Luis Barragán
En el transcurso de una prolongada y feroz jornada represiva del gobierno, la otrora y dócil mayoría parlamentaria concedió su tribuna en la fecha estelar de la Independencia a Vladimir Padrino López y, empleando las herramientas teóricas necesarias, las que propician y garantizan un debate sobrio y profundo, la academia ubica el testimonio expreso y puntual que dio en 2014. En una compilación recientemente publicada, “El Estado Cuartel en Venezuela: Radiografía de un proyecto autoritario” (Negro Sobre Blanco, Caracas, 2016), José Alberto Olivar trabaja responsablemente un discurso que retrata fielmente al régimen (140-156).
Ostentando el más alto grado militar, el orador en cuestión concurrió a la cita y, detrás del recurso de autoridad empleado (Aristóteles, Platón y Gramsci), como frecuentemente ocurre con quienes no tienen por oficio la teoría o las ideas políticas y su historia, Olivar hincó el bisturí hallando otro fundamental y delator recurso: el de la deslegitimación sistemática del enemigo, calificado de derechista, fascista, violento y terrorista, reacio al diálogo. Apropiándose del imaginario independentista, decididamente maniqueo e hiperbólico, se presentó como el portador por excelencia de los” grandes sacrificios equiparables a las glorias del pasado remoto”, pero “el solo uso de la retórica belicista y la intimidación por medio de actos de habla, es incongruente con el denodado propósito moral que asegura defender” (148 s., 153).
Contradicha evidentemente la Constitución que dijo (y dice) defender, proclamó a la Fuerza Armada como “chavista”, la cual se considerará como especial destinataria de “una ofensa y una afrenta” con el desconocimiento de lo “más sagrado que es nuestra Constitución” y la legitimidad de Maduro Moros (152). Nunca antes, entendemos, se había empleado tan alta tribuna para intentar detener una crisis política en los términos que generó y, a la vez, consagró a la ya irrefutable dupla del poder: FANB-PSUV (140).
El trabajo de marras luce incontestable a la luz de las consignas acostumbradas y, a la vuelta de casi dos años, en medio de una terrible crisis humanitaria suficientemente advertida, la cual – incluso – nos compromete en términos de seguridad y defensa, trastocado Maduro Moros en una vulnerabilidad evidente, los hechos desmienten a Padrino López, subrayando el papel nada institucional que jugó y ha jugado, aunque está replanteándose el pacto de distribución del poder del inmediato post-chavismo, aludido por Olivar (146). Vale decir, la citada dupla experimenta un reacomodo que, por cierto, a nuestro juicio, intenta metabolizar con un llamado al diálogo con la oposición para traicionarlo (a), como ocurrió antes (150), sentidas y perdurables las consecuencias de los hechos y denuncias de 2014.
Nada casual, excedido en el tiempo de servicio, nuevamente está en el escenario. Y, ojalá, rectifique apegándose fiel y convincente a la letra de la Constitución.
Fotografías: Google Imagen.
06/06/2016
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