lunes, 11 de octubre de 2010

en las terrazas del auto-engaño


San Lucas, 17: 11-19

En su aplaudida homilía de hoy, el Padre Alvaro Lacasta (SJ) apuntó a una lección de fondo, más allá del gesto convencido de agradecimiento del samaritano que regresó, perteneciente a un pueblo ateo y proscrito de entonces.

Creemos saberlo todo y, hoy, afrontamos enfermedades – incluso – nuevas y desconocidas. Debemos ser más humanos. Aún los Evangelios, siguen siendo un misterio necesario de comprender a través del estudio y la oración. Cristo no emplea categorías o clasificaciones (samaritanos, primer o tercer mundo, razas, etc.), parte de la capacidad de auto-engaño que desarrollamos. No somos mejores porque heredamos los Evangelios que constituyen un pasaporte para la vida eterna.

Hay que meterse en la piel del samaritano. No calificar o descalificar a los demás, intentando ser más objetivos y respetuosos. No es cuestión de una mera voluntad de conversión, porque a Dios se va por el camino de la fe y la confianza ilimitada. Ahí está el Espíritu Santo. El propio Jesús quiere sanarnos. Dios nos ha mostrado su amor y lealtad.


Ilustración: http://marialuisademendoza.com/photos/Terrazas_Oleo_sobre_lino_162%20x%20200_cm_2008.html
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San Lucas, 17: 11-19

En su aplaudida homilía de hoy, el Padre Alvaro Lacasta (SJ) apuntó a una lección de fondo, más allá del gesto convencido de agradecimiento del samaritano que regresó, perteneciente a un pueblo ateo y proscrito de entonces.

Creemos saberlo todo y, hoy, afrontamos enfermedades – incluso – nuevas y desconocidas. Debemos ser más humanos. Aún los Evangelios, siguen siendo un misterio necesario de comprender a través del estudio y la oración. Cristo no emplea categorías o clasificaciones (samaritanos, primer o tercer mundo, razas, etc.), parte de la capacidad de auto-engaño que desarrollamos. No somos mejores porque heredamos los Evangelios que constituyen un pasaporte para la vida eterna.

Hay que meterse en la piel del samaritano. No calificar o descalificar a los demás, intentando ser más objetivos y respetuosos. No es cuestión de una mera voluntad de conversión, porque a Dios se va por el camino de la fe y la confianza ilimitada. Ahí está el Espíritu Santo. El propio Jesús quiere sanarnos. Dios nos ha mostrado su amor y lealtad.


Ilustración: http://marialuisademendoza.com/photos/Terrazas_Oleo_sobre_lino_162%20x%20200_cm_2008.html

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