domingo, 19 de junio de 2016

VICTORIA ESPIRITUAL


Evangelio Dominical: ¿Quién dicen que soy?
 José Mártínez de Toda (SJ)

Comentario dialogado al Evangelio que se proclama el décimo segundo domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C, correspondiente al Domingo 19 junio 2016.  La lectura es tomada del Evangelio según San Lucas 9, 18-24.
"El que quiera seguirme, que tome su cruz"
El evangelio de hoy parece una 'encuesta de opinión'."¿Quién dice la gente que soy yo?", pregunta Jesús.
Y los discípulos respondieron: "Unos dicen que Juan el Bautista; otros que Elías; otros que alguno de los profetas" (vv. 27-28).
Se ve que la gente pensaba que Jesús era, eso sí, un Gran Hombre, como los grandes hombres de su historia, pero que no era el Mesías.
Para ellos el Mesías, como sucesor de David, debía ser un guerrero o militar, que echaría fuera al ejército romano, y colocaría a los judíos sobre todas las naciones.
Pero veían que Jesús no se inclinaba por el poder y la fuerza del dinero y de la política.
De todas formas, Jesús quiere aclarar este punto con sus discípulos, y por eso les pregunta de nuevo: "¿Quién dicen ustedes que soy yo?"
Pedro se convierte aquí en vocero de los apóstoles, y da la respuesta correcta.
"Tú eres el Cristo, el Mesías". (v. 29).
Mesías significa "ungido." Los judíos ungían a los sacerdotes, a los profetas, y a los reyes. Jesús lleva los tres títulos, es sacerdote, profeta y rey.
¿Y qué significa en la práctica ser Mesías?
Como siempre, Jesús es muy exigente: no basta con que le proclamen como Mesías. Él exige que se cumpla lo que Él dice: seguirle, imitar pasos. Y Jesús se los detalla:
"El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, por los príncipes de los sacerdotes, y por los escribas" (v. 31c). (Estos tres grupos componen el Sanedrín, el cuerpo regidor del pueblo judío). "Tiene que ser ejecutado y resucitar a los tres días".
Al oír esto, Pedro se echó para atrás y trató de que Jesús cambiara de posición.
Le ocurrió lo que Esopo cuenta en su fábula El cazador y el leñador.
"Oh, no", respondió el cazador horrorizado, y tartamudeando le dijo:
"No te pedí tanto. Sólo busco sus huellas, no el mismo león".>
Nosotros somos como este cazador. Proclamamos que amamos a Dios y al prójimo, pero cuando hay que cumplir lo que esto exige, nos echamos para atrás. Hay que acercarse al león y enfrentarlo para que la paz y la justicia prevalezcan. No podemos dar marcha atrás. De lo contrario llega la noche y no se logró nada.
Te cuento esta historia:
El sacerdote le alabó el deseo de hacerse miembro de la parroquia, pero le dijo que la iglesia que buscaba se encontraba a las afueras de la ciudad. El joven anotó la dirección y colgó. Cuando llegó a la dirección que el sacerdote le había dado, encontró una iglesia abandonada y algunos edificios tapiados y listos para ser destruidos.> (Félix Jiménez, escolapio).
El sacerdote le quiso decir a aquel joven que no tenía ni idea de lo que significaba ser cristiano.
"Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, tome su cruz, y sígame" (v. 34b).
Cuando Jesús invita a seguirle, a afiliarse a su iglesia, invita a ponerse en camino, a peregrinar. No los invita a un hotel maravilloso del mar Caribe.
¿Qué significa cargar la cruz?
Al escribirse este Evangelio, era tiempo de persecuciones en Roma. Los cristianos eran condenados a cargar literalmente las cruces del martirio y allí perdían sus vidas. Estas palabras de Jesús se refieren directamente a aquella situación. Para salvar la vida, bastaba negar a Cristo.
Para muchos cristianos hoy eso todavía es verdad. La persecución de cristianos continúa. Más cristianos murieron por su fe en el siglo XX que en el siglo I. La lista de naciones en las que los cristianos son perseguidos hoy de manera rutinaria es larga: China, Corea del Norte, Camboya, Myanmar, Irak, Laos, Vietnam, Indonesia, Timor del Este, India, Pakistán, Afganistán, Egipto, Sudán, Irán, Arabia Saudita, etc, etc.
Pero las palabras de Jesús ofrecen una gran promesa: el final del camino de un cristiano no es la crucifixión, sino la resurrección. Es como en el deporte.
¿Por qué se parece al deporte?
Los partidos de fútbol no solo se ganan en el campo de juego, sino antes en el campo de práctica. Para ser glorioso el día del partido, el atleta debe empujarse a si mismo hasta el límite en el entrenamiento. El condicionamiento físico es doloroso y agotador, pero el propósito de la disciplina no es ni el dolor ni el aburrimiento, sino la victoria.
Así es también en el campo cristiano. La disciplina espiritual engendra victoria espiritual.
Despedida
Les invitamos a la Misa, a la Eucaristía, sacramento del amor. Ahí entenderemos con claridad la identidad de Jesús, que no vino a la tierra a buscar honores, sino a sembrar el amor a pesar de las cruces y con ellas.
Fuente:
http://radioevangelizacion.org/noticia/evangelio-dominical-quien-dicen-soy
Cfr.
Isabel Vida de Tenreiro: http://www.elimpulso.com/opinion/buena-nueva-secuestrados
Ilustración: Odili Donald Odita. 

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