domingo, 18 de marzo de 2012

OCÉANO CAÓTICO


EL NACIONAL - Sábado 17 de Marzo de 2012 Cultura/5
LIBRO Marcos Giralt Torrente escribió Tiempo de vida
"La familia es una reducción del mundo a pequeña escala"
Para el autor nacido en Madrid en 1968, la literatura es una indagación sobre la vida real que está guiada por el afán de conocer
MICHELLE ROCHE RODRÍGUEZ

Marcos Giralt Torrente asume su trabajo de escritor como un delfín: vive sumergido en el océano caótico de su alma para construir las anécdotas que pueblan sus ficciones y salta a la superficie cuando ha terminado de convertirlas en narrativa.

Luego vuelve a zambullirse en el agua salada de sus obsesiones.

Si los autores pueden dividirse entre los que describen el mundo externo desde las abstracciones y aquellos que lo hacen a partir de sus propias experiencias, el ganador del Premio Herralde de Novela 1999 es uno de los más orgánicos que transita las letras iberoamericanas. Pero decir que su obra es puro sentimiento es una grosera generalización, pues sus sofisticadas historias sustentadas sobre el tema universal de la relación con el otro se distinguen por acariciar y golpear a la vez.

Su novela más reciente, Tiempo de vida (Anagrama, 2010), reconstruye la relación que tuvo con su padre, el pintor Juan Giralt, desde la necesidad de comprenderla y a partir del dolor que le causó su muerte. Ese jirón de autobiografía lo hizo merecedor del Premio Nacional de Narrativa de España el año pasado. Unos meses antes de conocerse ese veredicto, otro galardón había fallado a su favor: la segunda edición del Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero, en el que participó con un libro de cuatro cuentos largos titulado El final del amor (Páginas de Espuma) y que escribió a contrapelo de la novela.

­Su literatura oscila entre las relaciones de pareja y las familiares, ¿qué conflictos morales o estéticos centrales hay por detrás de ellas? ­La familia es una reducción del mundo a pequeña escala, en donde se dan todas las pasiones del mundo, pero comprimidas y radicalizadas, de forma que es una excelente mesa de laboratorio para observar las relaciones humanas y los conflictos subsidiarios.

La familia siempre aparece en la literatura aunque sea tangencialmente, porque nos vertebra la vida, para bien o para mal.

­En una entrevista dijo que Tiempo de vida es un paso adelante en su literatura, ¿en qué sentido una novela que mira hacia atrás va hacia adelante? ­Por un lado nunca había abordado el género biográfico, y en este libro afronto el relato hecho de material real y trato de contar la historia de la relación de mi padre conmigo de la manera más fiel a mi visión de la realidad posible. Por el otro, en mi carrera como escritor, Tiempo de vida obtuvo rápidamente un éxito notable entre la crítica y el público.

­¿Cómo tomó la decisión de convertir su vida en novela? ­Precisamente por la relación que tengo con la escritura. La literatura que considero arte se acerca a la realidad y se construye desde las obsesiones de quien la realiza. Es lógico que siendo un autor que escribe sobre su universo personal (aunque lo transforme, lo desdibuje y lo pervierta en ficción) yo transcriba la experiencia tan radical y tan dolorosa para cualquiera como es la muerte de un padre. Eso iba a salir de cualquier modo. ¿Por qué decidí dar el paso de transfigurarlo en un relato abiertamente autobiográfico y no una novela de ficción? Porque la historia, tal y como había sucedido, se sostenía literariamente. Luego tuve que tomar decisiones de narrador: el libro tiene 200 páginas y en 100 narro 40 años de mi vida y, en las otras 160, apenas 3. Eso implica que hay una prosa determinada en cada parte.

­¿Qué otros obstáculos tuvo para terminar la obra? ­Me costó despojarme del pudor, entender que no podía permitirme la más mínima mentira. Mostraría "desnudo" a mi padre y señalaría los asuntos en los que me decepcionó; lo que exigía que me mostrara desnudo también yo, con todos mis defectos. Eso lo asumí rápido. Pero luego vino un problema añadido: que no solamente estábamos papá y yo, porque había unos personajes secundarios que no podía eliminar. Amparado en la premisa de contar toda la verdad, tenía que develar la intimidad de esta gente. Al final, los incluí sólo en los momentos cuando su comparecencia era imprescindible para el desarrollo de la historia.

­¿Qué relación hay entre la novela Tiempo de vida y la colección de cuentos El fi- nal del amor, que escribió paralelamente? ­Cuando escribí Tiempo de vida me sentí como el insecto que está bajo una piedra cuando un reptil la levanta, y El final del amor fue la otra piedra que busqué para esconderme.

El libro de relatos me ayudó a huir de la historia cerrada en la que trabajé para la novela. Fue como abrir las ventanas para que entraran otros mundos.

­¿Qué hace que una historia se convierta en cuento o novela? ­Hay historias que puedes desarrollar de tal modo que se conviertan en una metáfora del mundo a ese nivel epifánico y breve del relato y otras que exigen un desarrollo mayor, que precisamente por eso te llevan inevitablemente a una novela.

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