lunes, 4 de octubre de 2010

lugar de un escritor


EL NACIONAL - Lunes 04 de Octubre de 2010 Cultura/3
El foro del lunes
VICTORIA DE STEFANO
Dice que la experiencia otorga una visión más amplia de la política
«El lugar de un escritor hoy es menos ideológico que antes»
Para la autora de Paleografías y La noche llama a la noche, la izquierda que conoció en las décadas de los años sesenta y setenta ha evolucionado hacia una con visión menos pugnaz
MICHELLE ROCHE R.


Desde que publicó sus primeras novelas, El desolvido (1970) y La noche llama a la noche (1985) ­ambas reeditadas por la casa Random House Mondadori­, a Victoria de Stefano se le considera una de las intelectuales más articuladas del panorama cultural venezolano. Hoy, cuando aparece su novela más reciente, Paleografías, la autora de origen italiano es una referencia internacional del momento literario contemporáneo.

Aunque la novela editada por Alfaguara mantiene el estilo de escritura reflexiva e intratextual tan cercana a la metaficción que caracteriza a De Stefano, su protagonista ya no es un escritor sino un artista plástico que está ocupado en decodificar las causas de una depresión que lo mantiene sumido en la apatía y los pensamientos suicidas. Con esto, la escritora abre un espacio para la reflexión sobre la terapia psicológica como un lugar para la ficcionalización.

Imagen de su momento histórico.

Entre las características que contribuyen a darle un lugar preminente en las letras delpaís se encuentran su cercanía con las nuevas generaciones de escritores, su experiencia de vida, su profundidad intelectual y su persistente reflexión sobre la escritura. En el Hay Festival de Cartagena de hace tres años, De Stefano participó en el panel del foro ¿Para Qué Se Escribe? Escribir Ficción en Latinoamérica y en Europa con Alma Guillermoprieto, Enrique Vila-Matas, Ali Smith y William Ospina. Entonces planteó que el oficio de los autores busca trazar un mapa del recuerdo y de la memoria.

Justamente las primeras obras de De Stefano giran en torno a sus recuerdos de la lucha desde la izquierda, y su trabajo literario ha estado marcado por la influencia del frente guerrillero al que su esposo perteneció. La experiencia es semejante a la de otros autores cuyo arte fue sinónimo de lucha social.

El tema de las guerrillas generó en la época en la que la autora comenzó a escribir una serie de libros que, aunque publicados fundamentalmente en los años setenta, se gestaron en la década anterior, por lo que luego se les consideró como testimonios.

De Stefano es una excepción a esa regla. En esos años su oficio ­como ella misma llama a la escritura­ había alcanzado cierta madurez, pues sus primeras novelas se debaten entre la anécdota real y la reflexión ensayística. Son un poco como era su vida, dividida entre la lucha guerrillera por la que su esposo, Pedro Duno, estuvo varias veces en la cárcel ­y que hasta los obligó a exiliarse en Chile­ y las clases en la Escuela de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela, donde comenzó a trabajar con el profesor García Bacca desde 1962, fecha en la que obtuvo su licenciatura. Así es el pensamiento que preconizan las letras de Victoria De Stefano: una uroboros de la acción y la reflexión.

En De Stefano la idea utópica de la guerrilla se quebró "cuando la revolución cubana terminó de convertirse en el fracaso que es hoy", recuerda.

La experiencia, sin embargo, sirvió de inspiración y tema para sus novelas.

­Sus primeras novelas hablan justamente sobre sus recuerdos de la lucha guerrillera en el país. ¿Qué cree usted que ha quedado de aquella izquierda en la cultura venezolana? ­En aquella época, las décadas de los años sesenta y setenta, el campo cultural era prácticamente todo de izquierda, y en este momento la experiencia de esos años hace que la gente tenga una visión menos ideológica de la política y mucho más amplia. Incluso me atrevo a decir que la visión de hoy es menos pugnaz, porque aquella izquierda evolucionó. Claro, hay una facción guerrillera de aquella izquierda, que está ahora en el Gobierno pero no es una mayoría, y tiene más que todo un compromiso partidista y no uno cultural. Si hay allí quienes tengan un compromiso cultural no son muchos.

­En el año 2007, Rafael Osío hizo una reseña sobre su novela Lluvia (2002), en ocasión de la reedición que le hizo el sello catalán Candaya.

Allí dice que usted ha "sido por mucho tiempo una escritora para escritores", ¿es su obra una que le interesa especialmente a los autores? ­Es cierto, pero con el paso del tiempo encuentro que tengo lectores que no son también escritores. La primera vez que me encontré con un lector anónimo (en el sentido de que no era un estudiante universitario, un amigo, un colega o una persona relacionada con el mundo intelectual) fue con un empleado del Banco de los Trabajadores, una institución de la época de la cuarta república, así que de eso hace muchos años. Pero yo no tengo tantos lectores como pueden tener otros escritores que tienen una gama más amplia, eso sí creo que es cierto.

­¿A qué cree se debe eso? ­He ejercido mi oficio un poco aislada, en especial en mis comienzos. Tampoco he sido una escritora muy publicitada, pues apenas me he granado dos premios municipales, aunque sí tuve una figuración en el Premio Rómulo Gallegos del año 2005 que marcó una cierta pauta. Es verdad también que hay una publicidad que ayuda al escritor.

­¿Le ha hecho falta la publicidad? ­No, para nada. Aunque a todo escritor le hace falta cierto reconocimiento, pero es indudable que si un escritor lo es de verdad, en el sentido de que tiene deseo de escribir, trabaja independientemente de la publicidad.

­¿Siente que los autores más jóvenes se apuran mucho en publicar sus libros? ­No creo, hacen muy bien. Mi generación era más cauta y más temerosa. Había entonces menos editoriales. Hubo una época en la que no existía otra además de Monteávila Editores, entonces nos llevaba muchos años llegar al público. Yo creo que los jóvenes, si tienen la oportunidad, lo deben hacer.

­¿Qué marca la literatura venezolana hoy en día? ­Lo que me parece más importante de este momento es que hay muchas generaciones de escritores escribiendo, debemos ampliar para el lector la posibilidad de acceder a varias generaciones. Observo que muchos autores jóvenes tienen oficio y mucha capacidad para correr los riesgos que a mi generación le costaron mucho más tiempo alcanzar.

­¿Cómo afecta la crisis actual del país la literatura? ­En los momentos difíciles y en los que la crisis económica es obvia y el malestar social, en todos los niveles, también es evidente, la gente se vuelca más hacia la vida interior y hacia la lectura; necesita un espacio de reflexión mayor que en otras épocas.

­En sus novelas siempre hay un personaje que es escritor, o en el caso de la más reciente, un artista, y cabe preguntarse qué considera valioso para la comunidad de la experiencia íntima del creador.

­El artista crea otra realidad incluso más viva que la misma realidad, es decir, el creador comunica una experiencia y para mí, como lectora, es la lectura de los cuentos y de las novelas de los escritores y su inventiva lo que me abre un mundo de experiencias que van más allá de lo personal.

­Para honrar el título de la novela que acaba de reeditar con los Libros de El Nacional, ¿cuál es para usted el lugar del escritor en la sociedad venezolana? ­El lugar de un autor siempre debe de ser su escritura, que hoy en día es un sitio menos ideológico de lo que fue antes, cuando yo comencé a escribir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario