miércoles, 3 de junio de 2015

¿EL PERDÓN TAMBIÉN ES UN CASTIGO Y UN CASTIGO DE AMOR?



Monseñor Romero en la AN  o el castigo del perdón
Luis Barragán

Jóvenes, nos dolió profundamente el asesinato de monseñor Oscar Arnulfo Romero  y toda la tragedia salvadoreña. Con los años, adquirió una mayor y diferente dimensión el sacerdote de las mejores causas.

El martes 2 de los corrientes, el oficialismo llevó un Proyecto de Acuerdo relacionado con el acontecimiento vaticano de Romero. El diputado-ponente, bastante agresivo al apuntar a la oposición planteó la propuesta mostrando una confusa versión – faltando poco – hasta teológica, complementado por otros dos parlamentarios afines que, por ejemplo, rasgaron sus vestiduras reclamando como propios los 43 consabidos  jóvenes fallecidos de 2014 o identificándose como comunistas y cristianos, que la oposición – a través de William Dávila, Arcadio Montiel y el suscrito – puso en evidencia.

He acá la versión de nuestra modesta intervención que la quisimos pausada y reflexiva, precisando algunos aspectos doctrinarios e históricos, pero que el caldeado ambiente del hemiciclo la forzó como una denuncia indignada frente al fariseísmo:

(VICEPRESIDENTE  AMOROSO):-  Tiene la palabra el diputado Luis Barragán.

(DIPUTADO BARRAGÁN).- Un debate que interesa para el creyente o no creyente que tiene la responsabilidad de decir la verdad, de pelear por ella y de luchar esforzadamente por proclamarla. Esas dictaduras militares del pasado argumentaban de modo semejante al como lo hace el oficialismo hoy,  que las muertes ,que el fruto de la represión y del ejercicio represivo de esas dictaduras, se debían a la oposición.

Cuando un parlamentario hoy, es capaz de invocar a Dios Todopoderoso y, a la vez, de apropiarse de 43 jóvenes muertos en 2014, incurre – precisamente – en un falseamiento de la verdad y en una maldición para la historia, porque ellos son responsables de las muertes de jóvenes que nada más intentaron reivindicar el legítimo derecho a la libertad y a la protesta.

Desconocen los esfuerzos democratizadores de la década de los ochenta, contra esta dictadura. Desconocen los informes de la Comisión de la Verdad sobre la tragedia de El Salvador y la imposibilidad de mantener indefinidamente una guerra civil. Desconocen la opinión de Joaquín Villalobos. Desconocen en qué punto está el debate teológico en América Latina, porque nada más tienen la versión que Frei Beto, nada más tienen la versión cubana, donde la Iglesia ha sido sistemáticamente perseguida. Desconocen al monseñor Oscar Arnulfo Romero. Desconocen al Papa que, incluso, en este proyecto de acuerdo, está mal escrito el apellido del Papa. Es increíble que el redactor de esta propuesta n siquiera se haya paseado por esa posibilidad.

Ustedes creen que el país no existe. Ustedes quieren confiscar a Oscar Arnulfo Romero para su causa. Ustedes que creen que lo pueden confiscar con toda la facilidad, creen que el resto del país que los sufre, que los padece, a través de las colas, a través de los resultados que hubo en el FUS, a través de la inflación, a través de las muertes y de la represión, este país no existe. Y monseñor Romero era – precisamente -  partidario de la verdad. Monseñor Romero la proclamó aún sacrificando su vida. Y monseñor Romero perfectamente hubiese referido las palabras de San Pablo a los Corintios para quienes creen que el resto del país no existe, para quienes creen que el resto del país somos nada más que espectadores. Decía San Pablo, y con esto monseñor Romero se identificó muchísimas veces: ‘Lo plebeyo del mundo, lo que no es nada, lo eligió Dios para anular lo que es´. Y nosotros somos devotos de la verdad, de la trascendencia, no de esta versión de la Nueva Era, místico- religiosa e ideológica, y ese pastiche propio de la postmodernidad. Nosotros andamos el camino de la fe, de la esperanza y, por eso, esa libertad iluminada que se abre para el 2016 está inspirada no sólo en Monseñor Romero, sino en el testimonio de coraje, de solidaridad y de consecuencia que nuestros pastores, sean católicos, sean protestantes, sean de cualesquiera de las creencias organizadas: nosotros estamos inspirados por ese mensaje de trascendencia de Dios Todopoderoso, que – precisamente – va a castigar con el perdón, pero – recuerden -  no hay perdón sin justicia. Nosotros, partidarios del perdón, no olvidamos.

Es todo, señor Presidente, colegas parlamentarios”

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