domingo, 12 de junio de 2016

AÑICOS

Del proceso deconstituyente
Luis Barragán


Ironía de la historia, con su elevación como órgano del Poder Público en 1999, el Consejo Nacional Electoral (CNE) resultó más dócil, dependiente y servil al Presidente de la República que el viejo Consejo Supremo Electoral (CSE), en el marco de la clásica tríada de poderes y que, además, aceptó su reconfiguración antes del citado año. Ocurre algo semejante al Ministerio Público y a la Contraloría General de la República, cuyos titulares, como el de la Defensoría del Pueblo, acatan agradecida y fielmente las supremas directrices.

La Constitución es un pretexto propagandístico para el régimen que la viola, vaciándola de toda voluntad, inquietud y vicisitud constituyentista.  Lo ha probado y comprobado el CNE al pretender dar al traste con el referéndum revocatorio, incluso, mediante artilugios y subterfugios de mero carácter administrativo, dándole una sonora bofetada al asambleísta que se dijo fundador de la V República.

El constituyente de 1999 que ha tenido la fortuna de sobrevivir políticamente, comenzando por Nicolás Maduro, no ha tenido reparo alguno en desmentirse. Y el que naufragó, retirándose cautelosamente a sus quizá muy rentables intereses privados, poco ha hecho para defender – por lo menos – su buen nombre o el que dice tener: la historia está reivindicando a la minoría opositora de aquella Asamblea Nacional Constituyente que argumentó sus diferencias, calibró sus objeciones, profundizó en orientaciones que muy poco fueron aprovechadas por la mayoría que no cupo en sus arrogancias.

Diecisiete años más tarde, prosigue el proceso deconstituyente gracias a la tarea encomendada a la Sala Constitucional. Apenas es un detalle lo del CNE y el referéndum, o la pretensión de desconocer la inmunidad parlamentaria como institución y toda la Asamblea Nacional como expresión de las grandes mayorías del país.

Proceso correlativo a la deconstitucionalización misma de una República que se desliza a un Califato sobre lo poco que queda de la renta petrolera, promoviendo el hambre y  la violencia como una realidad inevitable, resignada y  legítima.  Califato en el que pocos serán los guardias y muchos los prisioneros, parodiando unos versos que no recordamos si pertenecen a Ferlinghetti o a Corso.


13/06/2016

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