sábado, 24 de marzo de 2012
SENTIDO COMÚN
EL UNIVERSAL, Caracas, 24 de Marzo de 2012
ENTREVISTA JOSÉ ANTONIO DÁVILA, ARTISTA PLÁSTICO
"He sentido cada objeto que pinto"
"En las últimas obras volvieron las ventanas, que habían desaparecido de mi obra"
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La muestra "Ilusión, apariencia y realidad" reúne en los tres pisos de la Galería Arte Ascaso 37 cuadros y 10 gráficas
DUBRASKA FALCÓN , JOSÉ ANTONIO DÁVILA , ARTISTA PLÁSTICO
José Antonio Dávila (Nueva York, 1935) tenía cinco años cuando se dio cuenta de que la mayor parte de su tiempo la dedicaba a dibujar y pintar. A los seis años llegó a Venezuela y, bajo la influencia de las obras de Manuel Cabré, comenzó a crear desde la soledad. "Eso viene de mi infancia. Fui un niño muy solitario, en una casa de adultos en donde no había otros niños. Estaba muy encerrado en mí", cuenta el artista.
Hoy, ya con 77 años, conserva las mismas cualidades de su niñez: soledad y timidez. Habla pausado. Contempla minuciosamente cada detalle del ambiente que lo rodea mientras conversa. Sonríe temeroso. "Mi manera de ser siempre ha sido la de una persona encerrada en sí misma. Soy muy dado a la soledad. ¡Me gusta estar solo! Me gusta leer, oír música, disfrutar de las cosas y después compartirla con una persona amiga o con el ser amado", agrega.
De esta soledad, que ahora disfruta viviendo en una zona montañosa en los Altos Mirandinos, nacieron las obras de la exposición Ilusión, apariencia y realidad, que muestra desde la semana pasada en la Galería Arte Ascaso, en Las Mercedes. Son 37 telas en gran y mediano formato y 10 gráficas que no pasan desapercibidas. Impactan hasta al más distraído porque las piezas que creo Dávila desde hace cuatro años están llenas de misterio.
José Antonio Dávila esquiva el nombre de "naturaleza muerta", pues para él lo que ha pintado son patillas, naranjas, mangos, pimentones, auyamas o cambures, acompañadas de cajas. Y todos dibujados con un realismo asombrosa. Obras que no pueden ser catalogadas ni como surrealistas ni como hiperrealistas, según él.
"Cada objeto que pinto lo he sentido, disfrutado; lo he tenido en mis manos, lo he olido, probado, he sentido su presencia física. Cada objeto lo he acomodado como una cosmogonía y no como se presenta habitualmente una naturaleza muerta. Son como los planetas en el espacio", explica Dávila, que tenía casi cuatro años sin exponer en una individual.
Y para crear esa cosmogonía más allá de la naturaleza muerte, el creador le sumo a sus lienzos algunos gatos -sus propias mascotas-, mariposas, pizarrones y ventanas. Nuevamente, ventanas. "En las últimas obras volvieron las ventanas, que habían desaparecido de mi obra. Ahora resurgen con otro contenido. Antes era algo simbólico, era lo que estaba atrapado dentro de sí mismo con mucho miedo de enfrentar la vida. Simbolizaba la esperanza de que hay otro mundo, de que hay que salir de la rutina, del encierro. Pero hace poco surgió la idea de la ventana como una forma de romper con la monotonía del fondo de los marrones y negros oscuros. La necesidad, quizás, de experimentar con colores que yo no me atrevía a poner en la obra", afirma.
La idea de experimentar con colores más allá del negro o el marrón le daba temor, y lo reconoce. "Me causaba pánico", dice. José Antonio Dávila no concebía colocar un fondo azul en sus obras, por ejemplo, pues podía competir con el colorido de las formas de los objetos que estaba pintando.
"El negro, los grises, o los marrones oscuros, los utilizaba para resaltar la luz de los objetos como si fueran unos astros en el cielo negro, donde la luz de las estrellas es lo que contrasta con el negro oscuro. La luz y no luz; como el ser y no ser, como el todo y la nada. Y con las ventanas incorporaba elementos de afuera; estaba incorporando el paisaje, que es uno de los elementos que me rodean", apunta.
La obra actual de José Antonio Dávila está caracterizada por sumar al cuadro su entorno cotidiano... por su sumar la contemplación que hace de cada objeto que lo rodea. "Vivo en una zona sur urbana, más rural que urbana, en cierto sentido. Me valgo de los elementos que me da la tierra para contrastarlo con una caja de cartón o los pizarrones. No son obras surrealistas. Son obras que intentan, a través de la forma física, adentrarse en su espiritualidad, en su trasfondo, en su naturaleza. En mi caso quiero representar la contemplación de las esferas de frutas. Las hago lo más realista posible sin violentar para nada la naturaleza de las leyes físicas y de composición. A través de su contemplación me lleva a estados de ánimo, asombro, de identificarnos, de desearlas".
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