viernes, 29 de junio de 2012

AL BORDE DE SÍ A TRAVÉS DE LOS OTROS

EL NACIONAL - MIÉRCOLES 14 DE FEBRERO DE 2001 / OPINION
No somos nada
M. C. Valecillos

"No somos suizos", "no somos australianos", "no somos japoneses". Ya basta. Basta de definirnos por lo que no somos. Es hora, en esta ídem de revolución, definir claramente qué es lo que sí somos: conócete a ti mismo como conoces a tu prójimo.
Conversaba con un colega, oriundo de la República Popular China, acerca del año nuevo chino, celebrado este año el 24 de enero y regido, también este año, por la serpiente, emblema de cambio y renovación por aquello de la muda del cuero. La conversación giraba sobre su eje y sobre lo mucho que a un occidental le extraña que una celebración caiga un año en una fecha y al año siguiente en otra. Como si uno celebrase, vaya de ejemplo loco, una fiesta larga, elaborada y tradicional un año en marzo y al año siguiente en abril. Totalmente absurdo. Me decía Zhu-san que sí, que no deja de tener su inconveniencia, pero que por inconveniente que nos parezca eso de que cada año el año nuevo cae en fecha distinta (esta regido por el calendario lunar, el mismo que rige la hemodescarga de los cinco días que hace a la mujer tan resilente, tan misteriosa, tan impenetrable), por lo menos hay predictabilidad y posibilidad de planificación (igualito que con la susodicha), cosa que no había en otros tiempos. Me contaba que en la milenaria de antes sucedía mucho que cada vez que había una revuelta medianamente exitosa y cambiaba el reparto de la telenovela, el nuevo galán del imperio siempre comenzaba por decretar un "Año Nuevo pa ti, pa ti" que coincidía, generalmente con la fecha de la asonada y/o con la toma del poder.
A lo mejor no suena nada extremo, pero recordad cuán apegados a las tradiciones son los orientales que ahí mismito empezaban con que si las hojas y el pabilo para las hallacas, que si no hay uvas en el mercado, que si donde esta el cassette de Andrés Eloy, que si el reproductor no ha sido inventado, que si Isaac se comió las lentejas, que si la maleta todavía esta llena de la ropa que compré en Miami, que quién se estreno mis pantaletas amarillo limón limón. En fin, un corre corre inaguantable y agotador y eso sin haber nombrado todavía al nuevo gabinete. Tal fue el desespero que la gente comenzó a rogar a los dioses para que le diera larga vida en el trono al soberano (en ese tiempo el soberano era el que estaba arriba), pues tal longevidad garantizaba un respirito para, por lo menos, poder planificar el asueto y el bonche con cierta antelación (dicen que lo malo es que dios los complació pero ese es otro cuento).
¡Eureka!, le dije al primo Zhu, lo descubrí; "todo cuerpo sumergido en agua desplaza un volumen de liquido...". Digo, descubrí lo que somos, somos chinito soy chinito, de la China vengo yo; la tierra de los lotos y del naranjo sol. Como corolario propongo que se integre la estrofa anterior al nuevo himno nacional y que de ahora en adelante celebremos con el año nuevo chino, las diversas y lunáticas efemérides patrias.

Fotografía: Tomada del grupo "Caracas Pa'Locos" (Facebook)

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