamente construida, la descripción de los personajes y de los ambientes muy bien lograda, los diálogos atildadamente desarrollados, sin abusar de ellos ni reducirlos al mínimo. Pero, sobre todo, el lenguaje es de una limpidez absoluta, y muestra igualmente en Elmore un extraordinario dominio del instrumento idiomático, con una amplia y certera utilización de los muy diversos recursos literarios que nuestra lengua ofrece al buen escritor.

Hay, finalmente, un detalle sobre el cual quisiéramos llamar la atención: El abuso de los peruanismos. Se cuentan por decenas los vocablos y demás expresiones de uso coloquial en el Perú, muy poco o nada conocidos fuera de allí: ``huaico'', ``por las huevas'', ``finta'', ``berma'', ``por las puras'', ``resondrar'', ``trinchudo'', ``chaucatos'', ``cocacho'', ``cojinova'', ``chullo'', ``tiras'', etc. Frases y vocablos que entorpecen la lectura de quien no es peruano. Y son tantos, que pareciera que el autor hubiese escrito esta novela sólo para sus paisanos.

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