lunes, 27 de diciembre de 2010

actualización


EL NACIONAL - Lunes 27 de Diciembre de 2010 Escenas/2
Siruela edita Doña Bárbara
Para Horacio Biord Castillo
PALABRAS SOBRE PALABRAS
LETRAS
FRANCISCO JAVIER PÉREZ


Acostumbrados a saberla grande, hemos olvidado su grandeza. Obra mayor de nuestro aporte a la novela, las nuevas plumas narrativas le han dado la espalda. Evaluándola más por lo que sus epígonos admirados quisieron de ella que por lo que ella misma significaba en nobleza de lengua y cultura, no se supo ver siempre lo que tenía de verdad y franqueza. Han hecho falta sus primeros 80 años para comenzar a vislumbrar que no se trataba de un furor de local veneración lo que ha movido a tantos y tantos seguidores a considerarla un libro de longeva perduración.

Desentendida quizá de estos afectos de bien o de desdicha, las Ediciones Siruela, con su habitual buen hacer y con su esteticismo de factual significación, acaban de publicar, en su colección Tiempo de Clásicos, junto con Eugenia Grandet, Cumbres borrascosas y Las palmeras salvajes (de Balzac, Brontë y Faulkner), la obra cúspide del maestro Gallegos. El prólogo ha sido encargado a la escritora mexicana Carmen Boullosa (que años atrás conocí en Caracas, cuando aún era promesa y no celebridad, al presentarla en una conferencia en la Universidad Católica Andrés Bello) y la lectura que alcanza tendrá desde ya que contarse entre las mejores exégesis gallegianas (no pocas y nunca suficientes).

Boullosa sigue al personaje, por el que está seducida, en suerte de reivindicación justiciera hacia los derechos de la mujer y hacia su destino literario. Sobre esto último, encuentra para él digna Domus cervantina: "Doña Bárbara comparte con El Quijote y un puñado selecto de personajes literarios un destino privilegiado: sale de las páginas de la novela, y se establece entre nosotros.

Alteró la demografía, es otro más entre nosotros".

Sobre lo primero, querrá que su trayectoria complete la de Sor Juana o la de la Monja Alférez, la de George Sand o la de Sara Bernhardt o, enfáticamente, la de su contemporánea exacta, la aviadora Amelia Earhart, quien funda y preside en 1929, año mismo en que aparece la novela, una asociación de pilotos en Cleveland junto con 99 mujeres del aire: "Encarnación de la mujer popular, una «luchona», como las llamamos en México, que batalla por su sobrevivencia con las armas del miserable y desprotegido, al margen del orden y la ley".

Destaca el lenguaje de la tierra como su mejor lenguaje. Novela que se hace lengua capaz de hablarle a la tierra. Boullosa entrelaza estos dones y los observa desgastándose en el hoy de un mundo de cambios climáticos que ha descreído de ellos: "La leí con melancolía, presenciando un tiempo perdido sin remedio".

Al fin, la prosa. El asiento de las maravillas: "Es un placer leer la prosa de Do- ña Bárbara. Libro para ser dicho en voz alta, es un clásico, o varios clásicos: por la fuerza telúrica de su prosa, por las vidas de sus personajes, sus cambios, sus tornasoles y claroscuros, por las interpretaciones".

La perfección de un dibujo de nutricias hermenéuticas emblematizadas en los tres fulminantes verbos galleguianos; materia de la mejor música espiritual de Venezuela: amar, sufrir y esperar.

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