domingo, 12 de diciembre de 2010

ana torres


EL NACIONAL - Domingo 12 de Diciembre de 2010 Siete Días/4
entrevista
Ana Teresa Torres
"Hay que construir una memoria civil de Venezuela"
Frente a una memoria heroica, la escritora antepone los logros de la sociedad. Lamenta la ausencia de la palabra ciudadano en el discurso oficial y cuestiona la simplificación histórica que alienta el chavismo y la hipermitificación de la figura de Bolívar, que prepara el camino a un pensamiento único
TAL LEVY

Imagina un aula escolar en la que no sólo esté el retrato del Libertador, ¿por qué no? "El hecho de que toda tu fuerza esté sustentada en una figura icónica como la de Bolívar quita otros modelos, más cercanos.

Si quiero ser un buen arquitecto tendría que pensar en Carlos Raúl Villanueva, no en Simón Bolívar", señala Ana Teresa Torres.

"Hay que construir una memoria civil de Venezuela. No hay que inventarla, existe, pero está muy dispersa. Es la memoria de los logros de la sociedad venezolana desde el punto de vista civil, cómo se construyó la democracia, no sólo con la resistencia en tiempos de Gómez o Pérez Jiménez, sino con la creación de las instituciones democráticas. Hace falta construirla en relato y, sobre todo, difundirla a través de la educación formal, los medios de comunicación y los discursos políticos, para contrarrestar una memoria heroica, en la que la gloria se sustenta en una gesta armada ocurrida hace 200 años, pero que queda en el imaginario como un ideal permanente, y que no es útil a los fines del siglo XXI. Es necesario que núcleos de la sociedad comiencen a pensar en relatos alternativos, en otras posibilidades de construcción de identidades", explica la escritora.

--De 1830 a 1958, la Presidencia sólo estuvo como diez años en manos civiles. Después de una pausa de 40 años, el poder ha vuelto a un militar. ¿Por qué no se ha superado el mesianismo militarista que nos ha caracterizado? --En la medida en que la cultura que transmites y la memoria legítima del país es una guerra, ¿quién aparece como el héroe? El militar. Se ha resaltado más el aspecto militar que el constitucionalista de Bolívar. Además, el militar en Venezuela no está asociado con la idea de dictadura, de represión, como en países del sur del continente, sino con que es el salvador del pueblo porque es el protagonista de la Independencia. No podemos olvidar que el lema del Ejército fue durante muchas décadas "forjador de libertades".

--El chavismo construye su propio relato, el de la refundación de la patria a través de la revolución bolivariana.

Su ficción política, como usted ha afirmado, se levanta sobre los mitos de la nación.

¿Cómo contraponer esa versión narrada de los hechos, ese discurso del poder, desde el poder del discurso, desde la palabra? --No es una empresa fácil porque ese discurso político se sustenta en un imaginario, en valores arraigados. La ficción política que construye el chavismo la describí en La herencia de la tribu como un me- garrelato emancipatorio que hace una simplificación de la historia dividiéndola en pares, que terminan siendo los buenos y los malos. Un discurso ciertamente debe ser combatido con otro discurso. Primero, Venezuela no está construida con esa simplicidad de los buenos y los malos. Muchos historiadores contemporáneos han trabajado en esa desmitificación. Por otra parte, está la construcción de un relato que le hable a la sociedad de sus propios valores pero desde otros paradigmas, desde el ciudadano. En el discurso actual la palabra ciudadano no aparece; es lógico, porque es un concepto vinculado a la democracia. El ciudadano es el individuo anónimo, no es el prócer; es el que construye lo social desde un pequeño lugar, su lugar de oficio, y eso es algo muy desvalorizado en Venezuela. Tendría que ser un discurso que apuntalara que ese pequeño lugar que cada quien puede ocupar es la base de la construcción de una gran sociedad.

--Ha proliferado la lectura crítica de la figura todopoderosa de Bolívar. No le parece contradictorio que ocurra durante un gobierno que proclamó la República Bolivariana de Venezuela y que se ha apropiado de este ícono nacional hasta incluso verle el hueso literalmente. --Bolívar ha estado siempre presente y utilizado en los discursos oficiales, pero no con esta intensidad. Hay personas a las que ahora la mención de Bolívar les irrita, les produce malestar, antes no. La razón es que si estás saturado, bombardeado por algo, hay un momento en que dices ya no quiero más. Veo lógico que haya surgido una reacción por parte de los intelectuales para contribuir a la desmitificación porque vivimos un momento de hipermitificación de la figura.

--La herencia de la tribu plantea una paradoja: "Siendo Bolívar el paladín de la libertad de los pueblos, su mito prepara a los creyentes para la aceptación de la dictadura". ¿Por qué? --Si tomas la idea de Bolívar como unidad y dices que el pensamiento de Bolívar es éste, preparas el camino a un pensamiento único. Ahora asistimos a una lectura socialista, pero se le pueden dar otras. Además, si la República se llama Bolivariana, que no es poca cosa desde el punto de vista simbólico, ya estás cerrando cuál es el destino de esa República: seguir el pensamiento de una persona. Ni siquiera la Unión Soviética se llamó República Leninista. Es paradójico, porque justamente la acción máxima de Bolívar está vinculada con la libertad.

Pero esto ya no es Bolívar, él se murió en 1830; esto es la utilización política que se puede hacer de una figura histórica.

--También escribe en La herencia de la tribu: "Bolívar es un héroe melancólico que tiñe de pesimismo la historia del país y antepone el fracaso como meta". ¿Cómo sobreponerse a ese sol negro, a esa pesada carga? --Es melancólico porque es un héroe que triunfó en su proyecto militar, pero fracasó en su proyecto político. La gran fuerza del mito de Bolívar está en este componente romántico del personaje fracasado, que muere solo, triste.

A esto se añade algo tremendo, que el fracaso de Bolívar es culpa de los venezolanos, acusados de parricidio. Eso da fuerza emocional al mito porque es la idea de que si lo hubieran dejado hacer lo que quería, América hubiera sido el paraíso en la tierra.

--Pero ¿cómo puede el venezolano deslastrarse de esa culpa? --No lo veo fácil. Primero, hay que desmitificar: Bolívar no fracasa por culpa de los venezolanos, sino porque propone un proyecto político que no contó con el apoyo de los otros actores. Segundo, nada asegura que su proyecto era la felicidad para América.

--¿Qué repercusiones tiene sobre la psique del venezolano vivir en un estado de incertidumbre permanente? No sólo se trata de no saber si habrá congestión de tráfico o lluvia, sino que los cambios políticos, económicos, jurídicos están a la orden del día. --La parte positiva es que los venezolanos tenemos una capacidad de adaptación muy alta, de improvisar y de ajustarnos a lo que cambió de repente. A otras sociedades, como viven en mucha estabilidad, el menor cambio les desajusta, les parece fin de mundo. El lado negativo es que esa permanente situación de no saber lo que viene lleva a vivir el momento, muy al día, y eso va en contra de algo fundamental que es la planificación, necesaria para el progreso. Cualquier catástrofe o evento como el que estamos viviendo demuestra nuestra dificultad para planificar, porque eso pasa en todos los países pero los que tienen más capacidad de planificar y saben que puede ocurrir toman previsiones que aminoran los efectos.

--"En este país de la desmemoria yo soy puro recuerdo", se lee en su novela Doña Inés contra el olvido. ¿Cómo luchar en Venezuela contra la desmemoria? --Hay veces que uno piensa lo contrario, que es un país permanentemente nostálgico.

--¿Por aquello de la melancolía de la figura de Bolívar? --Sí, de la gloria de Venezuela basada en un hecho ocurrido 200 años atrás, completamente fuera del contexto actual. Es como un apego nostálgico.

--Hugo Chávez intentó un golpe de Estado, pero cuando fue candidato presidencial a muchos votantes se les olvidó. --Puedes verlo como una falta de memoria, pero también como una manera muy descuidada de ver las cosas y de quitarle peso, importancia.

El otro día le oí a Axel Capriles una expresión que me pareció muy buena: el cheverismo. Todo es chévere; entonces, dio un golpe, sí, pero es chévere.

Todo va perdiendo peso. No sé si las cosas se olvidan o están colocadas en cualquier parte, no con el valor que pudieran tener.


Fotografia: Leonardo Noguera

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