sábado, 11 de diciembre de 2010
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EL NACIONAL - Sábado 11 de Diciembre de 2010 Papel Literario/2
Guzmanes y obamas
El pasado 15 de diciembre de 2009, el país recibió la noticia del fallecimiento de Manuel Bermúdez (1930), ensayista, crítico literario, narrador e Individuo de Número de la Academia de la Lengua.
Papel Literario lo recuerda hoy, con la publicación del ensayo que entonces dejó escrito para éste suplemento
MANUEL BERMÚDEZ
1) Emilio Mira y López en su libro Los cuatro gigantes del alma habla del Willy zurt mascht alemán, término en español que equivale a la ambición de poder. ¿Por qué nosotros relacionamos en este sentido a Guzmanes, venezolanos, del siglo XIX con Obamas afroamericanos, del siglo XXI, dando un "salto de tigre", histórico, como el que popularizó Walter Benjamin, cuando habla de una Roma que retorna en la Tesis 14 de su Filosofía de la Historia, pues porque, como dice Borges, la historia es amiga de las analogías y de las repeticiones.
Antonio Leocadio Guzmán (1801-1884) regresa a Venezuela un año después de la Batalla de Carabobo (1821), la cual sella la independencia de Venezuela.
El general Páez es el héroe absoluto. Más allá, en la Nueva Granada, manda el general Santander. Y en el Perú desde Lima, con la aureola del Libertador, la figura máxima es el general Bolívar. Guzmán es un joven idealista liberal, educado en España, aprendiz de periodista, que se viene a su país, emancipado del yugo español, gracias a los ejércitos de Bolívar y Páez, quienes se convierten en vivientes glorias patrias.
Dentro de ese contexto, la vida y existencia de Guzmán estará signada por la dicotomía de la pluma y la espada. Ramón Díaz, en su obra Guzmán, elipse de una ambición de poder resume sus intenciones alegóricamente: "El dragón del militarismo, pavor de los intelectuales, amenaza engullir las bellas manifestaciones del espíritu y él puede ser el San Jorge que lo redima con la lanza de su pluma".
2) Y dando el "salto de tigre", de Walter Benjamin, con técnicas cinematográficas de Flash-foward nos encontramos con que, a casi dos siglos después, aparece en los Estados Unidos, un afroamericano nacido en Hawái, llamado Barack Obama. Sueña con el poder, después de que su figura, como abogado inteligente en Chicago, aspira más; y se post gradúa en Leyes en Harvard School, Cambridge Ms. 1990. En u na foto de esa época, Obama posa en un portal de la universidad, en medio de seis columnatas de mármol blanco y un muro negro de piedra, signos dicotómicos de su vida. Mas él es el ícono del texto fotográfico. De pie, con la pierna derecha cruzada, con la izquierda en juego horizontal y vertical de los zapatos de invierno, parecidos a los de Ednodio, pero con trenzas; pantalón de estudiante, pero no bluyín, y una chaqueta invernal, tipo Montgomery, abierta en el cuello, donde se anuda una bufanda, mientras ambas manos permanecen en los bolsillos del pantalón. Tras esa facha y esa fachada hay un mensaje: este es el futuro potus (ccrónimo de President of Unites States).
Obama no tiene que enfrentarse con famosos generales, héroes de la Segunda Guerra Mundial, como Eisenhower Marsha ll o Mc A rthur, sino con míticos demócratas como F.D. Rossevelt, Harry S. Truman y J. F. Kennedy, en un imperio de riquezas y racismos.
Sería conveniente agregar que en este subimperio del racismo, en medio de la negritud, que lucha por los derechos civiles y humanos, brillaron como ónices el reverendo Martin Luther King y el implacable Stokely Carmichael, graduado en la universidad negra de Howard y líder indiscutible del Black Power en 1966.
Pero Obama tiene otro lenguaje y otras sintaxis en su ambición de poder. Así por lo menos lo proclaman Rupert L. Swan, un experto en coaching, comunicación interpersona l y lenguaje no verbal, en su obra El método Obama (2009), libro que se ha convertido en best seller.
Obama ya era best seller desde que publicó sus obras: Audacia de la esperanza (2007) y Los sueños de mi padre (2005).
Ni un Hitler de Mein Kamps, ni un Malraux de Antimemorias, aparecen en los espacios literarios de ambas.
Obras que fueron muy bien interpretadas por el crítico venezolano Rafael Arráiz Lucca. Y en los vericuetos de la situación política, Obama no es un Veiskitschen (vende barato), émulo de Berlusconi, Chávez y Sarkozy, quienes en vez de ambiciones, son lambizcones de poder.
3) La idea de mezclar en un cóctel hipertextual a los Guzmanes venezolanos del siglo XIX con los Obamas afroamericanos del siglo X XI, surgió con motivo de un homenaje, donde participaban el humanista y académico Guillermo Morón, el historiador Asdrúbal González y el crítico Roberto Lovera de Sola, que la Biblioteca de la Fundación Francisco Herrera Luque le iba a rendir al escritor Ramón Díaz Sánchez, novelista, ensayista e historiador de piel obamada, autor del ya mencionado bildungsroman Guzmán, elipse de una ambición de poder, libro que corta en grandes tajos la vida política del venezolano del siglo XIX contando significancias biográficas de Antonio Leocadio Guzmán y de su hijo Antonio Guzmán Blanco, descendientes de blancos de orilla y tiñosos navegantes del río negro de nuestra Guerra Federal.
Díaz Sánchez (Puerto Cabello, 1903-Caracas, 1968), así como su paisano, Enrique Bernardo Núñez, ha sido un escritor subestimado en Venezuela. Y, a veces, ninguneado. Su novela Mene, escrita en Cabimas 1933 y premiada por el Ateneo de Caracas en 1935, por un jurado de primera, tal vez por miedo político no pudo ser publicada sino en 1936, después de la muerte del dictador Juan Vicente Gómez. Díaz Sánchez, junto con Gallegos, Uslar Pietri y Picón Salas, es la cuarta pata de la gran mesa literaria de Venezuela en el siglo XX. Pero como venía de abajo y era autodidacta lo silenciaron. Antes de morir en 1968, en el prólogo de Mene, dice sin resentimiento pero con claridad: "parece que bastase ir a la escuela, al liceo y a la universidad para poder descubrir el sentido de una escritura y apoderarse de su verdad y de su belleza.
Pero nada es más falso que esto. Más que una hazaña, la lectura es una capacidad intelectual que no se completa sin la cooperación del espíritu y la conciencia".
4) Hay mucho Barack Obama en la obra de Díaz Sánchez.
Empezando por los Philibert: Enguerrand y Phoebe, de la isla de Trinidad, quienes, cuando llegaron a Cabimas, como saludaban a todo mundo de "my Friends" les cambiaron el Philibert por "Los maifrens". Y así se quedaron por el resto de las novelas. Pero los negros en la ficción literaria de Díaz Sánchez no tienen ambición de poder como algunos negros y mulatos de Gallegos y Uslar Pietri. Aquellos son personajes con especial sensibilidad para la pintura y la música, como ocurre en el cuento "La virgen no tiene cara" y en la novela Cumboto.
La idea de mezclar en un cóctel hipertextual a los Guzmanes venezolanos del siglo XIX con los Obamas afroamericanos del siglo XXI, surgió con motivo de un homenaje, al escritor Ramón Díaz Sánchez
Es curioso que Obama a los 18 años, escribiera poesía. En 1981 una revista estudiantil le publicó dos poemas, "Pop" y "Underground". Siendo candidato presidencial, Internet arqueologizó esos textos y los dio a conocer al mundo.
Un crítico de altura, Harold Bloom, dijo que Obama era mejor poeta que Jimmy Carter, "el peor poeta de la historia estadounidense". Y para los maniseros del Caribe es el mejor tragicómico de La Celestina de Fidel Castro y Hugo Chávez, en el campo de política electoral.
Jamás la antigua crítica hubiera podido establecer relaciones de acercamiento y contigüidad entre la negritud literaria de Díaz Sánchez y el Obama poeta que ambiciona el poder; hoy, con las teorías próximas de Eduard T Hall, autor de la Dimensión oculta, se pueden analizar esas relaciones sin caer en el efectismo crítico. En otro de sus libros, Más allá de la cultura, Hall nos da una gestalt, cuando habla de los "entramados situacionales": "estos entramados están hechos de dialectos situacionales, dependencias materiales, personalidades situacionales y pautas de comportamiento... Ejemplos de escenarios y situaciones habituales son: saludar, trabajar, comer, comerciar, luchar, conducir, hacer el amor, ir al colegio, guisar y ser v ir la comida, pasear y cosas parecidas. El entramado situacional es la unidad viable mínima de una cultura que puede analizarse, enseñarse, transmitirse y manejarse como una entidad completa. Los entramados incluyen componentes lingüísticos, quinéticos, proxémicos temporales, sociales, materiales, de personalidad y de otras clases".
El entramado político e histórico que vivió Antonio Leocadio Guzmán fluctúa emocionalmente entre el péndulo de dos ambiciones: la del Libertador Simón Bolívar y la del centauro José Antonio Páez. Cuando conoce las situaciones ideológicas de ambos entonces construye su propia ambición de poder. A Páez le dice: "usted sabe, mi general, que esta lucha en la cual tanto se ha distinguido usted está inspirada principalmente en la filosofía de Rousseau". Y Páez le responde: ¿De veras? Con que así. ¡Y yo sin saberlo!
5) Con Bolívar la situación es distinta. El Libertador le da para que lo lea y le dé su opinión sobre el Proyecto de Constitución de la República de Bolivia. Y Guzmán escribe un análisis que titula Ojeada y entre otras cosas dice: "Esta no sólo es una Constitución de Bolivia, no es sólo una constitución, sino el resumen de todo lo bueno que los hombres han sabido en la ciencia de gobierno y el germen de una felicidad inmensa, que se desarrollará en medio de las sociedades que tengan la dicha de adoptarla". Díaz Sánchez, el biógrafo, hace la cita de tres historiadores confiables: José Félix Blanco, Ramón Azpúrua y José Gil Fortoul, y luego añade su interpretación personal: "Su único propósito entonces es halagar a Bolívar, a quien juzga dominado por la ambición de poder y deseoso al mismo tiempo de disimular su ambición bajo la apariencia de un apostólico desprendimiento. No se detiene, pues, a reflexionar en las reacciones humanas que semejante lucubración puede desatar en un mundo donde las ambiciones individuales fermentan de una manera tan alarmante. Bolívar todo lo puede --piensa al observar la reverencia de los pueblos y la temerosa sumisión de los gobernantes (¿USA?).
Los Guzmanes de Venezuela se pasaron toda una vida ambicionando el poder. (...) El escritor Díaz Sánchez y el elocuente Obama, con materia gris en el cerebro leyeron otros discursos en los libros y en la universidad
Bolívar hará su voluntad en estos países donde su genio es la única luz y la esperanza única. La verdad es que Guzmán, muy joven aún, no conoce hasta donde puede llegar la volubilidad de los hombres. No se ha estudiado a sí mismo todavía". Nota bene: por eso tuvo dos grandes oponentes políticos: Juan Vicente González y Cecilio Acosta".
Heurísticamente se puede pensa r que A nton io Leocadio, con el propósito de "cogerle cría" al ADN de los Bolívar, se casó con Carlotica Blanco, hija de María Antonia Jerez Aristiguieta, una de las nueve musas, primas del Libertador. Y con ella tiene el primogénito A ntonio Gu zmá n Bla nco, qu ien será la punta con que encumbrará su ambición de poder. Guzmán Blanco comenzó siendo un civilista como su padre. Lo siguió en sus luchas políticas y periodísticas, tanto en la fundación y auge del partido Liberal, como en la del diario El Venezolano, siempre al lado del genial ideológico del libera lismo, Tomas Lander. Mientras A ntoñito estudiaba derecho en la universidad, actuaba como funcionario público. Así fue adquiriendo sentido dialéctico de gobierno y poder. De tal manera que cuando la crisis política desemboca en la Guerra Federal, Guzmán Blanco se pone del lado del general Juan Crisóstomo Falcón; y no del lado de Zamora, como su padre. Antoñito cambia las leyes por las armas.
Al principio, los militares "Chopos de Piedra" lo llamaban "El Señorito". Pero cuando se les embragueta y les aprieta las cureñas, entonces se les ponen "¡atención, fiiirm!" y terminan llamándolo "Ilustre Americano".
6) Después de la guerra, Guzmán Blanco gobierna a los Estados Unidos de Venezuela por varios períodos const it uciona les. Una s veces desde París y otras en Caracas. En ese entramado histórico y cultural comparó a Venezuela con un cuero seco que, cuando lo pisaban por un lado, se levantaba por el lado opuesto. De allí que se propuso civilizar el país creando vías de comunicación, bancos, ferrocarriles, educación gratuita y obligatoria, nuevas constituciones y edificaciones públicas. Pero con un sistema de gobierno autocrático. Con lo cual la ambición se momifica con el plomo del poder.
Un siglo despué s u n Guzmán negro aspira ser potus del país más poderoso de la tierra. Pero "viniéndose a menos", desde la presidencia de Richard Nixon (Tricky Dick), de Ji m my Ca r ter ( Killer rabbit); Ronald Reagan (Star Wars), George Bush (Vovdto economus), Bill Clinton (Hillary care, Monicagate) y GeorgeW Bush (Bunker mentality, culture of corruption). William Safire, columnista de On Language del New York Time Magazine, en el prolegomenon de su Political Dictionary da una interesante visión lexicográfica de las Coinages, Descriptions y Attacks de esos regímenes presidenciales. Y a través del entramado léxico se advierte la situación crítica de los Estados Unidos.
Barack Obama, en agosto 16 de 2007, en improvisada rueda de prensa realizada en Atlanta, Iowa, como aspirante a la nominación presidencial por el partido demócrata, propone "la renovación del liderazgo estadounidense", en documento clave de su ambición de poder.
Se diferencia del Guzmán venezolano en que el triángulo de fuerzas gobernante no está integrado por los tres generales de la Gran Colombia (United State of South America); sino por otro contexto histórico.
Su argumento inicial es el siguiente: "En momento de gran peligro durante el siglo pasado, mandatarios estadounidenses como Franklin Roosevelt, Harry Truman y John F. Kennedy lograron tanto proteger al pueblo estadounidense como ampliar las oportunidades para la siguiente generación. Más aún se aseguraron de que Estados Unidos, por medio de sus acciones y ejemplos, guiara e inspirara al mundo para que defendiéramos y lucháramos por las libertades que miles de millones de personas buscábamos fuera de nuestras fronteras... Hoy, otra vez, tenemos que mostrar un liderazgo visionario". (Foreing Affairs. Vol. 7 Num 4. 2007).
Hipertexto final: Los Guzmanes de Venezuela se pasaron toda una vida ambicionando el poder. Del civismo insípido ascendieron al militarismo autocrático. Ese tránsito comenzó deletreando el plomo de la imprenta, a través del periódico El Venezolano; y termino disparando el plomo de las armas. Igual que los presidentes Bush padre e hijo, en los Estados Unidos, que, deletreando gotas de petróleo aprendieron a leer la geografía bélica de Irak y del lejano Oriente. En cambio el escritor Díaz Sánchez y el elocuente Obama, con piel creole en la fachada y materia gris en el cerebro leyeron otros discursos en los libros y en la universidad.
Y no utilizaron el carro de las armas y la guerra en sus ambiciones de poder; sino la pluma como Churchill; la radio como Roosevelt; y la televisión como Kennedy. Pero no faltan majases y talibanes, encuevados en el Caribe y el Lejano Oriente, pergeñando la escritura de modernas Mein Kamp; así como K K K, resurrectos; el presidente Obama tendrá que digitalizar, aunque no quiera, el obámico discurso de Teodoro Roosevelt.
EL NACIONAL - MIÉRCOLES 30 DE JUNIO DE 1999
Rendija
Sal de fruta originaria
Manuel Bermúdez
Venezuela, políticamente, es un vaso de agua. Al que hay que echarle un polvo un rascuchazo. Los españoles endulzaron el régimen colonial con polvos de azúcar y de panela, por medio de la religión y la lengua. Los héroes de la independencia curaron todas las heridas de la guerra con la sal de la libertad. Y cuando llegó la República, como una copa de cristal, se agriaron los vinos del triunfo porque aparecieron los partidos políticos, como limones verdes y maduros, pero cargados siempre de la misma actitud. El agua contenida en el vaso, unas veces fue dulce. Otra veces, salada. Y con la presencia del limón, se puso agridulce. Entonces el polvo se convirtió en rascuchazo. Porque de grano sólido, pasó a líquido espeso.
Nadie piensa que el limón es malo. Mezclado con azúcar y agua da la limonada que es buena para el calor en los días estivales. El limón asado con sal sirve para sanar hematomas sufridos por golpes y porrazos. Y su redondez mágica es buenaza para borrar, metonímica y metafóricamente, las hernias inguinales. Eso que George Frazer llama magia empática y magia contaminante en La rama dorada. Mi tía Julia no era médico, y sin embargo curaba gente con la sabiduría médica del pueblo. Un día le llevaron un niño con una hernia inguinal muy pronunciada. Después de hacerle un tacto en el testículo derecho, arrancó un limón verde de la mata y se lo fue pasando en cruz por el órgano enfermo, mientras decía entre dientes algunas palabras de ensalmo. Terminada la operación, clavó el limón en una espina grande de la mata. Era cuarto menguante. Y, según ella, a medida que el limón se fuera secando, metafórica y empáticamente, la hernia iría desapareciendo.
Durante los gobiernos de Crespo y después de Gómez, se creía mucho en esta medicina curativa. A quienes la practicaban los llamaban brujos. Con la efervescencia estudiantil del año 28, contra la brujería política y gubernamental del dictador Juan Vicente Gómez, surgió la sal de fruta verbal de los líderes Rómulo Betancourt y Jóvito Villalba. Esa efervescencia se hizo pseudo revolucionaria el 18 de octubre de 1945, cuando los militares, patriotas de entonces, apoyados por Rómulo Betancourt y Acción Democrática, tumbaron el gobierno del general Isaías Medina Angarita. A partir de ese momento se introdujo en el vaso de agua exclusivamente el polvo de la sal de fruta. Y se acabó la dulce y lo agridulce. Sólo reinaba la efervescencia, la paja y el gamelote, hasta que los militares, dictatorialmente mandados por el general Pérez Jiménez, pelaron por el machete y empezaron a cortar paja y gamelote. Pero la sal de fruta siguió intacta. Ahora anda coqueteando por ahí con nombre de Constituyente. Y los galanes de la política, la prensa, la radio y la televisión la piropean, la exaltan y se le arrodillan, buscando puesto junto a ella. Pero la Resbalosa tiene novio; y ya cruzó aros y espada con el que chave. Cuando se celebre la boda, el brindis será de efervescencia, con sal de fruta. Y cuando pase ésta, Venezuela, políticamente, seguirá siendo un vaso de agua, que espera un nuevo polvo, un nuevo rascuchazo.
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