jueves, 9 de junio de 2016

CONSTANCIAS

La peor diligencia es la que no se hace. Quizá - se dirá - el trámite burocrático sea enteramente inútil, pero es necesario dejar constancia de nuestra preocupación e iniciativa. Sobre todo, cuando las instituciones constituyen un saludo a la bandera en Venezuela. En un sentido, las organizaciones sociales interesadas en la materia esequibana difunden, constantemente las informaciones que estima pertinentes sobre el problema territorial. Es una labor comprensible y loable que no cuenta con la más mínima audiencia del Estado o, sencillamente, la cancillería. Por ello, es necesario llamar la atención de la Comisión Permanente de Política Exterior, la cual debe darle cupo y canalizar el espinoso asuntos así copen su agenda otros casos de reconocida urgencia. Retwitteados incansablemente, informaciones  que dicen mucho del sistema político y, específicamente, de la opinión pública en momentos de un severo corto-circuito, acumulador de fortísimas tensiones.
En otro sentido, al alcalde Jorge Rodríguez le parece una pendejada la gracia: el quiste de cemento que construyó en el Palacio Municipal, faltando a toda normativa patrimonial. Como tuvimos ocasión de expresarle a Emily Avendaño en días recientes, remitida por Hannia Gómez, al preparar un reportaje para El Nacional de Caracas, suponemos en el burgomaestre la febrilidad de un inevitable temperamento pequeño-burgués que apuesta por la caprichosa remodelación de oficinas, por mucha que sea la prosapia histórica del inmueble. Claro, un confort a cuenta del Estado, por cierto, neopatrimonialista.
Si es de comparar la cuestión con las peores dictaduras venezolanas, por lo menos, la de Pérez Jiménez - nadie duda de sus opresiones - cuidó mucho el diferendo con Gran Bretaña y si bien reemplazó anitiguas edificaciones de notable significación histórica, por lo menos lo hizo en el marco de una reforma urbana. Ahora, al gobierno le es secundario todo diferendo y opta por los refrigerados salones que no, depósito para ANTV, como se rumoró. Quién sabe si un pretexto, en el país de la desinformación.
En todo caso, se deja constancia de las diligencias hechas.
LB

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