El festejo de las otras armas
Luis Barragán
Una larga y – de nuevo – injustificada cadena presidencial, sirvió para importantes anuncios en materia militar. Abusando de su condición o carácter de Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional, el candidato-comandante utilizó indebidamente un escenario de promoción al que también tendría derecho teórico el candidato de la unidad democrática.
Tememos que la perspectiva sea la de una peculiar y unilateral interpretación doctrinaria de la defensa y seguridad de la nación, fundada principalmente en la identificación y acecho del enemigo interno de sus tormentos. Vale decir, una poderosa ficción que, maniquea, dice de los apátridas mientras que, a guisa de ilustración, como se ha denunciado en varias ocasiones, una potencia caribeña accede y controla la data esencial que nos hace ciudadanos venezolanos, parasita indeciblemente nuestra economía y goza de la intimidad en los mandos castrenses, desmintiendo toda noción básica de soberanía e independencia que, apenas, sirve de pretexto a Chávez Frías.
Obviamente, el Presidente de la República carece de toda autoridad moral para tales anuncios, en la medida que el problema fundamental de hoy reside en la pavorosa inseguridad personal que nos agobia, traducida en más de 150 mil muertes por todos estos años, interrogándonos en torno a la realidad de ese enemigo interno en cuestión. Por lo demás, son muchas las inversiones improductivas e ineficaces que ha realizado, ensombrecidas naturalmente las que pueda acometer en el campo castrense por fuerza de una duda demasiado razonable sobre una gestión que es la del terco continuismo; por añadidura, puede entenderse que la innovación en materia de seguridad social de la corporación armada es la de un oportunismo inaceptable, procurando ofrecer una “cajita feliz” para condicionarla en tiempos electorales, contrastando con el resto del país que aspira – por lo menos – a contar con algo que se parezca, generando el lógico malestar.
El gasto militar luce indispensable, a los fines de la seguridad de una nación localizada en un vecindario continental propenso a la renovación de armas y equipos en constante crecimiento. Hay asuntos que merecen una discusión sobria, responsable y – valga la reivindicación – sensata de toda la sociedad, negándonos al ilegítimo monopolio de Miraflores, como la afectación de la barrera coralina de Aves que amenaza su propia condición de isla y puede acarrear consecuencias respecto al mar territorial, o la presencia de fuerzas irregulares extranjeras en nuestro país que, por lo demás, se entretienen con varias y sostenidas actividades delictivas, imponiéndose una mayor preocupación ante el festejo oficial.
La necesaria consideración de la materia militar y de todo lo que implica como política pública, importando el reconocimiento de aspectos tan decisivos como el de la industrialización, sufre las consecuencias de la distorsión, incomprensión y rechazo debido a las descontextualizadas incursiones presidenciales. Resulta inaceptable no sólo la burda manipulación del tema, convertida la Fuerza Armada en un partido al servicio de los intereses personales de Chávez Frías, cuando ella constitucionalmente está al servicio de toda la nación, sino que sus necesidades y demandas esenciales sean caricaturizadas de tal manera que provoquen la duda y el rechazo, convirtiendo – en propiedad – los comicios en un artificial y ocioso problema de seguridad y defensa.
Deliberadamente, es el Comandante en Jefe el que provoca la confusión y, al impedir que las cuestiones militares sean ventiladas en instancias como las parlamentarias, con tanta o más convicción democrática como se hizo en un pasado no tan remoto, el malentendido tiende a agigantarse, colocando la duda adicional – por ejemplo - sobre la justicia y el mérito de los ascensos militares que se aproximan. Por cierto, confusión que se adueña de la estrategia electoral misma, desconcertando a los más cercanos colaboradores del ventajista candidato, ya que el promedio de los estudios de opinión apunta a la urgencia de seguridad, tranquilidad y estabilidad de los venezolanos que jamás pueden simpatizar con las prolongadas cadenas radiotelevisivas que suscitan la agresión, la zozobra y la angustia como si fuese parte de un vasto operativo de guerra psicológica.
NOTA ADICIONAL
Fin de semana de tristeza, pues fallecieron dos eminentes venezolanos: por una parte, el Padre José Luis Gárate (SJ), quien sembró la Palabra de Dios en distintos rincones del país hasta que ejerció la rectoría de la Iglesia de San Francisco, luego aquejado de una larga enfermedad; e, incluso, a propósito de la valiente, firme y muy aplaudida lectura del documento de la Conferencia Episcopal Venezolana relacionado con el proyecto de reforma constitucional de 2007, tuvimos ocasión de escribir un texto alusivo para Noticiero Digital. Por otra, Hermann “Chiquitín” Eteddgui, quien no sólo fue un magnífico constructor civil de la Patria, con una admirable trayectoria, siendo precursor en la práctica de distintas disciplinas deportivas, sino un intelectual a cabalidad; conocedor de toda la historia e incidencias deportivas venezolanas, merece la publicación de su legado periodístico, escrito y audiovisual, que ojalá sea incluido en el proyecto de acuerdo parlamentario que el más desavisado pueda proponer, sin el sesgo político e ideológico que lo desnaturalizaría. Finalmente, votamos bajo protesta en las elecciones internas de COPEI, inconformes con sus resultados; por lo pronto, urgimos de la reflexión y muy bien puede partir de las notas que ya circulan, por ejemplo, bajo la autoría de Nelson Villavicencio que observa el divorcio con las nuevas bases social de la Venezuela reciente.
Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2012/06/el-festejo-de-las-otras-armas/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=876189
Fotografía: Gavin Dunbar
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