La peor diligencia es la que no se hace
Luis Barragán
Ciertamente, no requería el CNE de la presencia de los dos principales candidatos presidenciales para la formal inscripción. No obstante, se impuso la masiva movilización para los actos, haciendo visible una campaña electoral que el oficialismo la desea únicamente a través del video, dada la debilidad física – aunque no, debidamente comprobada – de su abanderado.
La elocuente actividad de calle que empujó a Henrique Capriles a las puertas del CNE, ha acomplejado a los partidarios del gobierno nacional. La inmediata excusa de un diario sostenido por el erario público que, por cierto, compite deslealmente con otro oficioso, fundado por Guillermo García Ponce, aunque sostenido por los avisos oficiales, es el de la contratación de autobuses.
Carece de total autoridad moral el señalamiento, pues, por una parte, se ha convertido en leyenda viva los mítines autobuseros de Chávez Frías, colapsada notoriamente la ciudad capital por el desplazamiento y estacionamiento de las grandes unidades provenientes de los gobiernos regionales y locales obligados para tamaña gesta de la gasolina. Una vibrante agitación del caucho que exige un descarado esfuerzo logístico, cuya muestra asomó Chávez Frías en su vespertina inscripción del lunes, principalmente forzados los empleados públicos para vocearlo mientras no encuentre el sustituto que la enfermedad alegada y su gravedad, razonablemente sugiere.
Y, por otra, harto comprobado, la movilización ciudadana, espontánea y gratuita de la oposición, por siempre desconcertará al oficialismo. Gruesos sectores medios y populares, nutrieron la ejemplar y ejemplarizante marcha aún desde el atemorizado oeste de la ciudad, constante y casi imperceptiblemente asediado por los grupos violentos que temen por la liberación de la más modesta opinión.
El acto de formalización de Chávez Frías, agolpada la alta dirigencia en la tribuna, fue un compendio del lugar común. No bastó con interpretar algunas canciones, perfeccionando el espectáculo de siempre, sino tronó o dijo tronar con el pasado, justificó el fracaso con el capitalismo, se dijo lector y trabajador insigne, apenas es un echador de las bases de un socialismo que deberá esperar otras décadas para realizarse, y el tal Pérez Pirela disertó – luego - sobre las “tres horas de discurso orgánico y estructurado” y el postramiento ante el CNE que sería el colmo denostarlo.
Evidentemente, el oficialismo no superó a la oposición por más tomas que ensayara de la Plaza Miranda o de la O’Leary, confinándose en la Diego Ibarra. Es la noticia, aunque deseen que lo sea la presentación del programa de gobierno del que hoy - apenas - se sabrá, porque no es fruto de un debate ni siquiera al interior del PSUV.
Nunca será fácil vencer a un régimen huero y despilfarrador, manipulador e inescrupuloso, cínico hasta el cansancio. Sin embargo, la peor diligencia es la que no se hace, abriéndose inmensas perspectivas para un triunfo de la democracia y de la libertad que tendrá que lidiar con la fiera resistencia del continuismo.
Hay momentos insospechablemente decisivos en toda campaña electoral, y, aunque apenas formalmente arranca, las inscripciones del domingo 10 y lunes 11 pueden convertirse en un precedente de honda significación. Únicamente les quedará, subyugados por la desesperación y el pánico, consumar las gravísimas propuestas formuladas por el Nicolás Maduro o Wills Rangel, jefe del sindicalismo del gobierno, como la denuncia de los Pactos de San José o el retiro venezolano de la OIT, propias de las medidas aislacionistas de los países que sinceran su condición totalitaria.
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