viernes, 1 de octubre de 2010

irreverencia desacralizadora


EL NACIONAL, Caracas, 15 de Agosto de 1997
Cuenta de Libros
La historia desenmascarada
ALEXIS MARQUEZ RODRIGUEZ

No es común que, a los 27 años, un escritor escriba su primera novela, y esta resulte de una madurez tal, que hace pensar en un autor más viejo y veterano. Tampoco es común que, en este caso, la novela resultante, para colmo de 600 páginas, no se resienta de las fallas del principiante, perdonables como tales, pero de todos modos lamentables. Y tal es, sin embargo, el caso de Juan Manuel de Prada y su novela Las máscaras del héroe (Valdemar, Madrid; 1996. 14 x 21,5 cm. 602 pp.).

Juan Manuel de Prada (1970) había publicado dos libros de relatos, Coños y El silencio del patinador , con bastante éxito de público y de crítica. Aún así, sorprendió a lectores y críticos cuando, el año pasado, apareció su primera novela. Esta navega entre la historia y la invención imaginativa. Pero la imaginación se mantiene todo el tiempo al servicio de lo histórico, no en el sentido de hacer historia propiamente, sino en tanto que los hechos inventados -personajes y sucesos- encajan perfectamente dentro del cuadro en que actúan, como si realmente también hubiesen ocurrido.

La novela extiende su acción, nítidamente enmarcada en el tiempo, entre 1908 y 1940. Un período de la historia española sumamente importante, en que ocurren diversos acontecimientos de indiscutible trascendencia en la vida de ese pueblo. Basta señalar apenas unos pocos: la guerra colonial en Africa, último estertor del viejo imperio español; la Primera Guerra Mundial, en la que la neutralidad no libró a España de conflictos y preocupaciones; las vicisitudes de la entronización del rey Alfonso XIII y las intrigas de su reinado; el golpe de estado de Primo de Rivera; el advenimiento de la República, el 12 de abril de 1931, con la derrota en las elecciones municipales del partido monárquico; las marchas y contramarchas del gobierno republicano; la insurgencia del falangismo, con José Antonio Primo de Rivera a la cabeza; la guerra civil, preludio de la Segunda Guerra Mundial; el entendimiento de Franco con Hitler y Mussolini, que paradójicamente le permitió mantener la neutralidad española en la contienda...

Pero de Prada enfoca todo eso, no desde la perspectiva política o militar, sino a través de la actuación de los intelectuales -artistas y escritores- a lo largo de un período en que, especialmente en Madrid, florece la bohemia, dentro de un clima a la vez frívolo y trágico.

Como personajes, desfilan por las páginas de esta novela, entre otros, Gómez de la Serna, Blasco Ibáñez, Rafael Cansinos-Assén, Valle Inclán, Baroja, Emilio Carrere, Unamuno, Buñuel, Dalí, García Lorca, Alberti, César González Ruano, Luis Muñoz Seca, Ramiro Ledesma, el propio José Antonio Primo de Rivera -en la novela se narra detalladamente la fundación de la Falange-, Jardiel Poncela, Giménez Caballero... Por si fuera poco, también figuran algunos jóvenes intelectuales extranjeros, que caen por Madrid en algún momento de aquellos tiempos: Huidobro, Borges, Vargas Vila...

Todos son tratados con irreverencia desacralizadora, facilitada porque casi todos estaban aún muy jóvenes, y eran todavía propensos a las ridiculeces y payasadas de la inexperiencia y el autobombo.

Aunque la novela se desarrolla en ese medio intelectual y bohemio, el novelista, con gran habilidad, muestra descarnadamente la situación política y social en ese largo período de la historia española, en un contrapunto entre la miseria humana que a menudo afloraba entre aquellos artistas y escritores, y las lacras de un sistema exhausto, heredero de una larga tradición de corruptelas y prevaricaciones. Leyendo esta novela se comprenden muchas cosas, entre ellas por qué fracasó la República en España, más y mejor que consultando sesudos libros de historia y de política.


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