viernes, 8 de octubre de 2010

variaciones sobre un premio nobel (5)


EL NACIONAL - VIERNES 08 DE OCTUBRE DE 2010 ESCENAS/1
El autoproclamado "aguafiestas" ganó el Premio Nobel de Literatura 2010
La relación de Mario Vargas Llosa con Venezuela comenzó en 1967, al recibir el Rómulo Gallegos
MICHELLE ROCHE RODRÍGUEZ

El mes de agosto del año 1967, cuando Mario Vargas Llosa llegó a Caracas a recibir el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos por La casa verde (1965), se encontró con una ciudad triste que conmemoraba su cuatricentenario de fundada después de un trágico terremoto.

Llegó a recibir el galardón que había sido creado tres años antes por un decreto del presidente Raúl Leoni. El escritor era casi desconocido, aunque en 1963 obtuvo el Premio Biblioteca Breve por La ciudad y los perros, pero El Nacional hizo público que su obra evitó que el veredicto del premio se declarara desierto aquel año.

Lo más importante, sin embargo, ocurrió a puertas cerradas el 4 de agosto, cuando el joven autor pronunció su discurso. Señaló que el premio que le había atribuido la generosidad venezolana aumentaba su responsabilidad de escritor. Expuso, por primera vez, el credo literario que lo marca hasta hoy, cuando se alza con el premio de literatura más importante del mundo: el Nobel.

"La vocación literaria nace del desacuerdo de un hombre con el mundo, de la intuición de deficiencias, vacíos y escorias a su alrededor. La literatura es una forma de insurrección permanente y ella no admite las camisas de fuerza. Todas las tentativas destinadas a doblegar su naturaleza airada, díscola, fracasarán", dijo.


Aguafiestas en el Caribe.
Vargas Llosa indicó entonces que el deber del escritor es ser el "eterno aguafiestas", porque nada contra la corriente. Para él la literatura significa inconformismo y rebelión. "La razón de ser del escritor es la protesta, la contradicción y la crítica".

Tan fiel ha sido su carrera a estos postulados que aunque por años apoyó la Revolución Cubana, se decepcionó de ésta cuando vio aflorar lo que él llama "la peste del autoritarismo".

La década de los años setenta fue de intensa actividad literaria y se consagró, incluso, fuera de las fronteras de su país. Incursionó en la política a mediados de los años ochenta motivado por la decisión del mandatario peruano Alan García de remitir al Parlamento un proyecto de ley para estatizar la banca privada. Consideró que su deber de escritor, conforme a lo que promulgaba desde 1967, era hacerle frente. En esa época visitó varias veces Venezuela, como candidato a la Presidencia de Perú.

Su relación con el país se ha hecho mucho más profunda en los últimos 20 años. Ya en la década de los noventa advertía la debilidad de la democracia de una nación que había vivido dos intentonas de golpe militar.

Desde el principio de la llamada revolución bolivariana expresó su preocupación por el rumbo que estaba tomando la política nacional.

"Venezuela es una democracia imperfecta que camina hacia el autoritarismo", expresó con pesar el 8 de diciembre de 2008, cuando recibió el doctorado honoris causa de la Universidad Simón Bolívar.

Meses después, en entrevista con El Nacional, reiteró su preocupación sobre el actual gobierno de Venezuela.

"Chávez quisiera, y seguramente logrará, que no haya una sola voz que no sea la suya propia. Ésta es la manera en que los dictadores se crean a sí mismos la ilusión de que todo anda bien, porque se lo dicen los periódicos serviles y las televisoras domesticadas", expresó el autor que en mayo de 2009 fue retenido unas horas en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía, sin razón aparente.

El resultado de las elecciones del 26-S lo llenaron de beneplácito. Lo celebró como la victoria de un país que "ha sido muy herido", y él bien que lo sabe porque tiene años viendo a los venezolanos luchar.

ALARDÓN Mario Vargas Llosa criticó a Hugo Chávez y Fidel Castro


La obligación moral de ser escritor y ciudadano
El premio Nobel de Literatura considera que la "mitología de la violencia" en Latinoamérica ha ido colapsando en los últimos 10 años
MICHELLE ROCHE RODRÍGUEZ

Su más reciente columna de opinión en el diario El País de España habla sobre el revés del chavismo ante los resultados de los comicios del 26 de septiembre. Por eso, durante la rueda de prensa que ofreció el autor en el Instituto Cervantes de Nueva York, los reporteros insistieron sobre el tema.

"Este es un premio de literatura y espero que me lo hayan dado por mi obra y no por mis ideas políticas, aunque si mis opiniones en favor de la democracia han sido tomadas en cuenta, pues en buena hora, me alegro mucho", dijo Vargas Llosa a un periodista estadounidense.

Luego señaló que, además de ser escritor, era un ciudadano y que como tal consideraba su obligación tener opiniones políticas.

El poder como tema literario. Vargas Llosa dijo que esta distinción evidenciaba la importancia que ha cobrado en los últimos años la literatura latinoamericana en el mundo y que es una forma de conmemorar el bicentenario de la independencia de varios países de la región, así como una fiesta para el castellano. El anterior escritor de habla hispana que se alzó con este galardón fue Octavio Paz en el año 1990.

Para el autor de La ciudad y los perros (1962), su preocupación por las arquitecturas del poder es cónsona con las obsesiones de la literatura latinoamericana en general. Sus libros retratan una región en la que aún no se han resuelto problemas como la tolerancia, el establecimiento de instituciones fuertes y la diversidad. Sin embargo, Vargas Llosa afirmó que se siente optimista con la situación política actual porque hay muchas menos dictaduras que en el pasado y existen gobiernos democráticos tanto en el lado de la derecha como de la izquierda. En el primer grupo ubicó a Colombia, Perú y Chile y en el segundo subrayó como ejemplo a Brasil.

"Los gobiernos que representan un retroceso en la región son el cubano y el venezolano, pero ya están de salida y eso se acaba de ver en las elecciones venezolanas que son una victoria para un país tan herido como ése", expresó.

"La mitología de la violencia, que fue tan fuerte en el pasado, ha ido colapsando en la última década", agregó el novelista y advirtió que todavía queda una tradición autoritaria con la que se debe tener cuidado en la región.


EL NACIONAL - VIERNES 08 DE OCTUBRE DE 2010 CULTURA/4
La derrota de Chávez
MARIO VARGAS LLOSA

La derrota de Chávez en las elecciones parlamentarias del domingo 26 de septiembre es mucho más significativa de lo que indican las cifras electorales, pues, al mismo tiempo que muestra la creciente impopularidad del caudillo venezolano y su régimen, saca a la luz pública la grotesca manipulación del voto popular amañada preventivamente por el chavismo para convertir en victoria lo que esperaba sería una recusación rotunda de su política y sus pretensiones.

La ha sido y sin atenuantes.

El comandante Chávez presentó la consulta como un plebiscito en el que el pueblo de Venezuela debía legitimar torrencialmente su "socialismo del siglo XXI" y su jefe de campaña, Aristóbulo Istúriz, profetizó con arrogancia: "Podemos perder ganando si no obtenemos los 2 tercios de la Asamblea Nacional". Pues bien, el resultado menos fraudulento de las elecciones, el voto por los 12 representantes al Parlamento Latinoamericano, dio a las fuerzas reunidas de la oposición una mayoría de cerca de 400.000 votos.

Esta diferencia se reduce en el voto para la Asamblea Nacional a 242.553 resultados oficiales: 5.642.553 contra 5.399.574 porque allí la ingeniería electoralista de Chávez, con la complicidad de sus parlamentarios y del Poder Electoral, había enmendado la ley para dar una elefantiásica representación a las circunscripciones rurales, donde tenía fuerte arraigo, y encogerla en las urbanas donde la oposición era mayoritaria. Se ha calculado que con esta disparatada desproporción el régimen necesitaba apenas 30.000 votos para obtener un diputado en tanto que la Mesa de Unidad Democrática requería 140.000.

Eso explica que la oposición, habiendo obtenido 52% del voto, cuente sólo con 65 diputados, y el chavismo con 98, pese a que alcanzó sólo 48%. Esos son los milagros matemáticos que produce el socialismo del siglo XXI.

No es extraño que, para comunicar estos datos, el Consejo Nacional Electoral tardara 8 horas más de lo previsto y que Chávez, siempre tan lenguaraz, enmudeciera cerca de 24 horas antes de salir a dar la cara a la prensa. Esta vez no se atrevió a decir, como en diciembre de 2007, cuando el pueblo venezolano rechazó su reforma constitucional, que se trataba de "una victoria de mierda". Más bien agradeció, con aspavientos que desmentían su cara avinagrada, al "pueblo revolucionario" la "victoria" que le otorgó.

Un aspecto interesante de la consulta es que los estados más castigados por el caudillo (por haber elegido en el pasado a gobernadores y alcaldes hostiles al régimen), a los que les ha recortado el presupuesto, cancelado programas sociales y defenestrado a veces encarcelado a sus autoridades, en vez de dejarse intimidar, han redoblado su oposición. Así ha ocurrido en Miranda, Táchira y Zulia, y en la propia Caracas: en el Distrito Capital la oposición derrotó al oficialismo por primera vez en 12 años en votos emitidos.

Con los 65 diputados en la Asamblea Nacional, la oposición tendrá la fuerza necesaria para frenar las reformas constitucionales que Chávez preparaba se necesitan para ello dos tercios de los diputados con el fin de acelerar la estatización y el dirigismo de la economía, acabar con las empresas privadas y la prensa y la televisión independientes, cerrar los limitados espacios críticos que aún quedan en los ámbitos político, sindical, social y cultural. El avance del régimen hacia un modelo cubano, de dictadura marxista-leninista integral, tendrá muchos más escollos para materializarse ahora que el propio pueblo venezolano ha comprobado que, con la civilizada y simple acción de depositar un voto en una urna, se podía infligir una seria advertencia a un gobierno en cuyo prontuario figura haber convertido a Venezuela en el país con la más alta inflación de América Latina, el de más alto índice de criminalidad, uno de los más corruptos e ineficientes del planeta y donde el desplome de los niveles de vida de los sectores de clase media y popular es más rápido. Este año Venezuela será el único país de América Latina con crecimiento negativo.

Las fuerzas de la oposición a Chávez no deben cantar victoria ni confiarse por este excelente resultado. Ni volver a cometer errores como el del año 2005, cuando, por abstenerse de participar en el proceso electoral, regalaron a Chávez una Asamblea Nacional servil y autómata (la Casa de las Focas) que todos estos años no ha sido más que una dócil sirvienta de los desafueros constitucionales y legales del comandante. Es imprescindible que la unión de los partidos, movimientos y personas de la oposición que es la Mesa de Unidad Democrática se mantenga y se afiance, porque de esta manera seguirá ganando adeptos y sumando a sus filas a los venezolanos que, abrumados o atemorizados por las represalias del régimen, se abstuvieron de participar en esta contienda. A muchos de estos abstencionistas escépticos, la victoria electoral de la resistencia tiene que haberlos sacudido y demostrado que todavía hay razones para la esperanza. Cuando lo que está en juego es la libertad de un pueblo, el riesgo de que el oscurantismo de una dictadura totalitaria se abata sobre él y viva quién sabe por cuántos años los cubanos la padecen hace más de medio siglo­ las pequeñas rivalidades de doctrina, de matiz o personales deben desaparecer con el fin de no debilitar la primera de las prioridades: resistir el proyecto autoritario de un caudillo demagogo que ha sumido a Venezuela en la miseria, la violencia y el caos, y podría seguir hundiéndola en formas todavía más infames de desvarío ideológico.

Se reprocha a la oposición venezolana carecer de líderes, no tener al frente figuras carismáticas que arrebaten a las masas.

Pero, cómo, ¿todavía hay que creer en los caudillos? ¿No han sido ellos, esos horripilantes payasos con las manos manchadas de sangre, embelecos inflados de vanidad por el servilismo y la adulación que los rodea, la razón de los peores desastres de América Latina y del mundo? La existencia de un caudillo carismático supone siempre la abdicación de la voluntad, del libre albedrío, del espíritu creador y la racionalidad de todo un pueblo ante un individuo al que se reconoce como ser superior, mejor dotado para decidir lo que es bueno y lo que es malo para todo un país en materia económica, política, cultural, social, científica, etcétera. ¿Eso queremos? ¿Que venga un nuevo Chávez a librarnos de Chávez? Yo discrepo. Estoy convencido de que América Latina sólo será verdaderamente democrática, sin reversión posible, cuando la inmensa mayoría de latinoamericanos esté vacunada para siempre contra la idea irracional, primitiva, reñida con la cultura de la libertad, de que sólo un superhombre puede gobernar eficazmente y con acierto esas mediocridades que somos el resto de los seres humanos, esos rebaños que necesitan buenos pastores que los conduzcan por el camino debido. Los venezolanos lo creyeron así cuando apareció el comandante de marras, con su voz tonitronante y sus desplantes bolivarianos y sus monólogos farragosos, y votaron por él de manera masiva, descreyendo de la democracia. Así les ha ido. Lo han pagado carísimo. Ahora han aprendido la lección y una de las buenas cosas que vienen haciendo, mientras con gallardía se enfrentan a la semidictadura que padecen, es haber renunciado a los caudillos. Ahora tienen dirigentes que merecen respeto, no adoración religiosa, pues trabajan en equipo, buscan consensos y toman acuerdos a través del diálogo y la persuasión, es decir, comienzan a practicar ya esa cultura democrática que volverá a ser la de la tierra de Bolívar cuando el comandante Chávez no sea sino una más de esas figuras borrosas de una tradición de vergüenza y atraso.

Los meses y años que tiene Venezuela por delante no serán fáciles. El régimen ha avanzado demasiado en la construcción de unas estructuras dictatoriales y mucha gente medra ya de ellas como para que Chávez, acatando la voluntad popular, rectifique su política y esté dispuesto a retirarse del poder si así lo mandan las urnas. El peligro mayor es que, después de esta golpiza pacífica que acaba de recibir, se embravezca y quiera conseguir, mediante ucases y matonerías represivas, lo que no ha podido conseguir a través de las urnas. E instale la censura, la liquidación de la prensa no alineada con el régimen, la abolición de toda forma de oposición política y la estatización generalizada de la economía.

No le será fácil, desde luego.

Ya ha perdido ese estado de gracia del caudillo mesiánico de que gozó algunos años y ahora no sólo él, también el pueblo venezolano sabe que es falible y vulnerable. Se avecina un período tenso, en el que, una vez más, como hace dos siglos, se decidirá en tierra venezolana el futuro de la libertad en toda la América Latina.


©El País

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