domingo, 11 de marzo de 2012

JARDINERÍA


EL NACIONAL - Sábado 10 de Marzo de 2012 Papel Literario/4
La realidad figurada en Rosas y duraznos
LIDIA SALAS

Rosas y duraznos, la novela de Marisol Marrero, cierra la saga sobre las fundadoras de la Colonia Tovar. Por vez primera, una obra narrativa recrea la historia del grupo de inmigrantes alemanes que se establecieron en las altas montañas del estado Aragua.

Esta saga está conformada por los libros: Lotte Von Indian la coloniera de Tovar, Niebla de pasiones y Rosas y duraznos. Cada una de estas obras posee una estructura unitaria de sentido para el lector, pero se complementan para recrear la mítica historia de mujeres arrojadas, quienes dan testimonio de sus destinos, construidos con la libertad de una conciencia especial del ejercicio de vivir.

Lo que seduce en la escritura de Marisol Marrero es el uso que hace del lenguaje poético en el relato de sus historias. Las metáforas y símbolos que continuamente emplea para describir lugares, personajes o situaciones expresan ese poder seductor que envuelve su discurso.

Hay ciertos elementos constantes en estas páginas que podemos enumerar.

1. El uso de la simbología de la niebla, tal como la neblina cubre casi siempre, el paisaje de la Colonia Tovar.

Dice la voz de una de sus protagonistas en los primeros párrafos: "La niebla nos hace inciertas, nos envuelve en un aroma secreto. Eso soy yo, un perfume diluido en el tiempo" (p.10). El gris de las nubes expresa una realidad atmosférica, pero significa también la confusión a causa de la identidad perdida, de las raíces cortadas por el viaje y el posterior aislamiento.

Pero, sobre todo, simboliza el pasado que se repite y la impronta de ese pasado en la memoria, con su estela de olvidos y de nostalgias.

2. La presencia de figuras retóricas dentro del relato, para describir, insinuar, aproximarse a realidades intangibles.

Se disfruta de la comparación en la cita siguiente: "A veces brillo como el fuego cuando me acuesto sobre la hierba" (p.27).

En esta otro símil reflexiona sobre el habla de uno de sus personajes: "Parece que cuando hablara volaran de sus labios viejas cartas de amor difuminadas por el tiempo, con flores marchitas en sus páginas" (p. 80). La poesía es parte de los diálogos, esencia de personajes románticos y trágicos.

3. El erotismo arrastra a los personajes de estas páginas a pasiones prohibidas. En cada nueva generación, las descendientes repiten lo errático de sus amores. La narración de los encuentros sexuales se sostiene en la descripción poética de experiencias y de emociones. El discurso trasluce en la cadencia del lenguaje, su conmovedora esencia, tal como se aprecia en la cita siguiente: "Traje dos copas. El lo prueba y su saliva se mezcla con el vino, al menos eso pienso. Me acerco a él y delineo su boca con la punta de mi lengua, sorbo el vino de ella.

Estaba enloquecida" (p.130).

4. La trascendencia de lo cotidiano a un plano metafísico.

El inmigrante sediento de raíces se aferra a lo próximo. El entorno de la casa es una razón de vida. Las protagonistas regresan siempre al hogar de sus ancestros, como se aprecia en el siguiente monólogo: "Desde que regresé de Alemania, ella empezó a llamarme, la voz salía de las grietas de las paredes, era un poco ronca por los musgos y los helechos que anidaban en su boca. Cuando me ve venir por el sendero, la casa avanza hacia mí y abre su puerta que rechina. La casa despierta, penetro de nuevo en sus secretos" (p.42). La casa es más que un hábitat. La vivienda se humaniza, tiene voz y alma, se convierte en otro personaje de la narración.

Desde las primeras páginas se advierte que la aproximación a la realidad se hace a través de palabras cargadas de emotividad poética. Estas arrastran al lector a dimensiones de significados profundos. La historia, se hace verosímil por el alegato de las protagonistas, profundamente humano, y por los sucesos que se desarrollan a causa de sentimientos de fuerza avasallante. Pero, hay en el ritmo de las frases, en el rosario de los parlamentos un acercamiento a lo surrealista, a lo qué está más allá de lo verdadero, al temblor que conmueve al corazón y hechiza la mente. Los personajes de ficción interactúan con personajes históricos, y con otros del pasado reciente, como el poeta Juan Liscano. Aún más, aparecen personas amigas de la autora, quienes enriquecen la propuesta. La estructura del relato se afianza sobre la memoria de las mujeres que cuentan sus vidas. Pero es una memoria incierta.

El lenguaje envuelve el desarrollo de los acontecimientos con una pátina de desgarradora incertidumbre. Veladuras que recrean una realidad dentro de la obra de ficción. Lo real hace referencia a hechos y personajes históricos, pero la semántica empleada por la autora, tiene como finalidad recrear la belleza, ahondar en los sentimientos de los personajes y comunicar la desmemoria, la fe en las palabras, ahora perdida. La imposibilidad de aprehender lo real a través de las palabras. El conflicto del ser ante dos idiomas diferentes. El dolor de saber que no se pertenece a ninguna de las dos culturas. Estas razones se aprecian en pasajes como este: "nuestra lengua empezó con su demencia cuando en el Registro Civil escribieron mal nuestros nombres y apellidos. ¡Ya no somos los de antes! Nos llaman de manera diferente, así nos registran..." (p.26).

Marrero logra elaborar la retórica de los espacios neblinosos, y discurre en la cantera de la leyenda de un grupo humano, que vino desde el otro lado del océano. La autora comunica también la mirada incierta de quienes buscan la identidad arrebatada por los avatares del viaje y de la nueva lengua. Las protagonistas de Rosas y duraznos se sienten doblemente extranjeras y es la incapacidad de lograr una identidad, lo que las empuja al sueño, a la poesía, al erotismo. Así habla María Manuela de su amante, en el primer encuentro después de años de separación: "Una fuerza extraña, sagrada, borra los límites entre nuestros cuerpos. Mis labios, cuando lo beso, palpitan como mi corazón ¡Ay de mi...

Sus besos! Toda la noche vi crecer el fuego, era indetenible. Definitivamente, mi lugar donde ir es su cuerpo, siempre lo ha sido" (p.45).

La pluma de la autora de esta novela mantiene desde el principio hasta el final, la tinta seductora de la poesía, el recuento de una realidad muy cercana al sueño, al olvido de una desmemoria que envuelve con la tristeza de lo perdido, de lo que el ser humano no puede hallar en ninguna frontera, porque lo ha habitado desde siempre, porque reside muy adentro de su propia humanidad.

El lector atento, puede descubrir el raro perfume de las rosas, el sabor a tierra de los duraznos, en esta nueva novela de Marisol Marrero. Se sugiere recorrer las páginas del libro con el corazón ligero, abierto a la seducción para que puedan ser arrastrados por la experiencia memorable de su lectura. En este texto late un discurso de amor al paisaje, a la poesía, a la amistad pero, sobre todo, es un homenaje a la pasión de vivir, a la pasión de crear con las palabras, los colores o las sentidas notas de la música.

No hay comentarios:

Publicar un comentario