Venezuela, dictadura sobre
las necesidades
Gerardo Yong
Entrevista a Luis Cuevas | Catedrático,
Universidad de los Andes | Exclusiva Siempre!
La escasez en Venezuela es una realidad fatal.
Desde hace varios meses, la población civil ha sufrido el desabasto de
numerosos productos básicos. La inflación no baja del 64 por ciento, ubicándose
como la mayor que se registra en la región sudamericana. Abrumado por la caída
de los precios del petróleo, el panorama no luce nada optimista para el país de
la pequeña Venecia.
Las largas filas en las afueras de farmacias,
tiendas, clínicas, le quitan al menos cuatro horas de espera a la gente, esto
sin tener la garantía de encontrar los productos que busca. El peregrinaje de
la población en los mercados en busca de alimentos que no encuentra, ya es algo
común y fastidioso. Supermercados con aparadores cada vez más vacíos, es un
cuadro común, incluso de artículos que no son de primera necesidad como el
jabón, detergentes, desodorantes e incluso los refrescos. Esta semana la firma
Coca-Cola tuvo que interrumpir la producción de sus bebidas endulzadas en
Venezuela, debido a la falta en el suministro de azúcar. Por ahora, la empresa
norteamericana sigue produciendo en su división de agua potable y otras que no
requieren de endulzante. El año pasado marcas transnacionales como Nestlé,
Cargill y Pepsi Cola, también tuvieron que cerrar sus instalaciones para
cumplir un mandato presidencial de expropiación hecho en 2012 por el entonces
presidente Hugo Chávez, esas tierras serán usadas para la construcción de
viviendas populares. Los diarios de todo el mundo muestran secuencias
fotográficas de familias que exponen sus refrigeradores donde se están
congelando un paquete galletas saladas y una lechuga al borde de descomponerse.
La población de trabajadores ha visto reducido su tiempo de trabajo y, por
tanto, sus ingresos han sido mermados. El desabasto ha alcanzado incluso a los
servicios básicos como la electricidad, cuyo racionamiento de casi doce horas
de apagón, afecta la productividad empresarial y el desarrollo familiar.
En medio de este escenario, el catedrático y
analista internacional por la Universidad de Los Andes, Luis Manuel Cuevas Quintero,
comentó a Siempre! las repercusiones que estas acciones han incidido en
la sicología del pueblo venezolano, así como las contradicciones políticas que
mantienen a Venezuela en vilo.
¿Hacia dónde va Venezuela en la situación actual de
carencias y confrontaciones?
La situación en Venezuela es grave. Es una
situación que parece ser que se está moviendo con muchos actores y distintos
puntos de vista, pero que no pueden negar una realidad concreta de que hay una
crisis generalizada en la nación. El deterioro del país es evidente en sus
instituciones, en la gobernabilidad, en la estructura de gobierno, en los
actores del propio gobierno, en una oposición que no logra ponerse de acuerdo.
El espacio público y su voz, que son los ciudadanos, están conflictuados tanto
de un lado como de otro. La ciudadanía se ha expresado por ejemplo en la
elección de diputados del 6 de diciembre de 2015 tal cual como fueron las
anteriores. Algunas fueron favorables al gobierno en su mayoría, pero en esta
ocasión no fue así, lo que expresa un giro en la percepción de la sociedad con
respecto a la necesidad de un cambio. La crisis es multifactorial, no se reduce
al discurso y lenguaje político del gobierno venezolano como problema de una
guerra imperialista, pues eso es más bien es un exhibicionismo antiimperialista
y realmente lo que está pasando es que las malas decisiones de la política
interna fueron las que produjeron este desastre. La crisis tiene un signo
visible en el deterioro de la industria hidroeléctrica venezolana, que antes
era un emblema de Sudamérica, ahora está con reducciones en la jornada de
trabajo, estipulada en un solo día de trabajo, donde la mitad de ese día no
puedes hacer nada porque se va la electricidad literalmente por ocho horas.
Hay otro nivel de la crisis en Venezuela que es cultural y que no sólo tiene
que ver con el modelo político que es chavista, sino que hunde sus raíces en
otros traumas de la sociedad venezolana que ya fueron anunciados en su momento
por Arturo Pietri o por Luis Castro Leiva. Tenemos una situación realmente
terrible, un estado de anomia acompañado de una atomización. La clase
profesional del país está huyendo literalmente.
Todos esto me recuerda algo muy parecido a lo que
la población de Cuba ha vivido durante años, bajo lo que podría ser considerado
como una economía de guerra, donde hay reducciones en todo, electricidad,
gasolina, servicios, productos, etcétera, ¿qué pasa con las libertades en
Venezuela?
Las libertades en Venezuela prácticamente están
cercenadas en una serie de arquitecturas legales que construyó el Estado con
respecto a cómo tratar de limitar cada vez más la autonomía del individuo y los
espacios públicos. Nadie puede desmentir esta realidad. En Venezuela hay
hambre. Se han concretado protestas e intentos de saqueos. Tan sólo en mayo se
han contabilizado más de 300 intentos de saqueos y saqueos efectuados. Estos
sin signos de que Venezuela se está convirtiendo en una caldera
realmente. Es un problema que la comunidad internacional no ha atendido con
toda la seriedad del caso. Pareciera que estructuras legales o artificios
legales, inclusive la concepción de la soberanía, fueran un obstáculo para
poder tomar decisiones con respecto a lo que está pasando en el país. Tal vez
la comunidad internacional está esperando un baño de sangre para poder opinar y
evitar este conflicto. Pareciera que estamos en estado de guerra, en una
dictadura sobre las necesidades.
¿Qué perspectivas me puedes dar de la crisis
venezolana en los próximos meses?
El panorama que se abre para Venezuela es complejo.
Lo que tenemos son demasiadas emociones contenidas socialmente y que, si se
liberan, lo que va a haber es un desastre social. Podríamos tener un nuevo 27
de febrero de 1989 o incluso algo peor, pues en esta ocasión el Estado, está
colonizado por una ideología absolutista, autoritaria y además tiene a los
grupos armados y fuerzas policiacas motorizadas que acechan y agreden
constantemente a las universidades autónomas. También hay una serie de grupos
paramilitares creados por el gobierno para contrarrestar a otros poderes
militares internos o institucionales. El gobierno fue creando otras
corporaciones de seguridad como la Policía Bolivariana o las Unidades de
Batalla Hugo Chávez (UBCH) que están fuertemente armados. La oposición carece
de efectivos armados, si los hubiese ya hubiera estallado el problema.
Los medios de comunicación y las comunicaciones están controlados por el Estado
y el gobierno los usa para decir que se está haciendo un complot para
derrocarlo. Esto es el clásico discurso de construcción del enemigo interno,
pero esta vez no les ha servido de mucho, sobre todo por el viraje que ha
tenido Cuba en su cambio de relaciones con Estados Unidos. Eso ha golpeado
mucho al izquierdismo bolivariano que no se ha atrevido a renovarse. En
Venezuela nadie entiende cómo Cuba tiene una distensión de relaciones con la
Unión Americana, que además va en camino a una apertura efectiva entre los dos
países. La tutela de Cuba sobre Venezuela se traduce además en una crisis
ideológica.
¿Crees que esa crisis ideológica termine por
asfixiar a los principios de la corriente manejados por el gobierno de Chávez y
ahora de Maduro? ¿Cómo se entendería ahora por ejemplo, el término “pueblo” o
las “instituciones”?
En primer lugar, la noción de pueblo sabemos que es
una noción manipulable, sobre todo a partir de los discursos y de los poderes
polìticos que están en confrontación. En este sentido, este concepto de pueblo
es todo, incluyendo los que están en favor del gobierno. Lo que sí es
observable y que nadie puede negar es que la elección de la Asamblea Nacional
del 6 de diciembre fue ampliamente ganada por la oposición, que logró 112
escaños; una mayoría completa dentro de la Asamblea que le permite tomar
decisiones. El gobierno, en vista de eso, empezó a obstaculizar todo,
incluyendo primero el no reconocimiento de los diputados indígenas.
Uno puede imaginarse una bandera cultural de un
grupo progresista y que comienza en nombre de los humillados de la tierra, de
los indios, etcétera y resulta que los diputados indígenas son señalados por la
oposición. De los cuatro diputados indìgenas, tres son de la oposición y el
cuarto casi se lo ganan si no es porque hicieron un cambio en la geografía
electoral. En términos reales lo que ha habido es un acoso a la Asamblea
Nacional y un ataque sostenido usando el brazo del poder judicial, es decir, la
Corte Suprema de Justicia se ha manifestado a todas las políticas de la
Asamblea Nacional incluso contraviniendo la lógica. Uno termina por decir si
estamos en una autonomía real, los poderes tienen que respetarse entre sí y
ahora resulta que la Corte Suprema de Justicia termina convirtiéndose en el
brazo legal del Ejecutivo, es decir, se vuelve en un instrumento del Ejecutivo
federal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario