sábado, 24 de marzo de 2012

DIFÍCIL LIENZO


EL NACIONAL - Sábado 24 de Marzo de 2012 Cultura/4
ENTREVISTA Cenando con Mugabe
Heidi Holland: "En la política mundial el abusado siempre se convierte en el abusador"
La periodista surafricana ofrece un inesperado retrato humano del siniestro personaje sin ensalzarlo
MICHELLE ROCHE RODRÍGUEZ

Corría el año 2000 cuando grupos de ocupantes ilegales invadieron las fincas de los propietarios blancos de Zimbabue, lo que evidenció que bajo el gobierno de Robert Mugabe el Estado de Derecho era menos que una ficción. La popularidad del Presidente, dentro y fuera del país, comenzó a mermar y, a la par, sus medidas autoritarias pasaron a convertirse en tiránicas.

Los investigadores extranjeros adelantaron sus hipótesis sobre el fracaso de la democracia en Zimbabue, pero la periodista surafricana Heidi Holland las halló simplistas.

Conocía a los hombres como Mugabe y también la historia de la república bajo su mando.

Entonces decidió que debía rectificar las opiniones de los expertos.

"Pensé que a los analistas se les escapaban los puntos cruciales de su historia personal y me di cuenta de que podía explicar su comportamiento, no para excusarlo, sino para comprender cómo un paladín de la libertad se convirtió en un dictador", explica la corresponsal para diarios como The Telegraph, The New York Times y The Guardian.

El resultado fue Cenando con Mugabe (Penguin, 2008 y Puntocero, 2011), en el cual la autora recuenta los 88 años de vida del Presidente de Zimbabue para empezar a comprender cómo un hombre sencillo y soñador se convirtió en un avaro tiránico. Su prefacio al libro lanza una advertencia: "Descubrir que Robert Mugabe es una persona real que ha tomado decisiones horribles no significa liberarlo de culpa sino analizar cómo y por qué se desvió del camino. Puede servirnos para estar atentos a las tendencias igualmente peligrosas de otros líderes".

El libro de Holland tiene dos fortalezas. La primera es que para comprender bien al personaje se asesoró con especialistas y terminó construyendo una psicobiografía. La otra es que no deja a nadie por fuera: ni a la familia ni a los amigos que le quedan vivos ni al mismo dictador, cuya entrevista fue la parte más difícil del trabajo.

riodistas. Durante dos años mantuve contacto con su sacerdote, el líder de los jesuitas en Zimbabue, para conseguir la entrevista. Luego me alojé durante cinco semanas en una habitación de hotel que pagué yo misma, esperando a que sonara el teléfono. Fue una experiencia terrible. Me deprimí, porque nunca salí del cuarto en todo ese tiempo, por la preocupación de que me llamaran mientras estaba afuera, pues me habían advertido que nunca me llamarían a un teléfono celular desde la Presiden"Nunca se reúne con los pecia. Eventualmente, el 21 de diciembre de 2007, me llamaron y citaron para media hora más tarde", recuerda Holland, que publicó en enero 100 Years of Struggle: Mandela’s ANC (100 años de lucha: el Congreso Nacional Africano de Mandela).

­¿Qué es lo más aterrador de la personalidad de Mugabe? ­Tiene demasiada fe en sí mismo y se engaña tanto que cree que todo lo que hace es, por definición, bueno para su país. Quizá su ego no es enorme, como el de Chávez, pero le hace mucha falta autocuestionarse.

­Dada la crisis que vivía Rodesia del Sur en la década de los setenta, ¿cree que cualquier otro líder político se hubiera convertido en dictador? ­En el continente africano hay muchos ejemplos de antiguos líderes convertidos en dictadores. Ian Smith, el anterior líder blanco de Rodesia, también era un tirano: los zimbabuenses han gastado más de la mitad del siglo viviendo en un Estado policial.

En la política mundial, el abusado siempre se convierte en el abusador.

­De acuerdo con sus investigaciones, ¿cuál fue el momento que marcó la transformación de Mugabe de un líder democrático a un tirano extravagante? ­Mugabe pasó de demócrata a tirano cuando los granjeros blancos, a quienes había tratado de agradar, se unieron a la fuerza de 1 millón de trabajadores de la agricultura para votar en su contra en un referéndum constitucional. Eso coincidió con la elección de un nuevo gobierno en Gran Bretaña, que fue incapaz de proveer el dinero que esperaba el partido Zanu-PF (Unión Africana Nacional de Zimbabue-Frente Patriótico) para patrocinar la adquisición de tierras.

­¿Cuáles son los problemas que necesitan atención más inmediata en ese país? ­El problema más grave de Zimbabue es la falta de un Estado de Derecho. El país está dirigido por los caprichos de un partido corrupto que, ahora que descubrió diamantes, puede hacer lo que le dé la gana. Además, el organismo multilateral de la región, que se supone debe pedirle cuentas a Mugabe, está encabezado por el presidente de Suráfrica, que es más un líder de la liberación que un demócrata neutral.

­¿Cuáles cree que son las posibilidades de que sus compatriotas restauren la democracia en Zimbabue? ­Desafortunadamente, la opulencia del partido de gobierno y el hecho de que apenas un cuarto de la población de Zimbabue vive fuera de sus límites hacen posible que Mugabe y quienquiera que lo suceda en la presidencia del Zanu-PF ganen elecciones de cualquier manera, limpiamente o no tanto. Creo que el país que durante una época fue floreciente continuará cambiando de dirección durante muchos años.

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