lunes, 2 de julio de 2012

EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA

EL NACIONAL - Sábado 30 de Junio de 2012     Opinión/10
A Tres Manos
Miradas múltiples para el diálogo
Pensamiento único
JAVIER BIARDEAU R.

Cuando se plantean los espinosos asuntos de la transición socialista en la geografía de las experiencias latinoamericanas y caribeñas, se reactivan cuestiones aparentemente elementales: ¿Es posible imaginar y pensar la transición socialista desde una variante del "pensamiento unidimensional", simplificador o único? ¿Qué es el socialismo? ¿Qué es el comunismo? ¿Qué es el poscapitalismo? ¿Cómo traducir estos debates de marcado acento eurocéntrico a las realidades de los cuerpos, voces e imaginarios nuestro-americanos? La primera conclusión es que una "revolución" por decreto y desde arriba, basada en un pensamiento unidimensional y simplificador no es ninguna revolución. Allí siempre cabe rectificar a profundidad. Ya en 1964 Marcuse había descrito el pensamiento unidimensional como resultante del "cierre del universo del discurso" impuesto por la clase política dominante y sus aparatos de difusión de masas: "Su universo del discurso está poblado de hipótesis que se autovalidan y que, repetidas incesante y monopolísticamente, se tornan en definiciones hipnóticas o dictados".
Esto ocurre tanto en la derecha, como en la izquierda. El pensamiento unidimensional es una plaga espiritual, una estupidez generalizada, que cruza transversalmente ambos campos, incluso para aquellos perplejos que han perdido estas elementales referencias.
Más recientemente Lucien Sfez ha propuesto el término "tautismo" en su Crítica a la comunicación.
El concepto es un "neologismo formado por la contracción de `tautología’ (el `repito y por lo tanto pruebo’ corriente en los medios) y `autismo’ (el sistema de comunicación que me vuelve sordo y mudo, aislado de los otros, casi autista), neologismo que sugiere una mirada totalizadora, incluso totalitaria.
En otras palabras, a partir del tautismo, tomo en adelante la "realidad representada", sus simulacros y espectáculos mediados se asumen como realidad directamente expresada. Dice Sfez, confusión primordial y fuente de todo delirio. Hay por tanto una izquierda tautista y una derecha tautista.
Suponen que su autorreferencia es la "realidad objetiva" y la "única realidad normativa".
Mundos sin perspectivas, sin disonancias y sin disensos, como ha dicho Marcuse: "Cierre del universo del discurso".
Marcuse reconstruyó uno de los retratos más exhaustivos del "marxismo soviético", lo que Bujarin y Stalin calificaron como "marxismo-leninismo ortodoxo" cuya función fue apoderarse del legado leninista, hacer propaganda mundial y cerrar el universo de discurso en el campo de las izquierdas revolucionarias.
La obra abierta, heterogénea y crítica de Marx se hizo monolito dogmático bajo una actitud de interpretación unívoca, simplificadora y unidimensional. Se buscaba sobre todo la lealtad revolucionaria hacia la interpretación unidimensional de la "élite bolchevique", no la irreverencia en la discusión que supone un pluriverso polémico. El que no asentía pasaba a "tribunal disciplinario", purga o silenciamiento institucional. Se clausura el universo del discurso, con el subterfugio de la pluralidad, algo muy difundido en el "saber universitario".
Cuando Ramonet reintrodujo la idea de pensamiento único enfatizaba la pretensión universal de los intereses del capital financiero transnacional, reconocía que el paisaje ideológico posterior a la caída del Muro de Berlín había suprimido en los altares del proyecto neoliberal/neoconservador la idea de "pensamiento aceptable", monopolizando todos los foros académicos e intelectuales.
Por tanto, hay un tufillo de violencia simbólica y de prefiguración de la violencia atroz cuando izquierdas y derechas son portadoras de "pensamiento único" y monopolizadoras de la "verdad objetiva".
Se trata, como ha dicho Maturana, de argumentos para obligar, para someter, para uniformar representaciones, discursos e imaginarios. Seguimos presos de un viscoso y aburrido maniqueísmo marcado por la decadencia... Como diría José Rafael Pocaterra, quizás, si estuviera entre nosotros.
Ante esto, sólo podemos optar por el quinismo plebeyo. ¿Dijo usted "verdad objetiva" en tiempos pospositivistas? ¡Huele a fétida estupidez!

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