jueves, 21 de octubre de 2010

atomiasis


EL NACIONAL - Jueves 21 de Octubre de 2010 Nación/9
Vocación atómica
EDGARDO MONDOLFI GUDAT

¿Para qué buscar fuera lo que se tiene en casa? La pregunta podría sonar banal si no fuese porque se aplica a la perfección ante el más reciente capítulo de la grandilocuencia bolivariana. Resulta que ahora, contra todo pronóstico, pasaremos a convertirnos en un país generador de energía nuclear. Me refiero al mismo país sin pupitres en los liceos o sin gasa en los hospitales. O, por mejor decir anclándonos ya en el tema: el mismo país azotado por la escasez eléctrica y los apagones recurrentes a pesar de disponer, paradójicamente, de un potencial hidroeléctrico que se agota en el adjetivo potencial.

Aquí, en el ámbito de lo eléctrico, es donde mejor cabría examinar las implicaciones que tendrá este proyecto de paternidad rusa, aunque atesorado dentro de la misma carpeta de convenios que cosechó la reciente gira presidencial por el corazón de la Europa caucásica.

Hasta donde soy capaz de entender, con todo y ser lego en la materia, los proyectos de desarrollo concebidos por Edelca, y que en algún momento de principios de este siglo debieron extenderse, sobre la base de estudios y proyecciones, aguas arriba del Caroní, duermen aún el sueño de los justos. Los elementos de ingeniería moderna con que había venido contando la industria venezolana desde la década de los años cincuenta del siglo pasado, y que hizo que todos los gobiernos, sin salvedad, asumieran el reto de fabricar energía sobre la base de conexiones naturales, puede constatarse fácilmente en la forma como se fue aprovechando la portentosa avenida de aguas que resume el Caroní. De hecho, cualquier examen sobre este punto, y por más simple que sea, deja a la vista una secuencia de prodigios, desde Guri hasta Caruachi, pasando por las centrales Macagua I y II.

Precisamente por todo cuanto implica la magnitud de su cuenca, el desarrollo aguas arriba del Caroní suponía una forma de encarar el serio y delicado problema de la minería ilegal que no sólo campea en esa zona, sino cuya acción devastadora es capaz de funcionar con la furia de un esmeril sobre las frágiles nacientes del río. Ahora, lo que cabe preguntarse es a cuánto monta la fabulosa inversión atómica, con todos los riesgos ambientales que de paso entraña, frente al desatendido aprovechamiento de los ríos que están a nuestro alcance. ¿Por qué, en lugar de seguir construyendo el país piedra sobre piedra le encajamos de pronto una azotea tan extravagante? Empecé con una pregunta.

Simplemente concluyo con otra.

Ilustración: http://www.alexander-cox.webspace.virginmedia.com/graphics/banksy-bomb-sidebar.jpg

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