sábado, 18 de diciembre de 2010

en camino


EL UNIVERSAL, Caracas, 18 de Diciembre de 2010
Adviento 2010
MONS. BALTAZAR PORRAS

Vivimos en un mundo acelerado, en el que todo cambia vertiginosamente y perdemos la perspectiva transformadora de la espera. Es tal la desilusión que no esperamos nada. Vivimos intensamente el momento presente, como si fuera el último instante que hay que vivir a plenitud.

El adviento, tiempo en el que somos llamados a preparar el nacimiento del Dios con nosotros, es una convocatoria a crecer en la esperanza, a vivir la experiencia de la cercanía de Dios en el rostro de la vida cotidiana, escenario en el que Dios nos llama a vivir un tiempo nuevo.

Pero, ¿qué celebramos? Lo primero, liberarnos, romper las ataduras forzadas. Estamos atados a tantas cosas que no podemos pensar en la liberación. De allí la fuerza del profeta Isaías: brotará un renuevo del tronco de Jesé que no juzgará por apariencias y defenderá con justicia y equidad al pobre y desamparado. Los signos son los frutos de la paz: habitará el lobo con el cordero y el niño jugará con la víbora.

Es el llamado apremiante que anuncia el amor de Dios que nos pide cambiar el corazón, dejarnos guiar por la bondad de Dios, viviendo con los débiles el rechazo de la opresión. El adviento es tiempo subversivo, porque nos pide dejar de lado lo que dificulta que florezca la justicia. Es necesaria la paciencia y la constancia para acoger a Cristo Jesús, hecho niño y debilidad, ternura y amor.

Celebramos, en fin, la esperanza. La capacidad de soñar despiertos, de estar vigilantes, de hacer florecer la belleza y convertir lo imposible en posible. Vivimos en medio de un mundo lleno de conflictos, de abusos de poder, de desprecio a la vida. Es el paso del desierto para aprender a reconocer a Dios en medio de nosotros y comportarnos como hermanos. El adviento nos capacita para decir con toda fuerza: ¡Feliz Navidad!

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