EL UNIVERSAL, Caracas, 12 de Junio de 2012
El regreso del viejo Hugo
Si está enfermo lo disimula bien, y la mayoría confirma su convicción
ROBERTO GIUSTI
Ayer, contra todo pronóstico, renació el Chávez kilométrico, el Chávez verborrágico, agresivo, pendenciero retrechero, repelente, fabulador, exagerado, cuentero, histriónico, contradictorio y patriotero. Es decir, la vieja versión, aumentada y corregida de un Chávez que se pensaba nunca volvería, reapareció y no bajo la forma de un fantasma, sino en su salsa, con todos sus aderezos.
Kilométrico porque se mandó un discurso larguísimo, torrentoso y previsible que es la repetición de una retórica resentida, negativa y tediosa. Lo que vende como la gran novedad ahora es "una nueva forma de planificar" para, en definitiva, seguir gobernando de la forma más anacrónica.
Histriónico porque derrochó su estilo confianzudo ("tú, que me llamaste suegro, te tengo precisado", le espetó a un joven que bromeó con su hija Rosinés), además de cantar y bailar hasta el cansancio para demostrar que está entero. Fabulador porque nos dijo que había transferido 500 mil millones de dólares a los venezolanos (el Plan Marshall tuvo un monto de 13 mil millones y reconstruyó a Europa).
Cuentero porque sin ruborizarse advirtió que el gran logro de la revolución había sido independizar a Venezuela. Es decir, Bolívar, "el gran padre eterno", no lo hizo hace 200 años. Y contradictorio porque nadie puede hablar de independencia si reconoce lo que la revolución le debe a Fidel y Raúl.
Contradictorio porque luego de criticar la apertura petrolera y de tronar contra el imperialismo y la burguesía, pasó por alto su decisión de anular los contratos de servicio y se hizo socio de las trasnacionales. Pero también porque anunció que había rescatado de esas mismas trasnacionales $350 mil millones que, de lo contrario, según él, se habrían ido del país cuando él sabe que igual se fueron por obra suya.
Agresivo y pendenciero porque se la dedicó a Capriles ("majunche, insípido, inodoro, chayota, cipayo del imperio), poniendo en evidencia el impacto que produjo la marcha del domingo. En fin, un Chávez a quien los trucos se le agotaron y quizás ni siquiera advirtió que la gente, aburrida, se le empezó a ir al anochecer.
La noticia, sin embargo, es que si está enfermo lo disimula muy bien, y esa mayoría (60%) que nunca creyó en su gravedad, ahora ha confirmado su convicción. Puede ser también que lo de ayer haya sido una farsa, pero si Chávez no está listo, no lo parece y entonces la farsa fue al revés. Una farsa, que de ser cierta esa posibilidad, se prolongó por un año.
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