jueves, 21 de octubre de 2010
pobreza pais pobre
EL NACIONAL - Jueves 21 de Octubre de 2010 Nación
Salir de la pobreza
"La prosperidad de un pueblo no consiste en la cantidad de oro que posee, sino en el número de talentos y de brazos que emplea con utilidad" (Juan Germán Roscio. El triunfo de la libertad sobre el despotismo)
LUIS UGALDE
Me resulta preocupante la resignación en el Gobierno y la distracción en la oposición acerca de la decisión más urgente y estratégica: que los pobres salgan de su pobreza y que nuestro pobre país, que es hoy Venezuela, decididamente produzca su prosperidad.
Tenemos todos los factores a mano, menos la decidida voluntad y la visión para hacerlo.
No es aceptable que 60% de los venezolanos estén condenados al trabajo precario o al desempleo, que los servicios públicos de salud, educación, viviendahábitat, seguridad y basura, entre otros, sean de tercera categoría; que cada vez seamos menos productores y hagamos cola en los puertos esperando la comida, que es empleo fuera y limosna dentro. Proyectamos una imagen mundial de pobres regalones mareados con la lotería petrolera.
El Gobierno busca perpetuarse y blindarse contra el cambio, para lo cual es necesaria la permanencia de los pobres.
Para muchos el interés por los pobres no pasa de las encuestas que miden si todavía están con Chávez o no.
La salida de la pobreza se dará cuando un gran reto y visión de país convoque y movilice a todas las fuerzas para lograr que la educación, el trabajo, los servicios públicos, las empresas y su calidad competitiva internacional, dejen de ser pobres y vergonzantes.
Hay que declarar la guerra total a la pobreza y cercarla, como se hizo con el paludismo, el analfabetismo o con la falta de electricidad. Los actores principales son los propios pobres, transformando sus valores y culturas productivas.
La sociedad debe brindarles oportunidades novedosas, para lo cual se tienen que dar la mano una férrea voluntad, un plan ambicioso y una convocatoria nacional, que incluya al Gobierno y a la sociedad civil, a los partidos políticos y a las empresas. Un formidable plan de inversiones públicas y privadas, nacionales e internacionales que tense nuestra creatividad y convierta a Venezuela en foco de atracción, al tiempo que se controlan los capitales especulativos que no dejan nada duradero. ¿Nuestro orgullo nacional? Los pobres convirtiéndose en productores y ciudadanos.
En educación necesitamos un plan integral (no es difícil hacerlo), que simplemente tome en serio lo que dice la Constitución. Todo joven hasta los 18 años de edad debe ingresar en escuela de calidad en la que se prepare para la vida y para transformar el país; debe haber inversiones estatales y mixtas para construir más de 5.000 escuelas nuevas, una movilización en las universidades para formar 100.000 nuevos educadores para esas escuelas, formación acelerada en gestión escolar para miles de directores, dotación escolar con tecnología moderna en todos los centros y una verdadera revolución en el currículo, con mirada global, menos romanticismo de guerras campesinas y más formación de ciudadanos responsables con valores solidarios. Al mismo tiempo, tomando en cuenta los 13 millones de trabajadores de hoy y los 15 millones de mañana, una movilización para capacitar y actualizar en los oficios y sembrar emprendimiento competente.
Nadie puede sacar al pobre de su minusvalía sino él mismo; pero no lo puede hacer solo sino con alianzas que fortalezcan sus capacidades y transformen su educación escolar y la permanente. Las universidades se transformarán el día en que estén menos ensimismadas luchando por su supervivencia y se sientan bienvenidas a esta alianza y transferencia de saberes con los pobres contra el atraso y la pobreza.
El consenso y el acuerdo nacional contra la pobreza es hoy la manera más positiva de celebrar la nueva independencia nacional en el bicentenario de la primera. Me temo que los desfiles oficiales del 5 de julio se limiten a recordar glorias y celebrar batallas, pero estará ausente esta actual guerra humanitaria: salir de la pobreza. Para lograrlo, debemos tomar en serio lo que muy bien expresó Juan Germán Roscio: la prosperidad no consiste en la cantidad de petróleo, minerales y recursos naturales, sino en que la gran mayoría de los talentos y brazos estén activos en la construcción de vida digna para todos; los pobres transformados en ciudadanos y productores de primera.
Fotografía: William Dumont
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