domingo, 21 de junio de 2015

RESPONSABILIDAD

Una Política de Estado para recuperar  el Esequibo
Luis Barragán


La oposición democrática está atenta a lo que genéricamente puede llamarse la controversia con Guyana, pues, nuestro justo reclamo del territorio esequibano cuenta ya con otros   ingredientes que, innecesariamente,  aportó la política exterior venezolana en más de una década y media, agravándolo.  La tentación puede ser la de un radicalismo farragoso de signos encontrados que, lejos de solventar el problema principal, no otro que el de nuestro reclamo, lo complicará inútilmente.

Así lo ratificamos, a propósito de la discusión de un acuerdo parlamentario a favor de la reivindicación de Las Malvinas, porque – cara lección histórica – la del dictador Galtieri, en la década de los ochenta del siglo pasado, fue una precipitada aventura que, al esfumarse la emoción aglutinadora del mundial futbolístico, estrelló a los argentinos – sincerándola – con una extraordinaria crisis política, social y económica que incluyó la escasez e  hiperinflación.  Por ello, insistimos en una Política de Estado para la recuperación del Esequibo, la cual ha de explicarse inicialmente a través del concurso de todas las fuerzas y corrientes políticas y sociales venezolanas en la concepción, implementación, desarrollo y evaluación de una política pública convincente, habida cuenta del principio constitucional de la corresponsabilidad del Estado y de la sociedad civil en materia de seguridad y defensa (https://www.youtube.com/watch?v=3xej5bvYTqY).

Política de Estado que sea capaz de garantizar la  participación y  apoyo de toda la población, asumiendo responsablemente la coyuntura. Nos parece que es muy distinto llamar al debate sereno, sensato y aplomado, en lugar de propiciar situaciones que puedan tentar a la infeliz imitación de una aventura;  como diferente fue haber introducido un Proyecto de Ley de Defensa y Desarrollo de la Fachada Atlántica en 2013, sin que el oficialismo hiciese consideración alguna, o – lo es - proponer la ampliación del Consejo de Defensa de la Nación, o idear fórmulas jurídicas alternativas para la reivindicación del Esequibo, en vez de remitir equivocadamente una nota de protesta a la Exxon Mobil y no a Georgetown, cuyo gobierno fue el que suscribió el Acuerdo de Ginebra de 1966: sin dudas, un efímero,  incomprensible e irrelevante  ejercicio de economía política, aplicado a una materia demasiado concreta y delicada.

 Valga acotar, por una parte, la vieja exigencia de los sectores que hoy gobiernan en torno a una doctrina de seguridad y defensa alejada de los “contenidos autoritarios como son, entre otros, la represión a la disidencia, el desconocimiento al pluralismo ideológico y la negación de las conquistas sociales”, siendo esencial una política que privilegie el factor humano, cuya valoración hace “indispensable rescatar al Estado del lodazal, de la ineficacia, de la corrupción, de la pequeñez, del burocratismo, de la rutina”, según refiriera José Vicente Rangel (“Seguridad, defensa y democracia. Un tema para civiles y militares”, Centauro, Caracas, 1980: 93, 97).  Empinados en un nuevo siglo, huelgan los comentarios.

Por otra, partir del supuesto de una  trampa tendida al gobierno nacional porque alguien exprese la sola inquietud, preocupación o angustia que suscita el reclamo del territorio esequibano, negadas – además –  las diligencias que cumplidamente realizó el Estado venezolano en décadas anteriores, es de una simplicidad  tal que suele esconder la incompetencia para comprender y asumir adecuadamente el asunto. Y, en definitiva, siendo imposible suprimir las diferencias, manifiesta la propia incapacidad (y progresiva incapacitación política) del oficialismo para entender y  atender el problema desde la Política de Estado que tanto lo amerita, y de la que supimos – es necesario reconocerlo – en el pasado.

Finalmente, a juzgar por el estado actual de nuestra reclamación, la auto-suficiencia gubernamental es mala consejera. Hay un sesgo político e ideológico que no le permite reconocer  yerros, equívocos o confusiones, encareciendo el costo político de una o varias decisiones que tienen otras e inevitables correspondencias con áreas – por mencionar una -  como la petrolera: decisiones de un daño que puede resultar irreparable.

Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2015/06/una-politica-de-estado-para-recuperar-el-esequibo/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=1094387
Imágenes: http://www.inameh.gob.ve/radares/VenMax.gif  y : http://www.noticias24.com/venezuela/noticia/190556/nicolas-maduro-llega-a-georgetown-para-el-v-encuentro-entre-venezuela-y-guyana/

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