miércoles, 29 de diciembre de 2010

cunill-grau y la geografía del hambre-y-la-catástrofe











EL NACIONAL - Domingo 26 de Diciembre de 2010 Siete Días/4
entrevista
Pedro Cunill Grau
"La improvisación favorece una geografía del hambre y de la catástrofe"
El investigador reconoce que si no se toman las previsiones frente al cambio climático, no estaremos preparados para la desgracia. Insta a pensar creativamente en la conformación de la grandeza geográfica del país, con la conquista del frente marítimo y la apertura hacia la Venezuela profunda
TAL LEVY

El nacer en zona templada y emigrar a territorio tropical ha afectado, sin duda, su historia personal. Para Pedro Cunill Grau, nacido en Chile y de familia catalana, "vivir en un clima tropical de altura, como el de Caracas, es lo más cerca que uno puede estar del Paraíso. Lo ubérrimo de los paisajes, los colores, los olores, los sabores, esas vivencias tropicales y caribeñas me abrieron horizontes nuevos en mi actividad profesional".

El geógrafo e investigador ha consagrado su vida a educar y a pensar creativamente en la conformación de la grandeza geográfica del país: "Por mi experiencia como geógrafo, tanto en América como en Europa, no veo que haya muchos territorios que tengan las opciones de Venezuela. Obviamente, como toda opción hay que valorizarla, domeñarla, crearla".

Mario Briceño Iragorry escribía: "La Geografía es de indispensable conocimiento para la comprensión de la problemática social. El suelo define en parte el destino de los pueblos". ¿En qué medida la geografía condiciona el país que somos? --Comparto las palabras del doctor Briceño, a quien admiro. En el caso venezolano, la imbricación de tantos paisajes contrastados dentro de la tropicalidad ha abierto posibilidades infinitas, tanto en la Venezuela periférica litoral, donde el país ha vivido hasta hoy día básicamente, como en la Venezuela profunda. Son muy pocos los países en el mundo que tienen esas posibilidades que le ha dado el suelo, el clima, el relieve, a Venezuela.

--En una conferencia que dictó en 1999 usted aseguró: "La carencia de un adecuado aprendizaje geohistórico ambiental climático ha contribuido a influir en la conducta social de coexistir con el peligro". ¿La grave situación actual por las lluvias confirma esa apreciación? --Sin duda y cada vez será más acuciante, dramático y con costos altos sociales, humanos, económicos e inclusive culturales, porque con el cambio climático, que ya estamos experimentando, la improvisación en la conformación del hábitat de infraestructuras de todo tipo ante el riesgo climático sólo favorecerá una geografía del hambre y de la catástrofe. Piensa en lo que significa para los paisajes vivenciales y turísticos los cambios que se producirán en el nivel del mar. Es indispensable la apertura hacia la Venezuela profunda con los debidos resguardos ambientales.

Este año fui al sur del Amazonas, en la parte sur de la Esmeralda, y pude ver allí cómo se destruye gran parte de paisajes que serán indispensables para la Venezuela posible.

--¿Continúa creyendo en la Venezuela posible? ­Siempre, cada vez soy más optimista de esa Venezuela posible en el siglo XXI porque, dejando a un lado las circunstancias coyunturales, siempre hay que ver las bases geográficas y humanas del país.

--¿Considera, como ha dicho José Ángel Rodríguez, que la tragedia de Vargas de 1999 evidenció que "el poder político en Venezuela desdeña el espacio geográfico que le sirve de sustento".

--Desgraciadamente, así ha sido porque no es un problema ni de la V ni de la IV, es un continuum que puedes ver en el paisaje. Al dominar las fuerzas espontaneístas en el hábitat, no se prevé los desastres geográficos, telúricos. A la geografía de la catástrofe no se le toma en cuenta; se cree que es algo ocasional, pero no. La geografía de la catástrofe tanto natural como social, que están acompañadas, implica el preverlas. Eso obliga a grandes gastos e inversiones.

--Desde la tragedia de Vargas, ¿hemos aprendido algo? --Yo diría que no. La mejor prueba la tenemos con la situación actual. Tanto sequías como lluvias de una alta intensidad, terremotos, sismos, maremotos, posiblemente huracanes, están en la bitácora del navegante mayor en los futuros años. Si no se hace esa bitácora, no estaremos preparados para la desgracia. Es un tema mayor que debe ser abordado sin ninguna exclusión por todos los venezolanos.

--Desde la colonia, nos hemos asentado principalmente en la franja centro-nortecostera del país y los esfuerzos por cambiar ese patrón han sido infructuosos, como la propuesta de Rafael Caldera de crear Ciudad Sucre o el eje Apure-Orinoco promovido por Hugo Chávez. ¿Por qué? --Ha faltado una conciencia colectiva de que el destino del país está en dos grandes frentes. Uno, en el frente marítimo.

Se olvida la gran potencialidad que tiene Venezuela en sus extensas zonas marítimas, que superan los 860 mil kilómetros cuadrados, tanto en el frente caribeño como en el atlántico. Esos espacios son fundamentales. Es necesario iniciar la conquista de ese frente marítimo de manera ambientalmente sostenida y tomando en cuenta los riesgos del cambio climático. Una de las opciones, aparte de la piscicultura, es la turística. El establecimiento de la talasoterapia en las islas venezolanas aportaría grandes ingresos. La segunda opción es fundamental, porque en el temprano siglo XXI en todo el mundo habrá regiones ganadoras y perdedoras. En la Venezuela profunda, al sur del Orinoco, se deben conformar las ganadoras con respeto pleno a las comunidades aborígenes y con opciones a la juventud nuestra de la Venezuela periférica. Ello implica luchar, como por cierto se ha hecho desde antes del actual gobierno, por el eje Apure-Orinoco. Hay que implementarlo, como también hay que fundamentar creaciones de ciudades, no como Ciudad Sucre, porque no hay que repetir errores del pasado, sino pequeñas ciudades que cuenten con todos los avances tecnológicos y con la belleza estética de villas que atraigan a nuestra juventud para poblar la Venezuela profunda. Esto supone cambios culturales y productivos. Uno de los aspectos fundamentales es la movilización de las reservas de productos de la biodiversidad amazónica y orinoquense.

--Ha señalado que ha comenzado el siglo de la sed, el hambre y la penuria alimentaria. ¿Qué hacer en términos de seguridad alimentaria? --No creo en seguridad alimentaria a base de importación de alimentos, sino en la producción. Tenemos un desafío histórico: no podemos cambiar un recurso petrolero agotable por leche, carne, verduras, aves y huevos. Esos recursos petroleros deben servir para crear una nueva infraestructura productiva de todo tipo, de iniciativa pública y privada. Venezuela en su parte agrícola y pesquera puede ser un país exportador.

--Usted defiende la tropicalidad como elemento positivo para el desarrollo económico y social. ¿Cómo recuperar nuestro Paraíso Terrenal, nuestra Tierra de Gracia? --De varias maneras. El venezolano debe tener conciencia y trabajar las opciones geográficas. Da dolor cómo muchas comunidades desdeñan lo que significa para sus ingresos el turismo ecológico.

Cuando uno va a Catia La Mar, a Tucacas, a Puerto La Cruz, a Carúpano, se da cuenta de que son muy pocas las comunidades que salvaguardan ese patrimonio tropical de la belleza. En Galipán vemos la destrucción de un paisaje. No se pueden cercar los parajes naturales porque son nuestro patrimonio para el futuro. Hay que detener el desarrollo salvaje en Los Roques. La fuente de la juventud de Ponce León no existe, pero sí hay buenas aguas termales, buena talasoterapia, que el clima tropical favorece. En los llanos, por ejemplo, hay animales que dan mejor rendimiento y son más rentables que las vacas; vale decir, intensificar la ganadería controlada de chigüires, de babas y otros animales que hoy tienen opción, así como las tienen las frutas amazónicas. Piensa en lo que significó para Nueva Zelanda la habilitación del kiwi como fruta.

Por qué no introducir sabores nuevos a los helados venezolanos. Si no hay conocimiento de la geografía, de sus opciones, ello implicará no sólo caer en la geografía de la catástrofe, sino en la geografía del hambre y de la sed, que son los grandes desafíos del siglo XXI.


Leer el paisaje

La máquina de escribir Olympia que compró con su primer sueldo de ayudante universitario 55 años atrás y que ha sido cómplice de esos 200 textos originales que ha escrito, entre libros, ensayos y artículos, todavía aguarda: "Mi última ilusión, si Dios me da vida, es un trabajo que creo que puede ser una obra mayor: Ver. Oír. To- car. Las sensiblidades de Es- paña en el continente ame- ricano", devela Pedro Cunill Grau. Por lo pronto, concluye La ruta del cacao en la Ve- nezuela colonial, patrocinada por la Comisión Nacional de la Unesco y que será editada el próximo año.

"Mis últimos libros los he escrito después de los 70 años", reconoce el autor de Historia de la Geografía de Venezuela (siglos XV-XX); Geohistoria de la sensibli- dad en Venezuela, diseñado por Álvaro Sotillo y reconocido con La Letra de Oro como "Libro más bello del mundo" en la Feria del Libro de Leipzig; y GeoVe- nezuela, obra colectiva enciclopédica.

Entre las alegrías de su vida están que su hijo menor sea geógrafo y el mayor trabaje en Unicef, con los niños.

También le complace que el ex presidente Ricardo Lagos, como tantos otros chilenos, haya estudiado de la mano de su Geografía de Chile o que entre los geógrafos españoles La América Andina sea un libro de referencia o que en la Universidad de Yaracuy una cátedra lleve su nombre.

Este geógrafo de terreno revela las claves para leer un paisaje: "Primero, hay que respetar, escuchar y aprender del habitante de esos paisajes. No puedes ir allí a dictar cátedra, tienes que escuchar. Además, como soy peatón, porque no conduzco, siempre hablo y sobre todo escucho. Segundo, hay que abordar el paisaje con gran sensualidad: ver, oler, sentir, tocar esos paisajes; y tercero, todo paisaje tiene una historia y uno debe documentarse".

Su nombre se suma al de grandes geógrafos de Venezuela, como Humboldt, Codazzi, Sievers y los Vila, todos por coincidencia nacidos en tierras foráneas.

"No se hace geografía en el verdadero sentido de la palabra de lo que no se conoce y no se conoce lo que no se ama. De una manera u otra, todos los ilustres antecesores y muy modestamente el que habla hemos amado este país, lo hemos tratado de entender, y este país nos ha brindado a todos posibilidades que indudablemente superan las que uno tuvo en su lugar de origen", confiesa Cunill.


Fotografía: Ernesto Morgado.

1 comentario:

  1. El fenomeno de Varga no es nuevo tiene sus antecentes aunque en menor proporcion. La intecidad de este comprueva su tesis de la falta que tenemos de un aprendizaje geohistorico, ambiental y climático

    Juan martinez G

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