miércoles, 22 de diciembre de 2010

aniversario (olvidado) de una juventud políticamente organizada


Rara fecha para fundar una juventud política
Luis Barragán


El 24 de Diciembre de 1947, nació la Juventud Revolucionaria Copeyana (JRC). Es un dato extraño, porque no sólo se trata de una juventud políticamente inquieta, sino que se compromete y organiza a partir de una fecha tan extraña para fundarse.

Hoy, las juventudes políticamente organizadas no se parecen, ni de lejos, a lo que fue y significó la JRC, la Juventud Comunista, la Juventud de Acción Democrática o Vanguardia Juvenil Urredista, por citar otros ejemplos. Una decisión de estructurarse y extenderse, en defensa de un ideario y el desarrollo de una estrategia, exigiendo cada vez más a sus militantes, en contraste con un presente donde predomina la antipolítica, toda una vocación para el suicidio ciudadano.

La JRC (también Juventud Demócrata-Cristiana), por lo pronto, fue una decidida propulsora del debate ideológico en el partido, realizadora de trayectorias que generaban confianza en la convicción y habilidad de un liderazgo, y – aunque a veces tormentosa – cumplió con las pautas esenciales de la democracia interna. Sin embargo, desde ¡1994!, no conoce de una legítima innovación de sus autoridades internas, por lo menos para elegir a sus conductores, secretarios juveniles o secretarios generales como lo fueron – desde 1958 – Hilarión Cardozo, Eduardo Fernández, Abdón Vivas Terán, José Ramón Solano, Julio César Moreno, Donald Ramírez, Agustín Berríos, César Pérez Vivas, Vadimir Petit o Gregorio Graterol, destacando la transitoriedad de Oswaldo Alvarez Paz.

Tratamos de una tradición histórica frecuentemente desconocida por los jóvenes socialcristianos de ahora, Y que, en momentos, el desconocimiento ha sido criminal, a juzgar por los que aportaron sus pretendidas luces a Wikipedia al elaborar una lista caprichosa de los dirigentes “importantes” (y que sectariamente había desconocido a Pérez Vivas). He acá un reto, pues los que orgullosamente nos hicimos en la JRC debemos insistir en lo que fue y ayudar en lo que será.

Rara fecha fundacional, ciertamente. Sin embargo, Rodolfo Cárdenas insistió en ella, sin desmentidos, en uno de los gruesos tomos que dedicó al trienio adeco. Por lo demás, ofrecemos un par de notas alusivas, publicadas añales atrás.

Nos valemos de la ocasión para desear una Feliz Navidad a nuestros amables lectores, ojalá anuncio de una mayor paz, concordia, libertad y equidad en Venezuela. Recordemos perdonar y, más aún, que el perdón no significa olvidar la justicia.

http://www.geocities.com/CapitolHill/Congress/5642/

50 años
Luis Barragán


En la primera parte de la década de los sesenta, gracias al peso de los conflictos sociales y jalonado por su breve participación en el gobierno de Betancourt, COPEI experimentó el tránsito de un partido doctrinario –enunciador abstracto de principios – a un partido ideológico, cuyas energías esencialmente juveniles se invertirían en el desarrollo de un conjunto de creencias con el objeto de materializarlas en nuestro particular contexto sociohistórico. Y es la Juventud Revolucionaria Copeyana, el escenario por excelencia de un debate del que nacen distintas corrientes, la ortodoxa y las heterodoxas.

Una de las pistas indicadoras de la emergencia de un pensamiento renovador entre los socialcristianos, la ubicamos en el proceso de aprendizaje de las pautas de integración de los sectores desfavorecidos al sistema de conciliación nacional (acomodación de tipo utilitario) que tiene en el Estado (y en la abundancia de sus recursos), un eximio realizador del ideario populista. Esto es, todavía reciente los acontecimientos de 1958, vivo el ambiente de una polémica (y de un lenguaje) en torno a los asuntos fundamentales del país, había plena sintonía con los niveles de politización de la sociedad global.

Las juventudes políticas, en general, estaban lo suficientemente sensibilizadas y animadas para competir con el liderazgo adulto. Gracias a un esfuerzo no exento de posiciones efectistas y de radicalismos verbales, contaban con real audiencia pública. La J.R.C. protagonizaba uno de sus ciclos más fecundos. Fundada el 24 de Diciembre de 1947, libraba una intensa lucha en las calles y aulas, contribuyendo enormemente a la estabilización de la democracia a la par de ofrecer un combate frontal, en las ideas y en los hechos, ante la subversión leninista. Era inevitable que germinara la reflexión de una práctica militante hoy desconocida. A veces, generando un oportunismo impropio de la edad. Más de las veces, en el curso de un sentido de autenticidad que emociona aún. Decía Jean Lacroix en su obra de largo título "Marxismo, existencialismo, personalismo (presencia de la eternidad en el tiempo)": "Se ha hablado mucho de pensamiento comprometido sin advertir tal vez que otro nombre muy antiguo y muy bello, que es precisamente el de creencia. Pues si lo creencia es todo del hombre, es claro que implica primero, y ante todo, esta actividad laboriosa por la cual transformaremos el mundo. El que no trabaja no cree: si la creencia auténtica supone en el hombre una purificación continua de su pensamiento, es que sólo puede ser una reflexión sobre su acto. Del mismo modo, es en la íntima relación de la duda y la creencia que deberá comprometerse todo personalismo que sabe únicamente puede alcanzar su fin trascendente en y por una aventura mundana".

El fenómeno, en el seno de la JRC, no se produjo por azar. Por una parte, lo ideológico era una de las dimensiones legitimadas de la pugna política de entonces. Y, por otra, hubo razones teóricas y sociales que sustentaban un contenido y un estilo de militancia.

El debate parte primordialmente de una militancia universitaria de clase media, con acceso a la cultura y educación sistemática y capacidad para organizarse políticamente. Es beneficiaria directa de la expansión educativa, la burocracia y vivo reflejo del proceso de urbanización. Se impone la "identidad etaria", un nuevo reconocimiento social de los jóvenes, so pretexto de la "brecha generacional" o saldo inequívoco de la crisis institucional de la familia. Recordemos también el profundo impacto del Concilio Vaticano II y de Encíclicas como "Mater et Magistra", "Pacem in Terris" y luego la "Populorum Progressio". La influencia determinante de autores como Maritain, Mounier, Teilhard, Lebret, Suavet, Perroux, Lepp, La Pira. Y, evidentemente, la necesidad de repensar la realidad nacional.

Una década, representativa del historial jotaerecista, que supo de dos libros cuyo lenguaje y contenido conmocionó a todos: "El combate político" de Rodolfo José Cárdenas y "El reto revolucionario" de José Rodríguez Iturbe. E igualmente de documentos de significación histórica que ponían sus acentos sobre la propiedad comunitaria, para respaldarla como un proyecto inmediato o para sugerirla como fruto de sucesivas etapas: "Materiales para una discusión que concluya en el trazamiento de una política correcta para el desarrollo de la JRC" y "Una juventud para el cambio" (1965), de astronautas y avanzados, recogidos si mal no recuerdo en la compilación de Tarsicio Ocampo; o el que presentaron los araguatos en abril de 1970. La experiencia alrededor de "Venezuela Urgente" y, precursores de efímeros partidos marxistas que no resistieron los embates electorales subsiguientes, la Izquierda Cristiana. La aparición de otros grupos como los auténticos, cuyos voceros se identificaban simplemente como socialistas. De todos modos, contamos con la ventaja de la perspectiva histórica para apreciar la pertinencia y viabilidad de antiguas posiciones que, naturalmente, evolucionaron.

Quienes fuímos parte de los cuadros de dirección de la JRC, sentimos muy de cerca un nuevo aniversario. Significa no sólo reflexionar en torno a las tareas que la Democracia Cristiana tiene pendientes, sino también pensar, calibrar y responder a la necesidad que tienen los jóvenes de superar la infrapolítica, una adulteración más que los contamina al imponer el cálculo trepador frente al reto de trascender.

(Publicado en el diario "El Globo", Caracas, 18 de Diciembre de 1997, Nr. 2.585)


http://www.geocities.com/CapitolHill/Congress/5642/

Papeles de la J.R.C.
Luis Barragán


Unos meses atrás, una persona amiga me obsequió la copia de unos documentos que dijo haber encontrado en el cesto de la basura de una universidad pública. Hablamos de los borradores de la posición escrita que un sector radicalizado, empleado a fondo un lenguaje tercermundista, casi resumen del conocido libro de Fanon, llevó a la convención nacional de la juventud socialcristiana en 1970, así como de una carta suscrita en 1966 por Rafael Iribarren, connotado líder de una corriente interiormente múltiple que se dio en llamar los astronautas. El hallazgo obliga a la obvia observación en torno al destino de un patrimonio documental que, a la vuelta de tres décadas, está al borde del servicio urbano de aseo, ya alterados los parámetros, los ambientes, las referencias y, puede decirse, el actorazgo.

Transcurrido el tiempo, disminuyó progresivamente la cantidad y calidad, el prestigio y la utilidad, la atracción y la bondad de las posiciones políticas documentadas en el terreno de las juventudes políticas. No obstante, ha sido grato constatar la difusión reciente, en el marco de la convención copeyana, de "Los jóvenes reclaman su futuro", fruto de una reflexión sobre la crisis que padecemos. Constituye una buena noticia, sobre todo por el llamado que hacen para reivindicar la política, pues, no hay otra opción que recorrer los espacios públicos, dirimir colectivamente los problemas, reconocernos en un destino inevitablemente común, repensarnos en el marco de un proyecto que se teje de las más variadas y complejas vicisitudes personales. El fagocitaje petrolero, la renta que ya no alcanza, no puede relevarnos de tamaña necesidad así haya quienes digan tener la vara mágica para golpearnos y, a lo Houdini, escapar de sus responsabilidades históricas.

Está implícito el llamado a un esfuerzo político y no publicitario. El relevo generacional de los partidos, a juzgar por el reclamo hecho, está en la calle y en el aula, en el reencuentro de la costumbre militante del hacer y del pensar. No en los parapetos que surgen frecuentemente bajo el pretexto de sistemática la reflexión que, inflados, armados de la consigna del tuerto en el país de los ciegos, facilita el (a) salto a las instancias formales de los partidos delatando la precocidad de los jóvenes respecto a un grosero utilitarismo, a un pragmatismo hueco, a una orfandad nauseabunda de utopías. Hay manifestaciones auténticas, genuinas, refrescantes en el mundo cultural, deportivo y religioso tan urgidas de llevar al terreno de la política.

Los papeles de la Juventud Revolucionaria Copeyana y, en particular el suscrito por toda la dirigencia regional juvenil y un muy reducido número de dirigentes nacionales, como el que comentamos, marcan el croquis de la Venezuela pasada y presente. Ojalá que en otras tendencias juveniles partidistas haya y se exprese una inquietud similar para ver con un poco más de optimismo nuestro futuro.

(Publicado en el diario "El Globo", Caracas, 1ro. de Julio de 1998).

Fotografía:
Histórica IV Convención Nacional de la JUventud Revolucionaria Copeyana, a mediados de 1965. Dos documentos la conmovieron y un discurso: éste, de Rafael Caldera, y -entre los papeles - "Una juventud para el cambio" (Avanzados) y "Documento para un correcto desarrollo de la JRC" (Astronauta). De ella, resultó electo Secretario General, Abdón Vivas Terán, acompañado en la Subsecretaría por un joven dirigente obrero: Rubén Darío González.
Puede verse:
http://www.analitica.com/va/politica/opinion/3421353.asp

No hay comentarios:

Publicar un comentario