Monseñor Romero en la AN o el castigo del perdón
Luis Barragán
Jóvenes, nos dolió
profundamente el asesinato de monseñor Oscar Arnulfo Romero y toda la tragedia salvadoreña. Con los años,
adquirió una mayor y diferente dimensión el sacerdote de las mejores causas.
El martes 2 de los
corrientes, el oficialismo llevó un Proyecto de Acuerdo relacionado con el
acontecimiento vaticano de Romero. El diputado-ponente, bastante agresivo al
apuntar a la oposición planteó la propuesta mostrando una confusa versión –
faltando poco – hasta teológica, complementado por otros dos parlamentarios
afines que, por ejemplo, rasgaron sus vestiduras reclamando como propios los 43
consabidos jóvenes fallecidos de 2014 o
identificándose como comunistas y cristianos, que la oposición – a través de
William Dávila, Arcadio Montiel y el suscrito – puso en evidencia.
He acá la versión de nuestra
modesta intervención que la quisimos pausada y reflexiva, precisando algunos
aspectos doctrinarios e históricos, pero que el caldeado ambiente del hemiciclo
la forzó como una denuncia indignada frente al fariseísmo:
(VICEPRESIDENTE AMOROSO):-
Tiene la palabra el diputado Luis Barragán.
(DIPUTADO
BARRAGÁN).- Un debate que interesa para el creyente o no creyente que tiene la
responsabilidad de decir la verdad, de pelear por ella y de luchar
esforzadamente por proclamarla. Esas dictaduras militares del pasado
argumentaban de modo semejante al como lo hace el oficialismo hoy, que las muertes ,que el fruto de la represión
y del ejercicio represivo de esas dictaduras, se debían a la oposición.
Cuando
un parlamentario hoy, es capaz de invocar a Dios Todopoderoso y, a la vez, de
apropiarse de 43 jóvenes muertos en 2014, incurre – precisamente – en un
falseamiento de la verdad y en una maldición para la historia, porque ellos son
responsables de las muertes de jóvenes que nada más intentaron reivindicar el
legítimo derecho a la libertad y a la protesta.
Desconocen
los esfuerzos democratizadores de la década de los ochenta, contra esta dictadura.
Desconocen los informes de la Comisión de la Verdad sobre la tragedia de El
Salvador y la imposibilidad de mantener indefinidamente una guerra civil.
Desconocen la opinión de Joaquín Villalobos. Desconocen en qué punto está el
debate teológico en América Latina, porque nada más tienen la versión que Frei
Beto, nada más tienen la versión cubana, donde la Iglesia ha sido
sistemáticamente perseguida. Desconocen al monseñor Oscar Arnulfo Romero.
Desconocen al Papa que, incluso, en este proyecto de acuerdo, está mal escrito
el apellido del Papa. Es increíble que el redactor de esta propuesta n siquiera
se haya paseado por esa posibilidad.
Ustedes
creen que el país no existe. Ustedes quieren confiscar a Oscar Arnulfo Romero
para su causa. Ustedes que creen que lo pueden confiscar con toda la facilidad,
creen que el resto del país que los sufre, que los padece, a través de las
colas, a través de los resultados que hubo en el FUS, a través de la inflación,
a través de las muertes y de la represión, este país no existe. Y monseñor
Romero era – precisamente - partidario
de la verdad. Monseñor Romero la proclamó aún sacrificando su vida. Y monseñor
Romero perfectamente hubiese referido las palabras de San Pablo a los Corintios
para quienes creen que el resto del país no existe, para quienes creen que el
resto del país somos nada más que espectadores. Decía San Pablo, y con esto
monseñor Romero se identificó muchísimas veces: ‘Lo plebeyo del mundo, lo que
no es nada, lo eligió Dios para anular lo que es´. Y nosotros somos devotos de
la verdad, de la trascendencia, no de esta versión de la Nueva Era, místico-
religiosa e ideológica, y ese pastiche propio de la postmodernidad. Nosotros
andamos el camino de la fe, de la esperanza y, por eso, esa libertad iluminada que
se abre para el 2016 está inspirada no sólo en Monseñor Romero, sino en el
testimonio de coraje, de solidaridad y de consecuencia que nuestros pastores,
sean católicos, sean protestantes, sean de cualesquiera de las creencias
organizadas: nosotros estamos inspirados por ese mensaje de trascendencia de
Dios Todopoderoso, que – precisamente – va a castigar con el perdón, pero –
recuerden - no hay perdón sin justicia.
Nosotros, partidarios del perdón, no olvidamos.
Es
todo, señor Presidente, colegas parlamentarios”
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