viernes, 29 de octubre de 2010
!estado!
EL NACIONAL - Miércoles 27 de Octubre de 2010 Opinión/6
A Tres Manos
Miradas múltiples para el diálogo
Ética y etiquetas del Estado
Fuera de la idea de Estado, los políticos quedan desnudos, sus discursos vacíos
CAMILO PERDOMO*
Estado, con mayúscula, es una categoría de la modernidad política incrustada en nuestros cerebros y que luego en los discursos manejamos como dispositivo de salud social en el mercado electoral.
Es un término asociado con indispensabilidad, pues no se acepta con facilidad una sociedad sin Estado. Es un fármaco cuyas propiedades vienen etiquetadas con el respaldo de un relato histórico contado por los vencedores. Es palabra que en su visión ética nombra con frecuencia el político, no importa su lugar de enunciación: derecha, centro, izquierda. En eso son sinceros, pues leen el Estado en su representación final de los vínculos entre Derecho, persona y sociedad.
Fuera de la idea de Estado, los políticos quedan desnudos, sus discursos son vacíos y sus ejecutorias simples etiquetas donde el pensamiento hace aguas.
Enunciar el Estado y colocarle un predicado no lo anula, sino que le brinda palabras seductoras: Estado revolucionario, Estado socialista, Estado de Derecho y otros parecidos. Esta etiqueta salvadora no hace más que buscar admiradores del nuevo dominio, de la nueva nomenclatura. El Estado pensado como lugar de equilibrio, por vía de códigos jurídicos y normas éticas, entre dominadores y dominados lo que hace es convertir la balanza (símbolo de justicia) en martillo para el disidente incómodo a los dispositivos del poder. El Estado es el lugar de la censura y del aparato escolar (L. Althuser), precisamente porque en su fundación no son inocentes las ideas de coerción, explotación y exclusión. Un Estado etiquetado con éticas alejadas de esas ideas sigue siendo inexistente en los cerebros del proyecto político de la modernidad. De aquí que cualquier ironía, humor y sátira posmoderna moleste siempre a los cultores de la idea de Estado, pues les parece imposible una socialización sin ese amo que aplasta toda idea de soberanía individual. Por eso cada confrontación contra el Estado es vista como irracional y contrarrevolucionaria.
Pensemos en su tendencia centralizadora y unificadora de un sujeto social (el proletariado) hoy inexistente.
Desde una idea del socialismo se promueven tendencias estatizadoras como se hace con las vacunas contra la gripe, aun sabiendo que ésta es incontrolable por su capacidad de mutación. Se innova en los discursos políticos, pero se dejan intactas las semiologías de Estado. Estado y crisis son dos compañeras de ruta del político demagogo de los tiempos posmodernos, ambos términos están vaciados de contenido ante tanta miseria visible. En la idea de Estado, su necesidad e indispensabilidad, no falta el discurso de las promesas ante un mejor futuro, para ello se nombra el cuerpo institucional donde estarían las bisagras para un mejor movimiento que disminuya la incertidumbre en que viven las multitudes. Que tal institucionalidad no funcione con horizontalidad no es problema de Estado, sino de su crisis, de su proyecto inacabado como lo ve J. Habermas.
Revisar las éticas y etiquetas de esa idea de Estado instalados en nuestro cerebro es tarea pendiente del pensamiento posmoderno en su interpretación del sinsentido social. ¿Para qué eso?, pudiera decir un posmoderno radical. Pienso que como terapia de vida mientras pasa esa otra invención humana: ¡el tiempo! Vivir sin Estado es posible, lo prueba su inutilidad.
*ULA/Trujillo _ Estimado amigo: Esta patética humanidad no puede vivir sin su verdugo, sin amo, sin policías interiores, sin comandos disciplinarios que guíen sus pasos. Allí es donde se esconde el secreto de la "universalidad" de esta aberración que es todo Estado y la impotencia de los grupos alternativos para dar pie con bola en este punto.
La gente muere de vértigo con la sola imagen de una sociedad autorregulada por la inteligencia y responsabilidad de sus miembros, por su capacidad de autogestión solidaria, por su creatividad para inventar nuevos modos de gestión de la vida cotidiana. Tanta libertad no se soporta.
R. Lanz
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