martes, 21 de diciembre de 2010

ha desaparecido un gran caraqueño: wna


ELNACIONAL, Caracas, 23 de Diciembre de 1996
ARQUITECTURA
Navidad: la ofrenda
WILLIAM NIÑO ARAQUE


Como una alternativa de ofrenda a la navidad, este año he querido referirme a tres brillantes ensayos escritos durante el 96, cuyas ideas desarrollaron desde la gozosa perversión de lo rígidamente objetivo y racional, la incorporación de reflexiones subjetivas y personales que, como elementos distorsionadores del estricto orden de un pensamiento de la caraqueñidad, podría constituir la maravillosa partida de un regalo único, espléndido y descomunal para la gran ciudad.

I .- La república visual ( Notas sobre el paisaje caraqueño, Luis Pérez Oramas, 25 . 7 . 96) .

``Desde el vértigo de la inmensidad natural que la delimita, y como signo de sus abismos políticos, un ínfimo y heroico, un sobrehumano rastro de ciudad nos domina: el abandonado Humboldt del arquitecto Sanabria. Este mirador desde el que nadie mira, emblema extraordinario de los sueños visuales modernos, ofrece un paisaje total, imposible pues para una mirada arquiectónica que la hace realizable: 360§ de visualidad sobre el valle y sobre su anverso oceánico y de márgenes infinitos: la impensada historia de una forma moderna de representación que tendría, en Caracas, a su lugar común, pero también a su (aún) inconcluso proyecto''. A partir del bastión que corona la montaña la arquitectura extiende la ciudad hacia la geografía y abarca el dominio de una territorialidad impensable. En la suburbia de Luis Enrique, desde Cútira hasta Guarenas, desde Anare hasta la bajada de Tazón, desde el océano abismal hasta las colinas del sur, la Caracas no asumida en su abandono exige el regalo y la posibilidad de un ámbito fundamental para su representación que se extiende más allá del ``cuerpo monumental'' que amuralla la montaña.

Ver lejos, es el constraste, el estímulo, el regalo propiciado obsesivamente por la mirada; se trata de compensar la concentración urbana con el escenario envidiable de un vacío extenso todo de verde y de montaña, en el que se puede prolongar el placer de sentir con los ojos, abarcar la geografía y recibir la luz.

II . La ciudad Tendida ( El palacio, Hannia Gómez, 2 . 12 . 96) .

``Caracas allí está, vedla tendida.'' Esta estrofa se vuelve la más célebre de la literatura caraqueña del siglo XIX: se convierte en lo que podríamos llamar el lema urbano caraqueño. El verbo tendida, de tender, invita a la ciudad a permanecer por siempre acostada a los pies del Avila, como la favorita rendida, voluptuosamente vencida. Una entrega. Voluntaria...y mutua. Tender en este caso evoca la postración romántica, la aparente sumisión a la naturaleza circundante. Como consecuencia de este conjuro poético, la ciudad de allí en adelante quiere emplear en el valle todos los sinónimos de ``tenderse'' a lo largo de éste como si de un diván estupendo se tratase: la ciudad, desplazándose, se estiró todo lo que pudo, se dilató intentando llenar cada resquicio, se expandió hacia los valles menores, se desplegó, se alargó de punta a punta, se desdobló, se dio vuelta, lentamente primero, aceleradamente después. Como siguiendo un deseo que la hacía querer abarcar con el cuerpo todo el territorio, jugueteaba con la idea, de que se lucía cubriéndolo todo con sus túnicas exquisitas, adamascando el paisaje''. La suburbia de Hannia corresponde al espacio triunfante que mira la montaña, pero no pertenece a ella. Una previsión de la Caracas deseada debe fundamentarse en un contexto único compartido y decidido, el día de hoy, que es un día previo a la fortuna de la natividad, nos expone ante el deseo y el regalo de un estado crónico de remodelación para la ciudad infinita. No podemos olvidar que en ocasiones, en Caracas se produjo la feliz conjunción de factores que nos regalaron esos momentos dulces de la mejor ciudad. En estos momentos atrapados y extendidos desde el Hotel Humboldt al Club Táchira; desde El Tamanaco a la Casa El Cerrito; desde las Torres del CSB a la Plaza Cubierta de la Universidad. La ciudad de la modernidad plena (colmada de funcionalidad y al margen de la bucólica caribeña), por fin conformaba en su recinto, entre parques y autopistas, el escenario de su propia serenidad contemplativa. La ciudad no asumida en su abandono, exige el regalo que concluye el eje desde El Calvario a Los Caobos.

III . El mejor de los tiempos . ( La cota, Federico Vegas, 16 . 12 . 96) .

``Y volvemos otra vez al estado de suspensión: lo que el problema tiene de atractivo lo tiene de abismal. Voy a utilizar una última apertura de novela para explicarme. En su `Historia de dos ciudades', Dickens comienza diciendo: `Era el mejor de los tiempos y el peor de los tiempos. Era la edad de la sabiduría y era la edad de la estupidez. Teníamos todo ante nosotros y no teníamos nada ante nosotros'. Hoy vivimos también el peor de los tiempos. El político no cree en la ciudad como expresión de su obra, y el que cree no tiene los recursos, y si existen los recursos no hay una idea de ciudad, y si hay una idea de ciudad los ciudadanos no la entienden, y si la entienden no hay un dogma para darle forma, un estilo abanderado, un espíritu de los tiempos al cual ceñirse''. La suburbia de Federico afirma que vivimos el mejor de los tiempos para las ideas, porque ellas han de ser las llamadas a darle forma al futuro, porque ellas deben ser excelentes para subsistir, porque ellas deben obedecer a la verdad si quieren ser dueñas del verdadero destino de la ciudad.

Caracas necesita como regalo de la santísima navidad una apropiación que se fundamente en la implantación de operaciones fundacionales, operaciones restructuradoras del paisaje, mediante la incorporación de grandes piezas autónomas o la eliminación de tanta chatarra inútil. Caracas necesita actuaciones que reflejen ese empeño por ``colonizar'', apoyándose en la suma espontánea de intervenciones unificadas por el propio verde del paisaje que todo lo rodea y todo lo celebra. Piezas emboscadas, piezas deslizadas o infiltradas, piezas que fomenten el misterio del conocimiento de la caraqueñidad; calles, espléndidas terrazas públicas, atmósferas que producen nostalgias, ruinas alcladas a la memoria que hagan de la ciudad un exceso colmado de un arte inmutable destinado al resguardo de los caraqueños que la habitan. Un arte destinado al placer consumado de caminar o de abarcar todo con la mirada, ese es pues el desafío y la gran ofrenda, general el afecto infinito e intenso que anula la frustración. Generar el gozo, la interrogación y la celebración inquietante.

Necesitamos la ayuda como regalo, necesitamos hacer de Caracas una añoranza a la que se ha dado forma, despertar nuestra ordinaria apatía y recordar nuestros extraordinarios desafíos, único antídoto para no vagar como fantasma por este valle que nos fue entregado desbordante de felicidad.

EL NACIONAL, Caracas, 11 de Enero de 1996
¨QUE PASA CON LOS INTELECTUALES EN VENEZUELA? (II)
Hoy proseguimos la serie de reacciones a las declaraciones de Ernesto Mayz Vallenilla, ex rector de la Universidad Simón Bolívar, (El Nacional, 7-1-96, D-1) con las opiniones del arquitecto William Niño Araque y de Emilio Mendoza, presidente de la Fundación de Etnomusicología y Folklore.
El país paralelo
WILLIAM NIÑO ARAQUE

Pienso que esta reflexión corresponde a una visión anacrónica obstinadamente orientada a hacer de Venezuela un país presidencialista. Precario en su responsabilidad social, crecido en su compromiso individual, Los Notables reproducen un pensamiento jurásico, recalcitrante y resentido, fundamentado en una poética fatalista y excesivamente personal. A diario asistimos como espectadores a la teatralización de una desgracia en la que se perfila siempre en el presidente la única responsabilidad y culpa. Esta forma fatalista del pensamiento ha generado a su vez una ética de comportamiento cómoda y procaz en su irresponsabilidad, dejándonos a todos al margen.

Sin embargo en el país paralelo (a ese que idealizan Los Notables), a diario se inventa, tiene múltiples comportamientos, agentes y protagonistas a quienes se debería exigir los resultados positivos de las gestiones que acometen el cambio. Más que buscar culpables hay que rastrear con imaginación, energía y eficacia. Pues, en efecto, Venezuela sufre una crisis lamentable de energía intelectual, a la que corresponde inducir esas ideas creativas capaces de fomentar las grandes transformaciones. Esta crisis no se da solamente en la Cultura. Se da en la Industria, en la Educación, en la Banca, en los más opuestos filos de la construcción social. Aniquilar ese pensamiento presidencialista y fatal podría conducirnos hacia una reconstrucción real del país entrañablemente deseado. Un país paralelo, al país de Los Notables. Una construcción independiente a tanta opinión ``equivocada'' (a los ochenta años) pues la crisis nacional no la supera ningún hombre, tampoco una joven generación escudada en la edad; las crisis se superan a partir de un cambio ético del pensamiento, en el que la individualidad da paso al buen deseo social y al maravilloso convencimiento de las responsabilidades asumidas y compartidas.

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