sábado, 4 de junio de 2016
CLAPTÓDROMO
Dejen comer a la gente
Nicomedes Febres
* Uno de mis mejores amigos, que murió en sus treinta años, era un hombre espiritualmente muy bondadoso y generoso, pero muy pendejo. Y creo que murió por pendejo al casarse con una cuaima que no le convenía, pese a que sus padres y yo se lo advertimos. Mi amigo era ingeniero y comunista de esos que se fue al MAS y todos los días me llamaba por teléfono y hablábamos. Fue el hermano que no tuve. Un día hablando de la caída y muerte de Allende me comentó que Allende había ordenado que se suprimiera la venta de leche a los fabricantes de helados porque toda la leche posible debía ir a los niños para su alimentación. Le respondí, pana tú no eres más pendejo porque es imposible, esa decisión es solo demagógica; acaso crees que la falta de leche de los niños en Chile se soluciona acabando con los helados?. Los helados no debe ser más del 1% de la leche que se produce. El verdadero problema de Chile es que debe producir más leche para que haya leche para los niños, para los helados y para cualquier vaina que sea necesario. Extraigo el cuento del recuerdo porque eso refleja la manera de razonar de los comunistas. Primero, no saben producir nada de nada, luego ante cualquier contingencia empiezan a pensar en lo más justo para distribuir y a aquello le dan un tonito épico como si fuera producto de una guerra y no de su torpeza, y luego toda decisión se diluye en la incompetencia y la corrupción propios de un régimen planificador en detalle de tonterías y centralista. Pasarán mil años y nunca faltará quien diga esas necedades. Y es lo que viene ahora con los fulanos CLAP. Carajo, como le gusta a los comunistas esas organizaciones de cuatro letras que no sirven para nada, pero suenan marciales. Los Comités Locales de Abastecimiento y Producción o CLAPS, una pelusa, suenan a un grupo responsable, militante, abnegado, de guirnalda en el pecho y foto de Lenin en la cartera, dedicado a la distribución de productos imprescindibles del Quinto Regimiento en el Frente de Madrid durante la guerra civil española, o a los responsables de lo mismo en el sitio de Stalingrado o en el Gueto de Varsovia. Algo heroico, mítico, de un militante pagando con su vida la defensa de los potes de leche para los muchachitos mientras el agresor es repelido por los otros camaradas en una operación comando. Aquí nadie recuerda la experiencia del déficit de productos lácteos en una ocasión durante la democracia, que se subsanó rápidamente importando leche de soya y además, como el sabor era algo diferente, la gente estuvo por unos días reacias a tomarla, y los sacos terminaron como almohadillas de las bases de los juegos de béisbol en el Chato Candela, el estadio del 23 de Enero. Esos fulanos CLAP terminaran siendo fuente de corrupción y guisos entre el perraje del chavismo. A la señora del CLAP de Antímano la llamará su hermana avecindada en Catia para decirle, mira Yamilet Coromoto, consígueme unos sacos de leche pa´ los muchachos míos y aquí tengo unas vecinas desesperadas que quieren leche y ellas pagarían más, así que si me los consigues partimos la cochina y nos metemos unos reales mi amor, porque la vaina está muy difícil y no hay trabajo y Cósme mi marido, con su jugadera de Quino y los amigotes, me llega rascao con frecuencia y no se enseria. Total, los sacos de leche de Antímano terminarán con sobreprecio en Catia y con esa plata Yamilet Coromoto comprará su nevera último modelo para cambiar la otra que estaba fallando. Cuando esto se acabe, que se va a acabar, la gente arrecha en los barrios asaltará a sus Yamilet Coromoto respectivas por chavista y enchufada y vaya uno a saber cómo terminará ese drama marginal. No le rindo la ganancia a Yamilet y su nevera por capitalista.
Fuente: https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10208938953531835&set=a.2324650196458.132741.1255727869&type=3&theater
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